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diseño textil sostenible

Paola Sinisterra: una mirada sostenible a la moda y el diseño textil

Fotografía
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La diseñadora caleña trabaja en un centro cultural dedicado a la memoria, las artes y el valor de los textiles en una ciudad frenética: Hong Kong.

Hace 15 años, Paola Sinisterra llegó a Hong Kong en busca de un lugar vibrante que inspirara su creatividad. Esta caleña emigró desde muy joven para formarse como diseñadora textil y de interiores en Barcelona. 

Su primer trabajo fue en una antigua fábrica textil y, con el paso del tiempo, llegó a empresas de moda del tamaño de Inditex (la multinacional española dueña de Zara). También creó su propia marca de ropa, Tangram, y ha estado involucrada en una amplia lista de proyectos de diseño en los que han brillado su creatividad y capacidad de producción. Su interés por la historia detrás de los materiales la motivó a investigar de dónde viene cada una de las piezas utilizadas en el proceso de confección y bajo qué condiciones ambientales y éticas son producidas. Volver al origen y ser consciente de lo que hay detrás han enriquecido los procesos creativos y productivos de la diseñadora caleña.

Paola afirma que su formación profesional y su estilo se los debe a ser una nómada por naturaleza, pero que encontró en una isla de más de siete millones de habitantes un lugar en el cual sentía que podía echar raíces y dedicarse a lo que más le gusta en la vida: proyectos textiles, artísticos y educativos que tengan un impacto positivo en la comunidad.

¿Cómo nació su interés por el diseño textil?

Mis abuelas eran costureras. Crecí entre telas, aprendí a usar la máquina de coser y a tejer rápidamente. Además, aunque crecí en Cali, pasé mucho tiempo en la zona cafetera, donde hay una conexión muy grande con la naturaleza. Tengo una pasión por lo colorido, por el sol, por la alegría; por eso mi interés actual en plantar, tener una huerta y cuidar ciclos. Respecto a mi pasión por el diseño textil y sus insumos, yo siempre he tenido interés por las cosas hechas a mano, la exploración de los materiales y un diseño que se preocupa por la procedencia, el cuidado y el uso responsable de la materia prima.

¿Cuál es la diferencia entre el diseño de modas y el diseño textil?

En un mundo ideal, todo diseñador de modas debería saber sobre diseño textil, pero esa no es la realidad. El diseño textil es muy técnico, empieza por el hilo hasta tener el trozo de tela; mientras que el diseño de modas inicia desde la tela hasta la prenda final y se enfoca más en la forma que va a tomar esa tela. En mi opinión, los mejores diseñadores son aquellos que tienen una sensibilidad textil muy desarrollada porque entre más trabajes con un material, más lo entiendes. 

¿Podría decirse que usted siempre se sintió más inclinada hacia el proceso que hacia el resultado final de una prenda?

Totalmente. En el diseño textil yo encontré una historia industrial de materiales, de tintes, de tecnología y a nivel antropológico se pueden entender muchas cosas a través de la materialidad. Este interés me llevó a hacer un Máster en Investigación en Hong Kong, donde me enfoqué en la historia textil de Indonesia hasta África. Sin embargo, diversas historias se pueden encontrar rastreando los insumos, los materiales, las telas y el diseño en todas partes del mundo. Nada más en Colombia hay una riqueza textil increíble que da cuenta de su cultura y biodiversidad.

¿Cómo han sido estos años trabajando como diseñadora textil en un lugar como Hong Kong?

Ha pasado mucho desde que llegué en 2008. Ese fue un momento muy interesante porque la isla estaba pasando por un cambio muy importante en el que la creatividad, el arte y el diseño empezaron a tomar mucha fuerza. Se empezaron a gestar proyectos como el Center for Heritage, Arts and Textile, también conocido como el CHAT, el proyecto en el que trabajo desde hace cinco años como especialista textil. En la década de los 50, mucha gente llegó a Hong Kong por la revolución industrial y empezó un boom textil; fue algo muy rápido. Aun cuando hoy en día esta es una capital financiera, en algún momento fue una capital textil. Casi todas estas familias, que originalmente tenían fábricas, se convirtieron en constructoras con el paso de los años. Sin embargo, una familia en específico tenía el deseo de convertir una fábrica textil abandonada por 40 años en un centro cultural que fuera un homenaje a su abuelo y ofrecer un espacio creativo en la ciudad. Así se creó el CHAT.

¿Qué hacen específicamente en el CHAT?

El CHAT es un centro de arte donde también hay muchos proyectos culturales, restaurantes, una tienda donde se venden artículos de diseñadores independientes; lo que se conoce como un espacio de uso mixto. Sin embargo, sí hay una parte de museo en la que hacemos tres exposiciones al año con enfoque en el arte contemporáneo y siempre con un aspecto textil, aun cuando esto no nos hace, propiamente, un museo textil. Tenemos una residencia en la que invitamos a un artista a trabajar con nosotros por un par de meses y a crear una obra para la exposición. Pero más allá del arte, estamos enfocados en la comunidad, en la memoria y en comunicar la historia de la industria textil en Hong Kong como reflejo de una sociedad donde todo pasa muy rápido. Ese es el espíritu de esta ciudad.

“Los mejores diseñadores son aquellos que tienen una sensibilidad textil muy desarrollada porque entre más trabajes con un material, más lo entiendes”

Entonces el CHAT está muy enfocado en la comunidad. ¿Qué proyectos tienen para su beneficio?

Los proyectos con la comunidad son esenciales porque la cultura se construye colectivamente. En el CHAT preparamos talleres para el público en los que, por ejemplo, una persona que no sabe nada de diseño puede venir y hacer un vestido desde cero. También hacemos proyectos con colegios en los que, entre otras cosas, les enseñamos a plantar índigo y otras plantas para hacer tintes naturales; luego, a extraer el pigmento, teñir el textil y, finalmente, involucramos artistas que les enseñaron a hacer las prendas. Esto hace parte de un proyecto que empecé hace tres años, que se llama Seed to Textile, donde buscamos conectar la agricultura urbana con la producción textil.

¿Cuáles son sus premisas para trabajar en esta industria sin olvidarse de la sostenibilidad?

Eaedem res maneant alio modo. At hoc in eo M. Non potes, nisi retexueris illa. Scrupulum, inquam, abeunti; Quantum Aristoxeni ingenium consumptum videmus in musicis?

Lo primero que hice por la sostenibilidad fue dejar de trabajar en estas empresas gigantes de moda que son las responsables de un montón de desechos y problemas ambientales. Algo fundamental es aprender a vivir con menos cosas y cuestionarnos qué tan esenciales son todas esas prendas y objetos que tenemos. En mi caso, yo misma confecciono toda la ropa que me pongo. Para mí es muy importante impulsar a la gente a pensar cómo reusar los materiales que ya tiene, porque todo lo que creamos, usamos, nos ponemos o nos comemos crea un residuo contundente en nuestro planeta.

- Este artículo hace parte de la edición 195 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa aquí.

Laura Daniela Soto Patiño

Laura Soto es periodista y redactora de Bienestar y Bacánika. Bumanguesa de nacimiento, boyacense de corazón y bogotana por adopción. Vive con su gata Morita y sus orquídeas. Romántica irremediable, le toma fotos a la comida y ama a su familia más que a nada en el mundo.