Nadar favorece diferentes sistemas corporales como el cardiovascular, el pulmonar y el osteoarticular, conformado por huesos, articulaciones, cartílagos y músculos. Además, el riesgo de sufrir lesiones es más bajo al nadar que en otras actividades físicas.
adar en estilo libre, impulsándonos con los brazos que entran y salen de la piscina a manera de remos y ayudándonos por las patadas de las piernas en el agua, es un ejercicio en el que estamos trabajando resistencia física y potencia muscular, lo mismo que en las actividades que involucran pesas en un gimnasio. La diferencia es que en el agua el riesgo de lesiones es muy bajo.
Es por eso que la natación se considera ideal para aquellas personas que sufren sobrepeso y tienen problemas de movilidad. En el agua el peso corporal equivale, aproximadamente, a un 10 % del peso normal. Por eso es perfecto para mujeres embarazadas o personas que padecen artritis o alguna otra condición que limita la movilidad. Según la Arthritis Foundation, “la flotabilidad del agua no genera impacto en las articulaciones, lo que hace de la natación una gran alternativa para quienes no pueden realizar actividades de alto impacto, como correr. También contribuye al estiramiento del cuerpo, mejorando su postura. El agua puede tener un efecto calmante en el organismo”.
Beneficios de nadar
Con la natación se trabajan, principalmente, los músculos de las piernas y los brazos, pues son los que nos ayudan a movernos en el agua. También involucra la parte superior del cuerpo, la espalda media y el tríceps. “Todos los músculos del cuerpo pueden trabajarse durante la natación”, afirma Jorge Díaz, médico fisiatra de Colsanitas.
Y agrega: “sirve para mejorar el sistema cardíaco y respiratorio porque es una actividad que implica constante movimiento. Además disminuye los niveles de estrés, mejora el sueño, contribuye significativamente a quemar calorías y también ayuda a reducir el dolor en personas que sufren de problemas musculares”.
Un estudio de la Escuela de Medicina de Harvard afirma que la natación, sin importar edado nivel de condición física, es uno de los mejores ejercicios que puede hacer cualquier persona para ponerse en forma, y demostró que la natación también puede mejorar el estado mental y el humor de quienes la practican, pues al nadar la respiración se hace más consciente y controlada, lo que relaja el sistema nervioso.
¿Con que frecuencia deberíamos nadar?
Uno o dos días a la semana puede ser suficiente, si se combina con otra actividad deportiva los días en que no se puede ir a la piscina, por ejemplo trotar, caminar o montar bicicleta. Los expertos recomiendan practicar la natación de dos a tres horas semanales. Tenga en cuenta que en una hora de natación se queman las mismas calorías que en una hora corriendo, y no impacta sus huesos ni articulaciones.
Las lesiones más comunes al nadar
Aunque la natación es un deporte donde se presentan menos lesiones que en otros, pueden aparecer dolencias en la zona del cuello o en la espalda. Las más frecuentes son las tendinopatías en hombros y rodillas. La tendinopatía es cuando se afecta el tendón que conecta el músculo con el hueso. Estas lesiones disminuyen si se hace un adecuado calentamiento antes y después de la práctica, como en cualquier deporte.
Y como siempre, es preciso contar con asesoría calificada antes de comenzar o retomar la actividad, para tener una rutina adecuada a la condición de cada persona.
Los bebés y la natación
La Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) advierte que los niños menores de cuatro años pueden tomar clases de natación pero de manera recreativa. Muchos padres exigen demasiado a sus hijos y esperan que esas primeras clases de natación los pongan en el camino de convertirse en Michael Phelps o algún otro campeón olímpico de la disciplina. Esos padres exigentes deben recordar que en esta etapa lo más importante es que los menores puedan defenderse en el agua y divertirse.
La AAP también sugiere que los niños menores de cuatro años estén siempre acompañados por un adulto dentro del agua, a no más de un brazo de distancia, es decir, lo suficientemente cerca como para tocarlos.
Edgar Valencia es egresado de la Escuela Nacional del Deporte y trabaja como profesor de natación. Aquí nos explica cuáles son las recomendacionesque se deben tener en cuenta a la hora de sumergir a los niños en el agua:
• Conviene que los bebés entren en contacto con el agua a los tres meses de nacidos aproximadamente, y que reciban clases a partir de los seis. Aquellos que se relacionan con el agua y las piscinas antes de los seis meses tardan menos tiempo en aprender a nadar. No es recomendable hacerlo con los recién nacidos o los niños que no estén vacunados, porque pueden desarrollar enfermedades e infecciones como la otitis.
• Siempre debe transmitirse confianza al bebé. Explicarles las consecuencias de las acciones que tienen en el agua y, sobre todo, debemos asegurarnos de que acaten lo que les decimos. Es decir, si le explicamos que a la cuenta de tres se pueden lanzar al agua, y que los vamos a recibir en nuestros brazos, no podemos incumplirles esta promesa aunque pensemos que los niños ya se pueden lanzar solos, pues esto les puede generar temor al agua.
• Antes de hundir a un bebé bajo el agua debemos revisar su reacción al sentirla sobre la cara. Podemos hacerlo con un ejercicio muy sencillo: con un balde le echamos agua en el rostro (siempre a la cuenta de tres para que se acostumbren a esta indicación) y verificamos los siguientes signos: que no lloren, que no muevan los brazos con mucha fuerza y que no abran la boca y miren hacia arriba. Si el bebé recibe elchorro de agua simplemente cerrando los ojos y haciendo un gesto sorpresivo, entonces está listo para hundirse, pues sabe cómo bloquear la respiración por unos segundos.
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