Pasar al contenido principal
Mariana Matija

Mariana Matija. Ser puente

Fotografía
:

La artista colombiana facilita procesos de comunicación en torno a nuestra relación con la Tierra. Lo hace a través de ilustraciones, cartas para su comunidad, talleres y, ahora, mediante su libro NiñapajaroGlaciar, que presentará en la Feria Internacional del Libro de Bogotá.

Hay personas que son puente. Trazan un camino entre una pendiente y una llanura. Entre un día gris y uno soleado. Entre una duda y la posibilidad de una respuesta. Mariana Matija se ha convertido en una de ellas. Su manera única y respetuosa de relacionarse con la Tierra la ha llevado a crear una comunidad en la cual no hay decálogos, instrucciones o reglas inamovibles. Más bien hay dudas, preguntas y asuntos sin resolver sobre la forma en la que habitamos el planeta. Estos se van desenredando a través del conocimiento colectivo. Mariana ilustra, escribe, da conferencias, pero, sobre todo, acompaña a quienes tienen la necesidad de descubrir cómo relacionarse de manera más coherente con otros seres vivos y con nuestra casa. 

Empecemos por explicar ese término tan presente en su trabajo: crisis ecosocial.

Esta palabra se usa para referirse a lo que, comúnmente, se conoce como crisis climática. Pero es más amplio porque la crisis climática es apenas una de las manifestaciones de todo lo que está pasando. Denominarlo crisis ecosocial tiene la ventaja de que la sociedad se hace explícita, aunque funcionaría también crisis ecológica, que no es algo que le está sucediendo a la naturaleza, nos está sucediendo a todos, como humanos y como civilización. Como seres urbanos pensamos que nuestra vida no depende de esos ecosistemas y los sentimos lejanos.  Esta denominación de crisis ecosocial es el reconocimiento de que es una crisis sistémica que no es solamente el clima, no es solamente el aumento de la temperatura, no es solo la pérdida de la biodiversidad; es una crisis multifactorial y, por supuesto, lo social no está por fuera de ese gran problema.

¿Es posible generar algo de conciencia en personas a las que la crisis no les ha removido nada?

Si bien esto es una responsabilidad compartida, hay una responsabilidad diferenciada porque no es una situación que estemos generando todos en la misma medida. Está claro que ha ocurrido, principalmente, por las dinámicas económicas y todo lo que de ahí se deriva, pero hay un porcentaje de humanos de este sistema que están generando la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero. No todos generamos la misma basura. Según OXFAM Internacional, el 1% más rico de la población mundial es responsable de más del doble de las emisiones de carbono que los 3100 millones de personas que componen la mitad más pobre de la humanidad. Entonces la responsabilidad tampoco está distribuida equitativamente. Es muy complejo, por eso me parece comprensible que muchas personas sientan que la crisis no es con ellas.

¿Cómo se motiva entonces el cambio de conciencia?

Principalmente, tenemos que tratar de desligar lo que hacemos de obtener unos resultados específicos. Estamos acostumbrados a creer que las cosas siempre se hacen a cambio de una retribución. Y respecto a este tema a veces pensamos: “Yo por qué voy a hacer esto si mi vecino no lo está haciendo”. Siento que lo más importante es comprometerse con lo que para uno tiene sentido, independientemente de la retribución, sobre todo, entendiendo la magnitud de la crisis. Por muy buenas intenciones que uno tenga, lo más probable es que los esfuerzos no vayan a dar un resultado que sea visible en el corto plazo. Nosotros no tenemos cómo calcular, realmente, a qué velocidad se van dando esos cambios. Por eso refuerzo lo que sí puedo manejar, la manera en la que tiene sentido vivir para mí. Estoy aprendiendo a hacerlo y me lo sigo preguntando, desapegándome de los resultados y también confiando en que lo que estoy haciendo y en las conversaciones en las que estoy participando están motivando a otras personas también a hacerse las preguntas que tienen sentido en sus vidas y en sus contextos. Busco existir de una manera que sea menos automática. 

¿Y cómo se implanta esa misma intención en otros seres humanos? 

Creo que si uno piensa en implantar algo en alguien más, ahí ya está fallando. A nadie le gusta que le digan cómo pensar y menos a un adulto. Los cambios son inevitables, pero a nadie le gustan los cambios impuestos. Los cambios son bienvenidos cuando uno siente que responden a un sentimiento interno y a una relación con el mundo. Es una decisión individual, pero cuando un adulto está dispuesto a aprender, lo hace rapidísimo. Y el aprendizaje debe plantearse en colectivo. Yo llevo muchos años estudiando y sigo teniendo preguntas y trato de responderlas en comunidad.

¿Cómo lo hace? Hablemos de su proyecto.

Facilito procesos de educación con la gente que participa en mi comunidad online o con la gente que se acerca a mi trabajo. Es un proceso multilateral donde yo estoy participando en un proceso de aprendizaje con las personas que se están haciendo esas preguntas conmigo, que es muy distinto a que yo salga con una lista de lo que debemos o no debemos hacer. Esto de llegarle a la gente con un decálogo de lo que tiene que hacer en su vida, supuestamente para ser más sostenible, es precisamente insostenible. No me gusta alimentar la lógica de imposición. Me gusta el proceso de descubrir juntos, que hay muchas cosas que no sabemos y que en el proceso de preguntarnos eso podemos acercarnos a eso que no sabemos y aprender los unos de los otros.

¿Cuál siente que es el detonante que nos llevó a tener una relación tan desconectada con la Tierra?

No hay un único detonante. Esto es un proceso sistémico de algo que se viene alimentando por muchas décadas y por mucho tiempo. Tiene que ver con los procesos coloniales, con el sistema financiero, con el sistema educativo. Y, en realidad, me genera mucha resistencia pensar en una sola respuesta o un solo responsable. Estamos, colectivamente, muy enfocados en encontrar culpables, respuestas, historias y resulta interesante para no repetir ciertas cosas y para transformar, pero no es lo más importante. Hemos pensando en esta civilización que los humanos estamos por encima y por fuera del resto de la naturaleza y esa no es la realidad. Nosotros estamos tejidos con el resto de la vida y cada cosa que hacemos afecta al resto de seres que compartimos esta Tierra. El cambio es lo único que sucede y yo puedo, con mis acciones cotidianas, por lo menos, sentir que estoy influyendo de una manera particular a generar una relación más cuidadosa con los otros animales, con las plantas, con los ecosistemas. No estoy obsesionada con el detonante, prefiero centrarme en el presente y en la manera de navegar conscientemente esta vida.

Cuénteme sobre su libro Niñapájaroglaciar.

Es un ensayo sobre las relaciones con los otros animales, con la idea de la casa, del origen; al mismo tiempo habla sobre la pérdida, el dolor, la ausencia, el amor, la memoria, el lenguaje, el proceso de nombrar las cosas, los lugares, los seres… Es un libro que respondió a una necesidad creativa que tenía en mí y, precisamente, por eso nació de manera muy genuina: fue fluyendo y así se refleja en todo el libro.

Mariana Matija estará en Encuentros con el Bienestar, de la FilBo, en la charla:
La naturaleza vive en nosotros
Domingo 28 de abril
2:30 p. m.
Gran salón C

Mónica Diago

Mónica Diago es editora de la revista Bienestar. Ha trabajado principalmente como periodista ambiental, pero desde que se convirtió en mamá ha enfocado su trabajo en visibilizar la importancia de la crianza consciente y respetuosa. Disfruta las caminatas, las montañas, los ríos y los libros ilustrados infantiles.