A sus 19 años, la tenista colombiana ya se perfila como la mejor del país, y le apuesta a nuevos retos en la categoría profesional.
aría Camila Osorio se convirtió en la tenista número uno de Colombia en el ranking de la WTA, con tan solo 17 años. Es la quinta tenista del país en alcanzar el top 100 del mundo después de Isabel Fernández (1975), Fabiola Zuluaga (1998), Catalina Castaño (2004) y Mariana Duque (2008). Y la tercera en ganar la Copa Colsanitas de Bogotá.
Hoy tiene 19 años y se describe como una guerrera en la cancha. A decir verdad lo es incluso en su casa, pues como ella misma cuenta, entre risas, no permite que se termine ningún juego de mesa hasta no ser ella la ganadora, sea dominó, ajedrez, parqués o escalera. En su casa, competir parece una actividad cotidiana: María Camila vive con su padre, ex futbolista; su madre, ex basquetbolista, y su hermano, futbolista.
Al tenis llegó desde muy pequeña, a los seis años ya quería ser la mejor del mundo e iba a la misma escuela donde inició Fabiola Zuluaga, con el profesor Edgar Muñoz, en Cúcuta, la ciudad donde ambas nacieron. Su primer triunfo lo celebró a los 8 años en Medellín, en el Festival Nacional Infantil Champions Kids. Desde 2018 hace parte del equipo Colsanitas. Hasta ahora, su título más importante es el Abierto de Estados Unidos Juvenil que ganó en septiembre del 2019 ante Alexandra Yepifanova por parciales de 6-1 y 6-0. Fue el cierre perfecto para su carrera en la categoría junior de tenis.
En mayo de este año, Maria Camila se probó en los grandes torneos y se convirtió en la sexta mujer colombiana en jugar un cuadro principal de uno de los torneos más importantes del tenis mundial, el Roland Garros. Y no paró, en junio llegó a Wimbledon donde sorprendió con una tenaz remontada en segunda ronda ante la 32 y cabeza de serie, Ekaterina Alexandrova.
En julio llegó a los Juegos Olímpicos, donde dejó toda su energía en la cancha, como una muestra de que fueron los primeros pero no los últimos en los que va a representar a Colombia. En el futuro le gustaría estudiar idiomas sin alejarse de las raquetas, al contrario, quiere hablar con fluidez en todos los viajes que le permite el tenis.
"Yo digo que no es el momento de uno sino cuando Dios quiera. Yo me preparo y hago lo mejor que puedo, pero Dios determina cuando me da la victoria"
¿Cuál ha sido su mayor satisfacción en el tenis?
La Copa Colsanitas fue un torneo mágico porque gané mi primer título en casa. Es una bendición y agradezco que existan este tipo de torneos para el deporte nacional y suramericano ¡Y qué mejor que haga parte de eso mi patrocinador, mi otra familia! Fue hermoso porque todo se me dio esa semana y estaba con toda mi familia, mi papá, mi mamá y mi hermano.
¿Y la mayor tristeza?
No clasificar al Abierto de Australia, el primer Grand Slam del año. Como venía con tanta ilusión de clasificar y era mi momento, cuando perdí estando tan cerca de lograrlo me dio muy duro. La qualy no se jugó en Australia, sino en Dubai, entonces después de perder nos dijeron a dos chicas que esperáramos porque todavía había posibilidades de clasificar y al final le dijeron a la otra chica que estaba delante de mí que podía ir y a mí no. Me tocó devolverme y jugar algunos torneos mientras terminaba la gira. Pero fue triste porque estaba a nada de jugar los torneos grandes y otra vez tuve que empezar de cero.
¿Recuerda alguna competencia en la que se haya sentido totalmente confiada y preparada para ganar?
Me pasó en Australia, cuando jugué la qualy dije: aquí ya entro. Estaba preparada física y mentalmente, pero no lo logré. En cambio en Wimbledon, que no estaba tan preparada porque tuve que parar unos días por un dolor en la espalda, llegué e hice tercera ronda. Entonces es muy relativo, uno a veces dice acá es y no. Yo digo que no es el momento de uno sino cuando Dios quiera. Yo me preparo y hago lo mejor que puedo, pero Dios determina cuándo me da la victoria.
¿Ha habido un momento en el que se haya sentido guerrera en la cancha?
Fue la semana antes de Roland Garros, contra la china Zhang Shuai, en mayo. Íbamos 4-0 en el tercer set en Belgrado, primera ronda del cuadro. Me puse 4-1,4-2,-5-2; ella tenía saque y la quebré, ahí remonté el partido y le gané 7-6 el tercero. Esa misma semana jugué la semifinal del torneo contra la croata Ana Konjuh. Me sentí segura, con mucha garra.
¿Y cuando era niña?
Fue un partido que gané 7-6 pero el Tie Break lo gané 17-15, si no estoy mal; salvé 7 match points, eso fue lo más emocionante. Creo que tenía 15 años, no lo recuerdo muy bien, pero estaba jugando contra una tenista de Brasil, fue la primera vez que me llamaron para un juego de ascenso.
Algunos de sus seguidores coinciden en que el partido de segunda ronda en Wimbledon ante Ekaterina Alexandrova demostró que puede lograr grandes títulos en la categoría profesional. ¿Cómo logró remontarlo?
Tenía que estar muy tranquila mentalmente para enfrentar esa situación porque ella iba 4-0 arriba, pero yo estaba jugando bien. Aunque tenía un dolor en la espalda y me costaba devolver, decidí buscarle solución y empecé a jugarle más rápido por la derecha y ella empezó a fallar más. Ahí pensé: acá lo importante es mantenerme sólida; cuando tenía chance trataba de atacar y al final pude remontar. Con el primer game que gané dije: bueno, ya no me fui en cero; después, con 4-2 dije: la quebré, puedo ganar mi saque, si gano mi saque ya me fui porque solo queda un quiebre. Y gané el saque, 4 iguales. Después se fue dando todo para el triunfo.
María Camila se convirtió en la raqueta número uno de Colombia en el ranking de la WTA, el 17 de junio de 2019, tras el retiro de la tenista Mariana Duque.
¿Cómo hace para mantenerse tranquila y tomar esas decisiones en medio de un partido?
Pienso más en el momento, no tanto en lo que pueda pasar o ya pasó, sino en el punto a punto. Voy pensando bola a bola, y creo que eso es lo que me ha funcionado estos meses para no desenfocarme. Si no gano esta, no puedo seguir. A veces me regaño, porque empiezo a pensar que hubiese puesto la bola al otro lado o que ésta era paralela o arriba, pero me digo ya, no piense más, concéntrese en la que viene. Obviamente cuando uno ya está sentado descansando reconstruye lo que hizo en el game, uno piensa qué me pasó, qué tengo que hacer. Me hablo mucho y me animo, vamos Cami, dale, acá es.
¿Reírse de usted misma es una forma de liberar tensiones?
Yo siempre he sido así, molesto mucho, mi mamá lo puede confirmar, trato de tomar todo en forma de broma, relajada. No tanto para liberar tensiones, pero sí ayuda.
¿Cree que esos rasgos de su personalidad le han ayudado a superar momentos de tensión en el tenis?
Sí, yo trato de tomar todo de la forma más relajada posible para pensar más, porque a veces cuando uno se molesta le deja de funcionar la cabeza, entonces deja de estar tranquila para poder tomar decisiones en esos momentos.
¿Qué ha cambiado desde que pasó de la categoría junior a la profesional?
Gané el US Open en 2019 y para el 2020 las metas ya estaban claras: quería meterme entre las mejores 100 y ganar títulos. Para escribir una nueva historia, una distinta a la juvenil que ganó el US Open. Pero al principio de ese año no me sentía cómoda en las competencias, sabía que tenía mucho por mejorar. Cuando llegué a Australia me di cuenta de que las competidoras estaban en un nivel superior al que yo debía llegar. Cuando llegó la pandemia pude descansar, concentrarme y después empecé a dominar los partidos.
Osorio ganó la Copa Colsanitas en abril de 2021. Para ella fue mágico ganar su primer título en casa.
¿Ha tenido alguna lesión que le haya hecho perder algo importante?
No he tenido una lesión que me haya hecho parar, he tenido dolores musculares, pero no una lesión que me haya hecho perder algo importante.
¿Qué piensa de la decisión que tomó Naomi Osaka de retirarse del Roland Garros para cuidar su salud mental?
Me sorprendió, pero uno no sabe por cuáles situaciones están pasando las personas. Me pareció muy valiente lo que hizo, muchas personas estuvieron de acuerdo, otras no, porque es un tema controversial. Todo depende de cómo se sienta uno, no es obligación estar ahí, pero cuando el deportista ya está compitiendo en un nivel tan alto, tiene toda la prensa encima y al público, es mucha la presión que debe manejar. Venir de no ser reconocido a de repente estar en el foco del mundo es difícil. Yo creo que uno debe ir manejando cada situación, yo por lo menos hablo mucho con mis papás, somos muy unidos y eso me ayuda, además de lo primero que es el apego a Dios, quien al final me da la fortaleza para superar momentos difíciles. Mis padres me enseñaron a creer en Él desde pequeña, es una conexión muy bonita.
¿Una persona que haya sido importante para su carrera hasta ahora?
Hay muchas personas que me dan consejos y que me han ayudado en el camino. Mi familia ha sido fundamental, desde que era muy pequeña mi papá me ha trabajado la cabeza. Siempre me ha dicho que confíe en mí, que yo puedo lograr las cosas, que no me rinda. En muchos momentos en que estoy cansada, no quiero entrenar, él siempre está ahí apoyándome y diciéndome “Cami vamos, tú puedes, tú quieres ser la mejor”. Cuando empecé a ir a torneos, para él lo más importante no era que ganara sino que diera lo mejor de mí, que luchara. Ahora entro a la cancha y confío en mí, sé que puedo lograr las cosas. Igual con mi mamá cuando me dice “yo sé que tú puedes, lo vas a lograr”, eso me da confianza y me llena de fuerza. También hay entrenadores que me han dado muy buenos consejos, casi todo se basa en que crea y disfrute, porque es una carrera larga donde hay altos y bajos, entonces tengo que estar tranquila y disfrutar del proceso.
¿Cuál es su tenista favorito o favorita?
Mi tenista favorito de toda la vida ha sido Roger Federer, me ha gustado desde que era muy pequeña, lo seguía y todavía es mi mayor ejemplo.
¿Entonces si le pongo a escoger entre Federer, Djokovic y Nadal se queda con Federer?
Es que a todos los he admirado desde muy pequeña, los tres son muy cracks. La garra de Rafa Nadal es impresionante, porque eso también lo he tratado de tomar; la lucha, estar ahí concentrado en todos los puntos. Djokovic es demasiado bueno, juega muy bien al tenis en todas las superficies. No puedo escoger cuál es mejor, solo voy a decir que para mí Roger es el más grande pero no los puedo ranquear, los otros dos también son muy cracks.
¿Sigue a alguna mujer?
No, aunque ahora sí me gusta mucho ver partidos de mujeres, cuando empecé no veía mucho tenis femenino, siempre me gustó el masculino y ellos han sido mi ejemplo.
Una carrera en el deporte de alto rendimiento requiere disciplina y autocuidado.
¿Cómo ve el tenis femenino colombiano?
Opino que hay muchísimo talento, hay otras niñas con mucho potencial que están ahora de profesionales y les está yendo muy bien. Emiliana Arango está ahí, otra vez volviendo. Mariana Manyoma, una niña que también va súper bien, se alcanzó a meter entre las 100 mejores de la categoría juvenil y eso es difícil. Hay otras juveniles que van muy bien, que están en el proceso, en el camino, y Dios quiera que se les sigan dando las cosas. Entre las niñas de 12 y 14 también hay mucho talento, los sudamericanos en los últimos tres años se los han ganado ellas, ahorita clasificaron al mundial de 14 años.
¿Qué cree que es clave o determinante para que algunas de ellas lleguen tanto o más lejos que usted?
Que se la crean, que crean que puedan hacerlo. Muchas veces no confías en que puedes hacerlo. Y el apoyo también es fundamental, que puedan tener un respaldo de equipo: familia, entrenador y una empresa que esté apoyando. Porque un deporte como el tenis en el nivel profesional es muy costoso.
¿Hay algo que no le guste hacer? ¿Cocinar, bailar, dar entrevistas?
Casualmente, esas son las tres cosas que más me gustan después de jugar al tenis. Estoy aprendiendo a cocinar, me gusta mucho bailar, pero qué no me gusta... ya sé, aseo. Barrer, trapear, esas cosas no me gustan. Mi mamá hace todo por todos. Ella está ahí siempre pendiente de nosotros.
¿Qué se viene para María Camila Osorio?
Yo quiero ser la mejor, pero tengo que concentrarme en cada partido, si no gano aquí, no puedo pensar en otros grandes torneos. Lo que falta es camino, tengo que seguir mejorando de la mano de Dios.
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