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Belky Arizala

Belky Arizala: modelar la vida con dignidad, carácter y propósito

Fotografía
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Modelo, formadora y empresaria cucuteña, Belky Arizala ha convertido su historia en una herramienta de transformación emocional. Desde su escuela de modelaje, promueve el bienestar a través de la autenticidad y la educación con valores.

La historia de Lina Mar con el running no empieza con una medalla ni con un récord por batir, sino con un kilómetro que no pudo terminar. Apenas logró avanzar unos metros antes de que el agotamiento la venciera y llegara la frustración, pero algo en ella insistió: Vuelve a intentarlo. Días después salió a un parque cerca de su casa, sin expectativas y movida solo por la

Hablar con Belky Arizala es como abrir una caja de herramientas para la vida. Modelo, empresaria y formadora, su nombre no solo está ligado a las pasarelas, sino a un concepto de belleza con propósito. En su Escuela de Talentos Belky Arizala Internacional, donde entrena a niñas y jóvenes que quieren dedicarse al modelaje, fomenta valores que van más allá del cuidado del cuerpo; un aprendizaje cimentado en el respeto, la disciplina y el autoconocimiento.

Su historia personal es la de muchas mujeres colombianas: marcada por el bullying, las crisis económicas, el emprendimiento a pulso, la fe y una fuerte conciencia de comunidad. Ve belleza en lo que es agradable a los sentidos y cree en la espiritualidad como brújula. Defiende una vida coherente, trabajada desde la humildad.

Belky ha encontrado bienestar en el autocuidado, las conexiones que la impulsan y la gratitud. Su presencia serena, su estilo directo y su cabeza rapada son su marca: “No necesito peluca ni etiquetas para saber quién soy”.

El bienestar, para mí, tiene que ver con…

La historia de Lina Mar con el running no empieza con una medalla ni con un récord por batir, sino con un kilómetro que no pudo terminar. Apenas logró avanzar unos metros antes de que el agotamiento la venciera y llegara la frustración, pero algo en ella insistió: Vuelve a intentarlo. Días después salió a un parque cerca de su casa, sin expectativas y movida solo por la curiosidad. Nunca se imaginó que ese segundo intento le cambiaría la vida.

Comenzó a correr con su perro y con un reloj que apenas medía su frecuencia cardíaca. A veces hacía más distancia, otras caminaba. Su única regla era salir todos los días; era un momento para ella. Con el tiempo llegaron las primeras carreras: 10K, 15K, media maratón. Para todas entrenó con una app, sin conocer mucho sobre ritmos, ejercicios previos o nutrición. Lo único que le interesaba era terminarlas, y cada meta alcanzada le dejaba una felicidad distinta y profunda.

Mi escena de bienestar incluye…

Hablo mucho con Dios. Yo tengo una espiritualidad fuerte, que no es religión, es conexión. También practico la gratitud. Cada noche agradezco lo bueno y lo malo del día. Y tengo rituales sencillos: tomarme un té, escribir mis ideas, apagar el celular un rato, rodearme de personas que me eleven. Y recibir un mensaje de una mamá diciéndome: “Gracias, Belky. Mi hija se valora más desde que está en tu escuela”. Eso me da paz.

Mi concepto de belleza nace de…

Lo que es agradable a los sentidos. Una persona puede ser hermosa para unos y no para otros, y está bien. Lo importante es cómo te percibes tú. Mientras me quieran Dios, mi mamá y mi papá estoy feliz. No tengo que gustarle a todo el mundo. Ni Jesús de Nazaret lo logró, y eso que hacía milagros.

La mejor forma de cuidar mi salud es…

Tomarme en serio. Dormir bien, tomar agua, moverme, leer, respirar. Revisar qué dejo entrar a mi vida: lo que consumo, lo que pienso, lo que me digo. No me descuido, ni siquiera cuando estoy triste. Cuido mi cuerpo porque es mi templo, pero también cuido mi espíritu.

Mi éxito como persona…

Es no haberme rendido. Es vivir de lo que amo, sin tener que fingir. Es mirar atrás y decir: lo hice sin venderme, sin robar, sin corromperme. Eso, para mí, es éxito.

“Cuando algo no da, hay que buscar otro camino sin quejarse. Yo sigo apostándole al arte, a los eventos, al modelaje con sentido. Porque sin arte, sin cultura, sin música, nuestra sociedad se enferma más”.

Mi manera de cuidar a los demás la expreso…

Con formación. Yo no mimo a mis estudiantes, yo las educo. Porque cuidar también es exigir, poner límites, enseñarles a valerse por sí mismas. Y siempre con respeto, con empatía, con la verdad.

Los valores que inculco en mi escuela de modelaje…

Puntualidad, humildad, respeto, responsabilidad. Enseñamos que el modelaje no es fama instantánea. Se necesitan cinco años para decir “terminé el programa” y diez mil horas para ser profesional, como en cualquier carrera. Yo les digo que esto es una formación seria, con ética, no un casting para viralizarse.

Mi mantra para encontrar la calma en momentos difíciles es…

La fe. También mi familia. Pero sobre todo las ganas de salir adelante con dignidad. En los peores momentos he vendido empanadas, cazuela de mariscos, he dado clases domingos y festivos, he refinanciado deudas. A mí no me da pena vender comida; pena me daría robar o dejarme caer. Siempre digo: que te vean trabajando, no importa en qué, pero con carácter.

Las pérdidas me han enseñado…

A no aferrarme a lo que no me corresponde. A aceptar los ciclos. A perdonar incluso cuando no hay disculpa. A entender que todo lo que se va deja una enseñanza. Y que no estoy sola.

Mi relación con el error o el fracaso…

El error no me define. El fracaso te puede enseñar más que el éxito. A veces me he equivocado contratando a alguien, tomando decisiones apresuradas, confiando de más. Pero me levanto, aprendo, ajusto.

Lo que el modelaje me ha enseñado sobre el bienestar personal…

Es que el cuerpo es solo una parte del bienestar. Puedes tener medidas perfectas y estar destruida por dentro. Por eso yo trabajo desde la educación emocional, desde el carácter. Una modelo que no se ama, que no se cuida, que no se respeta, no puede transmitir bienestar. Aquí no se trata solo de caminar bien: se trata de caminar con propósito.

El papel que ha jugado la educación en mi vida…

Todo. La educación cambia destinos. Yo no sería quien soy sin haber aprendido a comunicarme bien, a hablar con propiedad, a redactar, a leer. Y por eso también me preocupa cuando la gente ya no quiere escribir ni pensar. El cerebro necesita esfuerzo, necesita memoria.

Catalina Porras Suárez

Periodista enfocada en la línea de bienestar y de salud mental. Disfruta conocer y escribir nuevas historias. La realización audiovisual, el cine y la función social del periodismo están dentro de sus intereses.