Las terapias son útiles cuando los niños tienen dificultades de aprendizaje, de lenguaje o de motricidad gruesa y fina. Tener un buen diagnóstico es la clave para que no sea catalogado como un “niño problema” y para apoyar sus necesidades.
El mundo de un niño cambia cuando recibe la intervención de terapia ocupacional, de lenguaje o física. Podría decir que hay un antes y un después para él, para sus padres y para los profesores”. Así responde la doctora Mary Prieto, especialista en integración sensorial adscrita a Colsanitas, cuando se le pregunta sobre la importancia y la efectividad de las terapias que reciben los menores que tienen algún tipo de dificultad de aprendizaje.
Su categórica respuesta está apoyada en más de 20 años de experiencia con pacientes, considerados como los “niños problema del salón”. Se refiere a los chicos que llegan a su consultorio porque no son capaces de terminar sus tareas, se distraen fácilmente en clase, no siguen rutinas, tienen poca tolerancia a la frustración, no quieren escribir o hacer actividades deportivas.
“Generalmente se los culpa de no querer hacer las cosas porque no tienen actitud, porque son perezosos o necios. Sin embargo, cuando se estudian las causas se evidencian distintas dificultades físicas por las cuales el niño o la niña no logra hacer algunas actividades que para sus compañeros son normales”, explica la doctora Prieto.
“De allí la importancia de hacer una valoración por parte de los especialistas”, dice la doctora Carolina Usma, terapeuta ocupacional de la Clínica de Colsanitas Sebastián de Belalcázar, en Cali.
Por lo general son los maestros quienes refieren las dificultades de aprendizaje de los niños. Cuando el colegio tiene experiencia y en muchos casos apoyo terapéutico dentro del plantel, hacen la evaluación y adaptan las terapias necesarias. En otros casos son los mismos padres quienes consultan esas dificultades al pediatra, que a su vez los remite a evaluación terapéutica.
“Sin embargo, explica la doctora Usma, algunos padres (y a veces los abuelos) se resisten a aceptar que hay una dificultad y que el niño o niña necesita un apoyo terapéutico. Sienten que su hijo o nieto está siendo catalogado como enfermo, cuando lo que se requiere es un trabajo dirigido que da muy buenos frutos”.
Aunque cada vez hay menos padres que se resisten a aceptar las terapias, quienes reciben la asesoría de los especialistas acceden a ellas.
“Las terapias de refuerzo para los niños con dificultades de aprendizaje no son arbitrarias. Para ello se hace un diagnóstico que se basa en la investigación y valoración de un profesional que establece cuál es la dificultad y qué tipo de terapia necesita el chico. Una vez se tiene claro el programa, los padres y maestros son mucho más comprensivos con la situación. Un niño, por lo general, no trabaja porque no quiere, sino porque no puede”, explica la doctora Claudia Ruiz, jefe del departamento de terapias de Colsanitas.
Una vez identificada la necesidad, con el diagnóstico claro y la valoración de los especialistas, los terapeutas deciden un plan de trabajo para cada niño, que varía de acuerdo con su dificultad y sus necesidades.
Dar el primer paso
De acuerdo con la experiencia de las doctoras Ruiz, Usma y Prieto, dar el primer paso y aceptar que el niño o niña tiene una dificultad que está, muy seguramente, generando frustración, es el inicio del camino.
Desde el momento del diagnóstico y la valoración el niño siente que está siendo comprendido.
Cuando un niño no logra escribir en el espacio del cuaderno, se para mucho de su silla, se distrae o no va al ritmo de sus compañeros, se considera un niño necio, indisciplinado. Por ello, indican las especialistas, hay que valorar y diagnosticar. Lo más importante es entender que la ruta de la terapia será el camino adecuado para darle al niño las herramientas que le hacen falta, pero, ante todo, para que familia, colegio y él mismo tengan la claridad que no es un asunto de voluntad, sino de dificultad.
Ahora bien, en el entendido que el niño o niña tenga una remisión a terapia, se abre un abanico de posibilidades para fortalecer sus debilidades o potencializar sus destrezas.
La efectividad del proceso se ve desde la primera sesión, indica la doctora Prieto. “He tenido chicos que llegan al consultorio asustados, frustrados, se sienten incomprendidos y etiquetados como niños problema, cuando de lo que se trata es de identificar sus necesidades. Una vez saben que lo suyo no es un asunto de actitud y que en casa y en el colegio los van a dejar de regañar, ellos mismos se sienten comprendidos”.
Así pues, el primer paso es identificar, valorar y diagnosticar. Con la asesoría de la doctora Claudia Ruiz, quien maneja el programa de Colsanitas en esta especialidad, identificamos las principales dudas de los padres frente al tema. Estas son sus recomendaciones.
¿Cuáles son las evidencias?
Como se ha visto, el proceso para iniciar un plan terapéutico comienza con la evidencia de la situación real del niño. Por ejemplo:
- Se para muchas veces del pupitre, no logra concentrarse en los tiempos que determina su proceso y edad, no puede seguir el ritmo de clase. No logra seguir instrucciones, comienza una actividad y no la termina.
- No puede pinzar (tomar el lápiz con fuerza), le cuesta escribir en el renglón, se cansa al escribir; actividades de motricidad fina.
- Se le dificultan las actividades de motricidad gruesa: correr, patear el balón, montar en triciclo o bicicleta, entre otras.
- Le molestan los ruidos de manera inusual o no soporta cierto tipo de texturas en la ropa, escupe ciertos alimentos y come poco, no puede masticar y deglutir (tragar) bien. Actividades denominadas de tipo sensorial.
- Cuando se trata de dificultades de lenguaje, el pequeño no puede hablar de acuerdo con lo que se espera para su edad y desarrollo cognitivo, no hace frases completas y solo señala con el dedo lo que quiere.
Aunque son aspectos muy generales, estas situaciones muestran que el niño requiere apoyo terapéutico. Cómo, dónde, cuándo y qué tipo es lo que se identifica en la valoración y el diagnóstico.
La cifra
Dos sesiones por semana recomiendan los terapeutas para atender una dificultad de aprendizaje.
¿Cuáles son sus beneficios?
Desde el momento de la valoración y el diagnóstico, el niño siente que está siendo comprendido y no etiquetado como “necio” o “problemático”. Él no sabe por qué no puede hacer ciertas actividades, pero sí se siente frustrado y excluido, por eso entender qué le pasa es el primer paso para el colegio, la familia y él mismo. Desde ese momento se comienzan a notar los beneficios de la intervención terapéutica.
Lo que indican las especialistas y muestran los resultados de su experiencia, es que las terapias comienzan a hacer efecto en el chico desde la primera sesión.
Es necesario cumplir la frecuencia indicada por la terapeuta, regularmente son dos sesiones semanales, adicional del trabajo que se puede apoyar desde la casa, con actividades recomendadas por la especialista.
Las terapeutas deben hacer una valoración permanente de los resultados obtenidos, e informar a padres y colegio los avances, igualmente el tiempo requerido y las metas que se quieren lograr.
¿Qué tipos de terapias existen?
Con base en la valoración y diagnóstico, la terapeuta determina si es de carácter físico, ocupacional o de lenguaje, que son los tres tipos de terapias para estos casos.
- La terapia ocupacional (TO) es, según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “el conjunto de técnicas, métodos y actuaciones que, a través de actividades aplicadas con fines terapéuticos, previene y mantiene la salud, favorece la restauración de la función, suple los déficit invalidantes y valora los supuestos comportamentales y su significación profunda para conseguir la mayor independencia y reinserción posible del individuo en todos sus aspectos: laboral, mental, físico y social”.
- La terapia física busca desarrollar las habilidades de motricidad fina y gruesa para que el niño adquiera las ganancias necesarias para tener fuerza y tono muscular, que son las que le hacen falta para actividades como escribir, correr, hacer deporte, por ejemplo.
- La terapia de lenguaje busca prevenir y tratar los problemas de voz, disfonía o deglución que no le permiten al niño hablar con claridad (de acuerdo con la edad).
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