Esta cirugía es cada vez más común y algunas mujeres la prefieren para evitar el dolor y los riesgos del parto natural. Sin embargo, detrás de esos miedos hay mitos infundados sobre la cesárea que pueden perjudicar tanto a la mamá como al bebé.
na de las dudas más comunes que tienen las pacientes embarazadas es si es mejor que su bebé nazca por parto natural o por cesárea. Y no es para menos, pues traer al mundo una nueva vida no es fácil: el dolor de las contracciones y el trabajo de parto, el miedo que esto produce, la preocupación por la salud del bebé, etc. Sin embargo, ese mismo miedo, sumado a la falta de información y a algunas creencias infundadas, hace que a veces las futuras mamás tomen decisiones equivocadas que pueden afectar tanto su salud como la de su hijo. En el caso de la cesárea algunos estudios muestran que el aumento en la práctica de esta cirugía se debe más a las preferencias de las pacientes que a la recomendación de los especialistas.
La frecuencia de la cesárea en todo el mundo ha aumentado en los últimos años a tal nivel que la Organización Mundial de la Salud ha alertado de los riesgos que conlleva esta cirugía cuando se realiza por razones no médicas. Desde 1985 esta organización sugiere que la tasa óptima de cesáreas debería oscilar entre el 10 y el 15% del total de nacimientos pues un porcentaje mayor está relacionado con el aumento de la mortalidad materna y del recién nacido.
A pesar de esta advertencia, en Latinoamérica 4 de cada 10 partos son por cesárea y en Colombia el panorama es tan alarmante que en 2017 el ministro de salud, Alejandro Gaviria, la consideró una epidemia. En los últimos 12 años el número de cesáreas en el país ha aumentado y actualmente Colombia tiene una de las tasas más altas del mundo. Por ejemplo, en la Costa Caribe entre el 60 y el 75 % de los nacimientos ocurren por cesárea, de acuerdo con el Atlas de variaciones geográficas en salud de Colombia elaborado por el Banco Mundial. Y nuevamente, este aumento tiene que ver más con decisiones personales de las pacientes que con el criterio médico.
Para entender cuándo debe hacerse una cesárea, cuáles son los riesgos y los mitos, Daniel Londoño, ginecobstetra de Colsanitas, aclara algunas de las creencias más comunes alrededor de este procedimiento.
Es más sencilla y ahorra tiempo
Falso. La cesárea es una cirugía mayor que requiere preparación e implica mayores riesgos quirúrgicos, anestésicos, hemorrágicos y un posoperatorio más largo y doloroso. Luego de esta cirugía la movilidad es muy reducida, lo cual afecta la recuperación de la paciente y le dificulta incorporarse a sus actividades cotidianas. “En las grandes ciudades se ha vuelto muy común que las mujeres escojan la cesárea aún sabiendo que es más riesgosa. Esta decisión debería depender del criterio médico y uno como especialista tiene que explicarle a la paciente los pros y los contras de la cesárea. Si hablamos de un parto natural versus una cesárea es más ventajoso el primero”, dice Londoño. Una cesárea es recomendada cuando el bebé está en una posición inadecuada (de pie, de nalgas o atravesado) y le impide nacer por vía vaginal; cuando la paciente tiene un problema de salud que le impide llevar a cabo un trabajo de parto natural como problemas cardiacos, hepáticos o diabetes, entre otros. También se recomienda cuando el trabajo de parto es muy prolongado, cuando hay sufrimiento fetal o alguna complicación en el embarazo como preeclamsia o placenta previa. Si la salud de la mamá está bien, el bebé está una posición adecuada y el si el médico no ha indicado otra cosa, la mejor opción es un parto natural.
Aumenta la posibilidad de tener más cesáreas en el futuro
Verdad. Después de la primera cesárea es más probable que el siguiente alumbramiento se repita el método para evitar un desgarro del útero. Una nueva intervención conlleva más riesgos de hemorragias, infecciones, lesión de un órgano o vaso sanguíneo y además puede promover el acretismo placentario, una complicación en la que la placenta se implanta de forma anómala en la cicatriz de la cirugía anterior. Esto puede generar una hemorragia muy fuerte y, por ende, que la paciente requiera una transfusión, ser ingresada a cuidados intensivos y, en casos muy graves, someterse a una histerectomía.
Evita el trabajo de parto y las contracciones
Falso. De acuerdo con Daniel Londoño, ginecobstetra de Colsanitas, esta afirmación no es del todo cierta pues así se haya programado la cesárea con antelación, la paciente puede iniciar el trabajo de parto antes de la fecha de la cirugía y pasar por este proceso como cualquier mujer.
Es menos dolorosa que un parto natural
Falso. Uno de los grandes miedos de las mamás es sentir mucho dolor con un parto vaginal, pero en realidad una cesárea es más dolorosa e incapacitante; la diferencia con el parto natural es que el dolor se siente luego de la cirugía. De acuerdo con el doctor Londoño, las mujeres que tuvieron un parto natural pueden caminar un par de horas después de dar a luz y luego del alumbramiento, su nivel de dolor está entre 40 y 60 en una escala de 100. Esto les permite ser más independientes y amamantar a sus hijos más rápido. En la cesárea, si bien no se siente dolor durante el procedimiento, este llega después y su intensidad es mucho más alta. En el posoperatorio la paciente está tan adolorida que no puede moverse y caminar y dar de comer a su bebé es más complicado.
Hay más riesgos de salud para el bebé
Verdad. “Las mamás piensan siempre en el bienestar de su bebé y creen que la cesárea va a ser menos riesgosa para ellos, pero no hay evidencia de que eso sea así”, señala Daniel Londoño. La evidencia muestra que es más común que los bebés que nacen por cesárea tengan problemas respiratorios durante la infancia. Esto se debe a que durante el trabajo de parto y el alumbramiento se liberan los fluidos de los pulmones del bebé y cuando sale del canal vaginal puede respirar mejor. En una cesárea no ocurre este proceso.
No daña el suelo pélvico
Falso. Esta es una de las razones de más peso para las pacientes al momento de escoger una cesárea pues temen tener problemas de incontinencia. Sin embargo, no hay evidencia suficiente que muestre que un parto vaginal sea la causa principal de este problema. La distensión del suelo pélvico está asociada a las condiciones fisiológicas de la mujer durante el embarazo, parto y puerperio. Para evitar que esto ocurra el doctor Londoño sugiere que la paciente tenga un aumento moderado de peso durante el embarazo, que haga ejercicio y que asista a los cursos psicoprofilácticos para preparar su cuerpo para el trabajo de parto.
No afecta la vida sexual
Falso. Otro de los mayores temores que lleva a que las mujeres escojan una cesárea sin contemplar los riesgos de salud. Es verdad que en el posparto la vagina está inflamada y seca por la baja en el nivel hormonal y, por otro lado, la nueva vida como mamá tiene ocupada a la paciente en la lactancia; hay cansancio y noches en vela lo que significa que la mujer en ese momento no está física ni anímicamente dispuesta para la vida sexual. Esto sucede tanto a pacientes que tuvieron un parto natural como una cesárea y es normal que durante esos primeros meses las relaciones sexuales sean dolorosas. Sin embargo, no quiere decir que esta situación vaya a ser así para siempre ni que se pueda atribuir el dolor a un daño en la estructura de la vagina. “Hay muchos otros factores que pueden afectar la vida sexual pero las pacientes a veces piensan que eso que les pasó en esas semanas les va a pasar el resto de su vida reproductiva. Y no es cierto, luego de un par de meses se puede volver a tener una vida sexual normal”, dice el doctor Londoño.
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