A finales de junio de 2021 llegó a Colombia HBO Max, una plataforma que recoge grandes clásicos y nuevas producciones. Una revisión de las series, películas y especiales del canal que hace veinte años cambió la manera de hacer televisión.
o hermoso de las artes audiovisuales es la capacidad que tienen para retratar tanto los sueños como las pesadillas de los seres humanos. El director Ridley Scott, por poner solamente un caso, nos ha dado visiones de un infierno espacial, arquitectónico, tecnológico y científico en clásicos como Alien, Blade Runner o la incomprendida y subestimada Prometeo. Pero nada se parece a lo que nos muestra en Raised by Wolves.
Tuvieron que llegar las plataformas para otorgarles a los grandes creadores el tiempo, los recursos, la libertad para hacer realidad viejos proyectos que no cabían en esa celda estrecha que son los 120 minutos que dura una película. Raised by Wolves era una idea que le taladraba la cabeza a Ridley Scott desde hace 25 años, pero ningún gran estudio de Hollywood quiso arriesgarse a hacerla. Solamente para su episodio piloto el proyecto, que había estado primero en manos de TNT, necesitaba 20 millones de dólares para arrancar. El canal de los Turner se quedó corto, y cuando estaba a punto de cancelarse de nuevo la serie apareció HBO Max. Gracias a esta plataforma tenemos a nuestro alcance la historia de ciencia ficción más bien hecha en la historia de la televisión.
Desde el color hasta las naves, pasando por los fanáticos de una secta que sobrevivió al Armagedón, Raised by Wolves logra tener una personalidad, una originalidad, una atmósfera que la convierte en una joya imprescindible de un género que arrancó casi con la misma creación del cine, cuando el mago George Méliès le compró el cinematógrafo a los hermanos Lumière y en su estudio empezó a darle forma a universos desconocidos para nosotros, los tristes humanos que estamos del otro lado de la pantalla.
Aunque es la serie más promocionada por la plataforma y ya renovó para una segunda temporada, a la hora de venderse en redes sociales no necesariamente es la más consumida. La audiencia es importante para HBO, por supuesto, pero no es lo único. Para el canal que cambió definitivamente lo que conocíamos como televisión en el siglo pasado, la calidad es el parámetro por el que se miden sus producciones. Como Hollywood en la época de productores como Irving Thalberg, acá hay un control de calidad de altos estándares, y esto produce ganancias a largo plazo. Desde que llegó a Latinoamérica el pasado 29 de junio, la publicidad no enfatiza en las producciones nuevas que alienta HBO Max, la empresa filial de Warner Media que amenaza con destronar a Netflix de las preferencias de los televidentes por demanda, sino que va a los clásicos que ya estaban en HBO, y sobre esos hombros se suben para mostrar todo su poder. Tony Soprano y su adorable familia es uno de los ganchos para que la gente se afilie a la plataforma.
La audiencia es importante para HBO, por supuesto, pero no es lo único. Para el canal que cambió definitivamente lo que conocíamos como televisión en el siglo pasado, la calidad es el parámetro por el que se miden sus producciones.
El primer capítulo de Los Sopranos se emitió el 10 de enero de 1999; el último, el 10 de octubre de 2007. Hace poco la volví a ver con mi papá. Él nunca la había visto, yo ya llevo cuatro revisitadas a esa serie mítica. Ver el entusiasmo del viejo, la tensión con la que esperaba cada visita mía para seguir el maratón, los largos comentarios que hacía sobre las tramas, subtramas, los personajes, cada uno convertido en un continente, me hacen pensar que la serie de David Chase en un milagro: no ha envejecido un solo día, y por eso uno encuentra largas conversaciones en Twitter sobre su polémico final, sobre lo ruin y a veces poco productivo económicamente que es ser gánster, sobre los valores que se ponen frente al espectador en cada entrega. La conclusión es sencilla: si en El Padrino Coppola nos muestra a los mafiosos como ellos creen que son —glamorosos, bien hablados, leales a la familia—, David Chase nos los muestra en Los Soprano tal y como son.
Y, a su lado, todos esos clásicos como The Wire, Six Feet Under, Treme, Girls, Sex and the City... la lista es interminable, porque es la lista del nuevo lenguaje televisivo que comenzó en este siglo, justamente con las apuestas que hizo HBO. Eso para no mencionar las nuevas producciones, como Mare of Eastown, con una bestial Kate Winslet, o ese fenómeno de Mike White llamado The White Lotus, donde encierra en un hotel paradisiaco de Hawaii a los personajes más detestables que hayamos visto en pantalla alguna.
Cada semana HBO Max está subiendo joyas, monumentos inclasificables, comedias tan duras como Hacks, consentida por los Emmy y que tiene en el tándem compuesto por Jean Smart y Hannah Einbinder un contrapunteo que la catapultó como una de las sorpresas de la temporada. Obligatorio ver Veneno, la miniserie basada en la vida de la primera trans española que atrajo la atención de los medios. Divertida y devastadora, esta serie confirma el buen momento que viven las producciones de ese país. Otro ejemplo es Maricón perdido, creada por Bob Pop, el salvaje columnista que escribió esta desternillante y enternecedora historia de su vida. La comedia romántica se deja ver con sorpresas como Starfucks, donde una muchacha normal termina enredada después de una fiesta con un actor de Hollywood, o la hermosísima Love Life, donde Anna Kendrick encandila con su talento.
Ojo con las películas y los especiales. Yo, fanático de la iglesia de Larry David, nunca visité los templos de Friends, pero en una noche de desvelo me puse a ver la reunión que hicieron ahora en tiempos de pandemia con todo el elenco original, y me emocioné hasta las lágrimas. No quiero imaginar lo que debió sentir un fanático al ver a Jennifer Aniston y sus amigos dándose un azucarado baño de nostalgia. Estrenos como In the Heights, el conmovedor, perfecto y subestimado musical de Lin-Manuel Miranda, es ideal para seguir creyendo en la vida en pleno apocalipsis. Y para los que les gusta el cine taquillero de Hollywood, no podrán quejarse con la versión extendida de La Liga de la Justicia, Godzilla vs King Kong y La mujer maravilla 1984, entre otros éxitos recientes.
Mención especial, porque acabo de verla, a esa comedia que también es una distopía de ciencia ficción llamada Made for Love, con personajes tan complicados como un viudo que se enamora perdidamente de una muñeca inflable y un magnate de las tecnologías que, obsesionado con su esposa, crea un dispositivo para saber qué está pensando. Con ello acaba de una buena vez por todas con el engaño y, de paso, con la vida privada.
Con HBO Max queda justificado, con hilos de oro, ese viejo y efectivo lema con el que vendieron desde sus inicios, por allá a mediados de los ochenta, el canal: “no es televisión, es HBO”.
* Editor,guionista y periodista colombiano.
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