Al igual que los humanos, nuestros felinos necesitan cuidados dentales para no sufrir de enfermedades que puedan comprometer su calidad de vida. Aquí explicamos algunas de ellas.
ace algunos meses comencé a notar que uno de mis gatos frotaba sus mejillas con mucha fuerza contra los vértices de las mesas. Me resultó extraño pero no le presté demasiada atención hasta que un día, mientras descansaba sobre mis piernas, comencé a revisarle la boca y encontré la razón: tenía una muela completamente negra y las encías enrojecidas.
Hasta ese momento no pensé que mi gato de 11 años pudiera estar sufriendo de alguna enfermedad dental. Y es apenas lógico que no se me hubiera pasado por la cabeza; la odontología veterinaria felina es una especialidad que no se estudia en Colombia y son escasos los médicos que se dedican de forma exclusiva a esta rama.
Suanúa Serrano es una de las pocas especialistas. Nació en España y desde hace once años se dedica exclusivamente a la odontología veterinaria de perros y gatos. Ella fue la veterinaria que atendió a mi gato y encontró que tenía dos afecciones en su boca: enfermedad periodontal (periodontitis) y reabsorción dental.
La primera de estas enfermedades es la más común de todas: “Más del 80 % de los gatos mayores de tres años están afectados por enfermedad periodontal”, señala Serrano. Esto se debe a que, de acuerdo con Javier Rivas, médico también especializado en odontología veterinaria, se acumula placa bacteriana en los dientes que luego se convierte en cálculo. Y produce la inflamación progresiva alrededor de estos y la pérdida de los tejidos que los sujetan.
Los seres humanos vamos al odontólogo al menos cada año para hacernos una limpieza. Aún cepillándonos todos los días, tres veces al día, es necesario que un especialista nos realice una limpieza cada cierto tiempo. Ahora imaginemos lo que pasa en los dientes de los gatos, o del mío por ejemplo, con once años de vida y sin haberse realizado nunca una limpieza dental. A eso se debe que sea una enfermedad tan común.
La segunda afección de mi gato, la reabsorción dental, es más extraña: se trata de la disolución progresiva de los dientes. Serrano dice que no está claro qué la produce y por lo tanto no hay manera de prevenirla.
Al igual que los humanos, los gatos tienen dos juegos de dientes: los de leche y los definitivos. El cambio de unos a otros se da entre los dos y los seis meses de edad. Después de ese tiempo no es normal que se les caigan, pero esta enfermedad activa este proceso y disuelve parte de los dientes definitivos. Por lo que la corona (la parte visible) del diente se cae y la raíz queda retenida dentro de la encía. Esto resulta muy doloroso para algunos animales; imaginen la sensación de tener un diente y la encía expuestos.
Existe una tercera afección, entre las más comunes, y es la gingivoestomatitis crónica felina. Se trata de una enfermedad autoinmune que activa el organismo contra la boca: “Consiste en una respuesta inadecuada del sistema inmunológico frente a la placa bacteriana y probablemente frente a los mismos tejidos dentales”, señala Serrano.
Tampoco es claro qué la produce, pero la especialista advierte que es “muy dolorosa, muy limitante y afecta la calidad de vida del gato”.
Más del 80 % de los gatos mayores de tres años sufren de periodontitis.
¿Cómo tratar las enfermedades dentales?
Rivas señala que no hay un tratamiento 100 % curativo de estas enfermedades. “Lo que se busca es el bienestar del animal, que pueda comer, que se acicale, que no tenga mal aliento y que tenga una calidad de vida normal”.
No obstante, “el tratamiento que ha demostrado ser más eficaz con un 70 - 80 % de éxito es la exodoncia: retirar los dientes afectados”, señala Rivas. Puede sonar cruel pero no lo es en realidad.
A diferencia de los humanos, los gatos domésticos no mastican su comida. “Nuestros dientes chocan los unos con los otros porque somos trituradores. Ellos son desgarradores; sus dientes no tienen superficies de contacto”, explica el médico veterinario.
Ese fue el tratamiento aplicado a mi gato: le retiraron varias de las muelas y solo dejaron los colmillos e incisivos. Dependiendo de la gravedad de la enfermedad y la cantidad de dientes afectados, se retiran más o menos.
En el caso de la gingivoestomatitis sí suele ocurrir que se retiran todas las piezas. Y como es una enfermedad tan rara, esto no garantiza la cura, aunque el porcentaje de éxito está entre el 60 y 80 %.
Afortunadamente hay acciones que podemos emprender para evitar que nuestros felinos sean gravemente afectados por estas enfermedades.
¿Cómo prevenirlas?
Serrano dice que es importante que los cuidadores acostumbren a sus gatos a tocarles la boca. Se les puede estimular usando alimentos que les gusten, como arequipe, yogur o comida húmeda. Se pone un poco del alimento en un dedo que se frota contra los labios y dientes del animal. Poco a poco él irá relacionando el tacto hacia su boca como algo positivo y de esta manera podremos aprender a identificar qué es normal y qué no lo es tanto.
Si somos buenos tenedores seguramente llevaremos a nuestros gatos a control al menos una vez al año. A esa visita, hay que sumar una al odontólogo, cada seis meses. Aunque los médicos generales son capaces de identificar si algo extraño ocurre con los dientes de nuestros animales, los odontólogos podrán hacerlo con mayor certeza. E incluso, realizar una profilaxis bajo anestesia. Hago énfasis en el tema de la anestesia porque me han ofrecido este tratamiento a secas, pero de acuerdo con los dos especialistas es fundamental el uso de la anestesia, tanto por la seguridad del tratante como del animal.
En ese mismo sentido, es importante contar con un buen médico tratante. La odontología veterinaria solo debe ser realizada por quienes se especializan en esta rama; no por odontólogos de humanos, ni veterinarios generales. Pregunte por las credenciales del especialista antes de dejar en sus manos a su mascota.
Y finalmente, dentro de las medidas preventivas, existen en el mercado productos que pueden ayudarnos a retrasar los efectos de la placa bacteriana: alimentos especiales, juguetes o snacks. Todo va en los gustos de cada animal. Y si el suyo se deja tocar los dientes sin problema, pregunte a su veterinario cómo puede cepillarlo sin incomodarlo.
Después de la visita a Suanúa Serrano y de la cirugía de extracción, mi gato quedó algo resentido conmigo. Es entendible: se fue con la boca llena de dientes y regresó sin unos cuantos. Después de unos días ambos notamos la diferencia: come más, con más gusto, ya no se frota la boca con la pata y dejó de hacerlo con los muebles. En definitiva: es un animal feliz. Y en consecuencia, yo también lo soy.
10 señales para identificar si mi gato tiene una enfermedad dental
1. Cara inflamada.
2. Caída de dientes o dientes rotos.
3. No come o hace caras raras cuando come.
4. No se acicala.
5. No bosteza.
6. Tiene mal aliento en exceso.
7. Salivación espesa o con sangre.
8. Se frotan las patas contra la boca, como intentando sacarse comida de adentro.
9. Encía de color rojo intenso (no rosada).
10. Cambios en la actitud del animal.
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