Más de cinco años les ha tomado a múltiples organizaciones y personas lograr la aprobación de una ley de etiquetado frontal de alimentos. Y todavía falta mucho camino para su implementación completa.
Nuestros pueblos indígenas gozaban de una excelente alimentación antes del Descubrimiento; cuatro siglos después, muchas cosas han cambiado. Y no para mejor.
Tres acontecimientos jalonaron la legislación y el ordenamiento de las actuales políticas sobre alimentación en Colombia. Veamos rápidamente. Primero, el trabajo realizado por el ingeniero cubano Francisco Cisneros, quien como encargado de la construcción del Ferrocarril de Antioquia, implementó al comenzar la obra, en 1875, una minuta de cocina con preparaciones bien sazonadas y nutritivas. Este hecho puede verse como una primera preocupación en Colombia por la alianza entre cocina y nutrición. Su éxito trascendió fronteras. Segundo, la Sanidad Pública, como rama del gobierno nacional, se organizó en el año de 1887 y se expidió la Ley 30, por medio de la cual se creó la Junta Central de Higiene. Así comienzan a gestarse las escuelas de salud pública. Y tercero, en los años cuarenta del siglo pasado el doctor Jorge Bejarano publica el libro Alimentación y nutrición en Colombia, primer vademécum colombiano sobre el condumio y el yantar.
Entre los años cuarenta y los setenta del siglo XX transcurren tres convulsionadas décadas en asuntos políticos y sociales: se establece el Frente Nacional y surgen las guerrillas; al mismo tiempo, hay una inmensa migración del campo a las ciudades. Es finalizando la década del setenta que el mundo, incluida Colombia, confronta cambios generacionales; aparecen la ecología y el vegetarianismo, entre otras tendencias y movimientos que definirán algunas políticas públicas de los años por venir.
Finalizando el siglo XX e iniciándose el XXI, computadores personalizados y telefonía inteligente generan un cambio de 180 grados en los hábitos cotidianos de todos los jóvenes del mundo, orientales y occidentales, y dentro de esos hábitos se incluyen nuevas propuestas de alimentación. Nace el comensal moderno, cuyos ejes principales para su automanutención son la vanidad y la hipocondría: nada se consume sin verificar su ficha técnica nutricional, y el gimnasio castigará exceso de calorías y moldeará su cuerpo; entre tanto, la industria alimentaria, apuntalada en la ingeniería de alimentos, invade los supermercados con la comida altamente procesada y la llamada comida chatarra, la cual termina por convertirse en el mercado básico de amplios sectores populares.
Bastaron 20 años para que en más de 15 ciudades de Colombia, alimentos naturales y cocina tradicional fuesen reemplazados por esta oferta industrializada, generando de manera galopante afecciones relacionadas a la diabetes y la obesidad, cuyas cifras de afectados son hoy absolutamente estremecedoras. Según la última Encuesta Nacional de Salud Nutricional publicada en 2015, en Colombia 37,7 % de adultos entre 18 y 64 años están diagnosticados con sobrepeso, y 18,7 % con obesidad.
Hace 19 años fue fundada Red PaPaz, una corporación sin ánimo de lucro que no está ligada a ningún grupo religioso o político, y que por su invaluable trabajo hoy es la responsable de que exista en Colombia una “Ley de Comida Chatarra”. Fueron necesarios cinco años de investigación y tramitación para lograr que el Congreso la aprobara. El éxito de su campaña en redes y televisión, concebida bajo la premisa No coma más mentiras, gozó de un efecto de aceptación sorprendente.
La cifra
En Colombia 37,7 % de adultos entre 18 y 64 años están diagnosticados con sobrepeso, y 18,7 % con obesidad.
La ley en cuestión es la 2120 del 30 de junio de 2021. Entre otras normas y acciones, exige a los fabricantes informar a los consumidores de una forma clara, concreta y sencilla cuando un producto está excedido en azúcares, sodio y grasas, para que sea el consumidor quien tome la decisión de comprar o no comprar.
Es un hecho: se ha logrado un avance trascendental, pero aún queda un vasto e importante camino por recorrer. Después de varios meses, todavía no se implementa la ley, por lo cual los productos industriales altamente procesados todavía no llevan el etiquetado frontal con su información nutricional. Es una responsabilidad de los entes encargados de la alimentación pública en este país, más aún cuando algunos organismos internacionales han llamado la atención sobre las posibilidades de que en el futuro cercano en Colombia se acreciente la inseguridad alimentaria.
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