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El Aviario, un destino diferente en Cartagena

Fotografía
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En el Aviario Nacional de Colombia, ubicado en Cartagena de Indias, se pueden ver más de 1.800 aves de casi 140 especies, que conviven en un hermoso lugar que simula su hábitat natural, pero sin depredadores que las pongan en riesgo. Es un buen plan para niños y adultos en vacaciones.

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no admira de Cartagena las playas y la ciudad amurallada, pero cuando te hablan de un aviario te imaginas que vas a ir a ver pájaros bonitos a través de unos vidrios, encerrados en jaulas. Pero no es así. Lo que uno se encuentra en este lugar es una variedad increíble de aves que pueden volar y relacionarse con la naturaleza, sin encierro. Vale la pena separar un día de las vacaciones para conocerlo porque realmente se viene a disfrutar”.

Esa es la opinión de Gloria Aguirre después de caminar durante dos horas el Aviario Nacional de Colombia, ubicado a 50 minutos del centro de Cartagena, en el kilómetro 16 de la vía Barú. Ella y sus dos amigas, provenientes de Sogamoso, Boyacá, cuentan que llegaron a ese destino ecoturístico por recomendación de la dueña de la posada donde se hospedaron, y les encantó la visita. Dicen que en el recorrido se les alborotó el sentimiento patrio por el orgullo de que en este país haya tanta flora y fauna hermosa para mostrar.

De hecho, en el Aviario de Cartagena hay una muestra importante de las 1.921 especies de aves que hay en Colombia, y por lo cual se le reconoce mundialmente como uno de los países de mayor biodiversidad en avifauna. Exactamente, el parque ofrece la posibilidad de ver 1.880 ejemplares de 140 especies, entre nativas y migratorias, distribuidas en siete hectáreas de terreno. Por eso, desde que el visitante llega es partícipe de una fiesta de colores, entre picos y plumajes, animada por los cantos y sonidos que emiten las aves para comunicarse.

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Las encargadas de dar la bienvenida son decenas de guacamayas que se posan sobre una estructura de madera ubicada a pocos metros de la entrada, muchas de ellas recuperadas por las autoridades ambientales colombianas. Nada las confina, son libres, pero les gusta estar ahí porque tienen alimento seguro, compañía y madera para jugar.

Durante el recorrido también se pueden ver tucanes, loros, flamencos rosados, águilas, patos, cigüeñas, pavorreales, garzas, búhos. No todos están ahí por voluntad propia, como las guacamayas, sino que su cielo está cubierto por una malla que evita que se marchen, además tienen espacio y condiciones ambientales que hacen agradable su estancia.

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En este lugar no hay jaulas sino mallas que evitan que se marchen las aves, además tienen espacio y condiciones ambientales que hacen agradable su estancia.

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Carolina Hartman, directora científica del Aviario Nacional de Colombia, explica que en este parque tienen una concepción conservacionista que va más allá de la función exhibicionista. Por ello, adelantan dos programas que son de envergadura mayor: uno es el del cóndor andino y el otro es el del paují de pico azul, ambos con necesidad de protección. Del cóndor, nos recuerda que se trata del ave voladora de mayor tamaño en el mundo, símbolo patrio de Colombia, Chile, Ecuador y Perú. Pero tiene una tasa de reproducción muy baja y una mortalidad no natural derivada de la ingesta de animales intoxicados o pérdida de su hábitat por la acción del hombre. De ahí que los dos individuos de esta especie que están en el aviario sean unos de los más consentidos:

—Se trata de una pareja bastante joven que está conociéndose. Hace más de un año que están juntos y han dado muestras de compatibilidad. De hecho, hemos notado que están en fase de cortejo y eso nos llena de ilusión porque aspiramos a que se puedan reproducir en cautiverio.

Con respecto al paují pico azul, se trata de una especie considerada en “peligro crítico de extinción”, principalmente por la destrucción masiva de su hábitat. Hartman aclara que en el Aviario se les provee de condiciones óptimas para su reproducción y además se aprovecha su presencia para sensibilizar y educar a las personas sobre la necesidad de protegerlos.

Hace 27 años, el biólogo Rafael Vieira y su esposa, Silvana Obregón, propietarios del Aviario, tuvieron el sueño de crear este resguardo de biodiversidad. Desde que decidieron hacerlo realidad hasta que lo pudieron abrir al público pasaron siete años, el tiempo necesario para su construcción y adecuación. En febrero de 2018 el Aviario Nacional de Colombia cumple dos años de operaciones.

La ambientación del parque incluye cascadas, lagunas, riachuelos, ciénagas, árboles por montones y también pasadizos y miradores hechos de madera. Son en total 25 exhibiciones, en las que hay inmersión en selva húmeda tropical, bosque de várzea (que son los que crecen en zonas inundadas), desierto y litoral. La ruta es clara y hay buena señalización, por eso cada persona hace el recorrido en el tiempo que le plazca.

A las 11:30 a.m. y a las 2:30 p.m. los visitantes pueden disfrutar del espectáculo “Aves al vuelo”, en el que se ofrece una muestra de las habilidades de algunos de los pájaros como canarios, ibis rosados y garzas. Es un momento especial del recorrido porque los animales vuelan y caminan muy cerca del visitante. Para los niños es una experiencia fascinante.

Jhonatan Lugo, médico veterinario del Aviario de Cartagena, cuenta que muchas de las aves de este destino turístico han sido recuperadas por autoridades nacionales, después de permanecer en cautiverio.

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—El tráfico de especies silvestres es sobre todo posible porque hay quienes las compran. Se sabe que por cada ave que llega al mercado ilegal, mueren otros nueve individuos de su especie, porque hay que separarlos de sus padres, casi siempre matándolos. Entonces aquí les damos un nuevo hogar, asistimos su reproducción y preparamos a las generaciones siguientes para su liberación — cuenta orgulloso Lugo.

El Aviario funciona todos los días de la semana, de 9 a.m. a 4 p.m., pues las labores de mantenimiento se realizan permanentemente y cuando se requiere garantizar privacidad a las aves de alguna exhibición, simplemente se restringe el acceso, y la gente lo entiende y hasta lo agradece.

Proyección turística

—El Aviario Nacional de Colombia es un escenario de conservación y observación de la fauna nativa y particularmente de las aves de América del Sur y, dentro de éstas, las de la región Caribe. Es un destino científico para ornitólogos y para estudiosos de las aves, pero es además un destino de ecoturismo a la altura de los mejores del mundo —dice Zully Salazar, presidenta de Corpoturismo.

Además, Salazar agrega que el recinto de aves cumple con una tendencia mundial referida al turismo “experiencial”, en el cual el visitante interactúa con los atractivos del destino, sin afectarlos. Y también, apunta a una conciencia ambientalista que nos obliga a ser respetuosos de otros seres vivos.

—Este es uno de los productos estrella para el turismo de naturaleza y científico en Cartagena de Indias, y la mejor alternativa en América Latina para estudiar la diversidad biológica de las especies de pájaros de la Región Caribe —agrega.

Maira Pérez es la gerente de Viajes Caribe, una agencia de viajes en la que aprovechan la cercanía entre el Aviario y Playa Blanca, en Barú. Así, organizan recorridos que comienzan con la recogida del turista en su lugar de hospedaje para llevarlo al Aviario Nacional, luego trasladarlo hasta una cabaña frente al mar y, al final del día, conducirlo a su sitio de descanso. Otras empresas de la zona también han comenzado a ofertar el parque temático como destino, pero la labor de promoción apenas empieza.

—Todo el que va sale de ahí encantado. Por eso no dudamos en promocionarlo, pero todavía los turistas no lo incluyen en sus planes, simplemente porque no saben de su existencia. Es un trabajo que nos toca hacer entre todos —opina Maira.

Cuando decida ir, tenga en cuenta que el valor de la entrada es de 35.000 pesos por adulto y 30.000 pesos por niño o estudiante. Hay parqueadero, cafetería y tienda de recuerdos. Una recomendación útil es que lleve protector solar y sombrero. Y abra bien los ojos, porque en cualquier momento tendrá ante usted a la grulla coronada, con su derroche de belleza y color.

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