Es una pregunta que no deja de dar vueltas entre los seguidores de los cómics y el cine de acción: ¿quién hace las mejores historias y tiene los héroes más poderosos, DC o Marvel? La batalla ha pasado de las revistas ilustradas a las pantallas del cine y la televisión.
engo un problema con las películas de superhéroes. Puedo estar concentrado hasta la primera hora. Me interesa el apocalipsis, y cada película de este género trata del peligro constante de una humanidad acechada por un mal, encarnado ya sea por Thanos o Darkseid, que amenaza con hacerla desaparecer. La preparación de los héroes para contrarrestar al villano, desarrollada casi siempre en la primera hora, muestra el esfuerzo de un guionista para crear una historia sólida, sin grietas. Pero no estamos en una película sino metidos en un videojuego, o en un parque de diversiones; aquí se viene a tener emociones, no a pensar con lógica. Por eso en algún momento todo lo planteado al comienzo se desdibuja, cede para mostrar las larguísimas batallas, que ocupan a veces hora y media de metraje. No importa lo que pase, incluso no importa si media humanidad desaparece como en Infinity War, la penúltima entrega de The Avengers: alguna secuela se inventará para hacer revivir a los muertos.
Cuando compró el catálogo de Marvel, Disney no sólo apostó por pasar una y otra vez esas películas, sino que, en una muestra de ambición desmedida, se volcó a desarrollar personajes secundarios o que no habían tenido mucha figuración, como Wanda Maximoff y Vision, o Falcon y el Soldado de invierno. Y el experimento, todo hay que decirlo, les quedó mejor que las propias películas. Hasta antes de que Disney lanzara WandaVision, pensar en una serie de Marvel era limitarse a Iron Fish, Dare Devil o Jessica Jones, con un formato insoportablemente televisivo que ahogaba cualquier tipo de ambición. Pero estos tipos nos han partido la cabeza.
WandaVision es de las series más extrañas e inclasificables que podamos ver durante esta edad de oro de la televisión mundial. Cada capítulo es un homenaje a un periodo específico de la historia televisiva americana. Arranca en los cincuenta, con una Elizabeth Olsen tan grande y esplendorosa como Lucille Ball. Pantalla estrecha, blanco y negro, risas grabadas y un misterio que taladra en el inconsciente y que siempre nos hace querer más. A medida que la serie avanza la pantalla se amplía y se va acomodando a la década homenajeada. De esta manera, la historia tiene un peso y un atrevimiento que ninguna de las entregas de Avengers nos ha podido dar. Sí, claro que hay batalla y también villana: la imperial Kathryn Hahn nos puede dar más miedo que Thanos. Pero la imaginación que despliegan los escritores en el trepidante último capítulo de la serie hace que la confrontación sea mucho más que una lluvia de láser y de casas destruidas.
Un escalón por abajo —por lo pronto, después de WandaVision todas las series de Marvel están un escalón por debajo— está Falcon y el Soldado de Invierno, golosina para los amantes del cine de acción. La escena inicial es de las mejores persecuciones áreas que hayamos presenciado, comparable a los más impactantes momentos de Misión imposible o de El caballero de la noche asciende de Christopher Nolan. También cuenta con un malo de peso, el siempre espectacular Daniel Brühl.
Sin embargo, es con Loki con la que Marvel-Disney quiere aplastar a sus rivales de DC. Una intrincada trama de viajes en el tiempo, combinado por la gracia del tándem Owen Wilson y Tom Hiddleston, promete marcar una época en la televisión.
La preparación de los héroes para contrarrestar al villano, desarrollada casi siempre en la primera hora, muestra el esfuerzo de un guionista para crear una historia sólida, sin grietas.
Con sorpresa e incredulidad vimos hace unas semanas cómo Robert Downey Jr. y su esposa Susan habían adaptado y producido Sweet Tooth, un cómic de DC que narra cómo una fiebre acaba con la humanidad a la vez que los niños empiezan a nacer como híbridos de animales. En la ignorancia y maldad que caracteriza al género humano, a estos niños empiezan a culparlos de la creación del virus y, además, creen que su médula ósea contiene el ingrediente fundamental para crear la vacuna. Entonces los humanos sobrevivientes los van cazando uno a uno. El viejo sueño de Downey de adaptar la historia creada por Jeff Lemire tuvo acogida en Netflix, que le soltó el presupuesto y la libertad necesarios para crear una fábula que nos limpia el alma en medio de una pandemia.
Es que todo lo mejor del mundo está condensado en la mirada de Christian Convery, el actor de 11 años que interpreta a Gus, el niño siervo del que todos nos enamoramos por su ternura. Sweet Tooth no se parece a ninguna historia de superhéroes que hayamos visto jamás. No hay capas ni testosterona, y el villano mayor no es una fuerza alienígena que quiere destruir el mundo; no: el malo es el monstruo que vive en cada adulto. Es de las mejores series que ha estrenado Netflix en los últimos años.
Y es que la compañía de cómics DC tiene sus buques aún navegando con firmeza. Ahí tiene a sus fans encantados con propuestas tan originales y divertidas como Doom Patrol, Lucifer y The Flash. Pero han ido mucho más allá al darle otra vuelta de tuerca a su superhéroe más explotado: ha sido muy grato ver Superman & Lois en HBO Max. Es que se le han metido a la casa al hijo más célebre de Kriptón y a su esposa quienes, hartos de Metrópolis y sus complejidades, regresan a Smallville con sus dos hijos, e intentan ser una pareja de campesinos común y corriente. Pero mucha agua ha pasado por debajo del puente, y nada más difícil para un par de celebridades que pasar desapercibida en un pueblo tan pequeño como este. La escogencia de Tyler Lee Hoechlin fue una apuesta arriesgada que funcionó muy bien. Con su leve ascendencia oriental, este es un Superman que abandona el aire de pureza racial que le imprimieron al personaje sus dos intérpretes más célebres: Christopher Reeve y Henry Cavill.
Así pues, la batalla entre las dos casas de superhéroes más importantes de la industria del entretenimiento sigue en plena vigencia. Paralelo a esto, surgen historias novedosas e interesantísimas como Invencible, de Amazon, que sigue el camino marcado por The Boys al mirar de otra manera a los superhéroes. También quedé impresionado con The Nevers, el intento de Joss Whedon —director de las dos primeras entregas de The Avengers— por mudarse a HBO adaptando la historia de estas mujeres mutantes en la Inglaterra victoriana. Sus seis capítulos me han mantenido casi sin parpadear frente al televisor. Ya ven: a veces hasta los que no creemos en historias de superhéroes terminamos pegados a ellas.
*Periodista, editor, guionista colombiano.
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