Nada iguala a la expresión artística a la hora de potenciar la imaginación y la creatividad de los niños. Así lo afirman estudios y expertos.
l mono Willy es el principal personaje creado por Anthony Brown, uno de los escritores e ilustradores para niños más reconocido en los últimos años en todo el mundo. En uno de sus libros, Las pinturas de Willy, este mono aparece como protagonista de grandes obras de arte como La Gioconda de Leonardo da Vinci, y de pinturas de otros grandes artistas como Rafael, Dalí, Picasso y Frida Kahlo.
El libro no es solo un homenaje al arte: también apela al buen sentido del humor y a la inteligencia de los niños para vincularlos desde su primera infancia con las grandes obras de arte y sus infinitas posibilidades.
Juana Morales, psicóloga infantil especializada en crianza y desarrollo, explica que cuando un niño va a un museo y ve un cuadro de Picasso y también otro de Botero, por ejemplo, aprende que en el mundo existen diferentes miradas, que no todo es igual, y esto le ayuda a desarrollar un pensamiento flexible y también a desarrollar la creatividad, porque descubre que puede haber múltiples respuestas a un mismo problema.
Lo mismo sucede cuando expresa sus emociones al pintar, al cantar, al bailar, al inventar historias, al hacer escultura, al acercarse a cualquier manifestación artística. No se trata entonces solo de ver, escuchar, mirar y leer, sino también de producir: pintar, tocar, bailar e inventar.
Hoy se sabe que los niños que están expuestos a estas experiencias desde sus primeros años de vida regulan mejor sus emociones, son más creativos y también encuentran soluciones mejores a sus problemas.
Es por todo esto que el arte en la educación escolar ha cobrado cada vez más importancia, más cuando se ha demostrado que ayuda a desarrollar las habilidades que se les están exigiendo a los niños del futuro.
Morales explica que hoy en día se habla de habilidades transversales, que son las que ayudan a aplicar o a poner en práctica los contenidos que se han adquirido a lo largo de los años de educación y de la vida. Estas habilidades también se desarrollan mediante la escultura, el teatro, la pintura, la música y las artes en general.
Ya no basta con saber matemáticas o ciencias, ahora también son necesarias habilidades como saber organizarse, planear, anticiparse al futuro, tener un pensamiento flexible y poder secuenciar, entre otras. “Hoy sabemos que las plásticas, además de favorecer áreas del cerebro e integrar mejor los aprendizajes, desarrollan unas habilidades de interacción valiosísimas para el desarrollo de cualquier ser humano. Estas son las habilidades no reemplazables y de eso se trata la educación para el siglo XXI”, afirma Morales.
Durante muchos años, investigaciones realizadas en Estados Unidos plantearon que lo que hacía posible la innovación y el avance de la economía era el conocimiento STEM, compuesto por la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (en inglés, Science, Technology, Engineering and Math: STEM).
Pero hacia 2012, John Maeda, presidente de la Escuela de Diseño de Rhode Island en Estados Unidos (RISD), consideró que era necesario agregar el arte a estos conocimientos y trasformar el STEM en STEAM. Su concepto tuvo éxito y el movimiento se expandió en muchas instituciones educativas de Estados Unidos.
Estudios realizados en ese país también han demostrado que los niños tienen un interés natural por las artes, y estas les dan muchas posibilidades de experimentar emociones positivas. Por ello, incluirlas en los colegios es una forma de lograr que niños de diversos orígenes lleven sus realidades vividas al salón de clase, lo que fomenta un sentido de pertenencia, satisfacción y orgullo.
Bienestar emocional
Además de los beneficios mencionados, permitir que los niños pinten, toquen instrumentos, hagan escultura, actúen, escriban, lean y participen de todas las expresiones artísticas les permite regular sus emociones.
Mónica María Giraldo, psicóloga clínica, especialista en niños y adolescentes adscrita a Colsanitas, explica que las expresiones artísticas permiten exteriorizar las emociones, elaborar e integrar las vivencias propias, ayudan en las interacciones con otras personas y permiten explorar intereses. “Las expresiones artísticas son un recurso de gran valor para el desarrollo de la inteligencia emocional. Y si los niños aprenden a entender sus emociones, las emociones de otros y a saber gestionarlas, tendrán la clave para llevar una vida más equilibrada, sana y feliz”, afirma la especialista.
Educadores consultados explicaron que no se trata de llevar a los niños a las clases de arte para que sean famosos o lleguen a cantar como Shakira o a pintar como Van Gogh. Se trata de permitirles expresar sus emociones en los lenguajes con los cuales se sientan más cómodos, y con ello conocer sus emociones, las de los demás y conocerse a sí mismos.
Tampoco se debe buscar que los trabajos artísticos de los niños cumplan con unas normas o sean totalmente estrictos: precisamente el objetivo de la libre expresión es que ellos aprendan técnicas y conozcan materiales, pero que exploren sus propios caminos y encuentren sus propias respuestas.
¿Qué hacer?
Para aprovechar la máximo los beneficios del arte, usted puede:
-Mantener en la casa pinturas, colores y pliegos grandes de papel para que su hijo pinte cada vez que quiera hacerlo.
-Contarle cuentos y cantarle rimas con frecuencia.
-Bailar juntos.
-Inventarse historias en familia.
-Escuchar todo tipo de música.
-Llevar a los hijos a museos.
-Poner a su alcance arcilla y una superficie cómoda para que trabaje con ella.
-Inventarse obras de teatro.
-Jugar a representar personajes.
-Llevar a su hijo a conciertos.
-Visitar las secciones de literatura infantil en las librerías y bibliotecas de la ciudad.
-Construir objetos y cuadros con diferentes materiales, distintos tipos de papel y de pinturas.
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