Dos expertas en psicología brindan herramientas para acompañar a los niños en medio de una crisis como la pandemia por Coronavirus, la crisis social u otra situación de amenaza.
l cerebro de un niño pequeño percibe amenaza o inseguridad por diferentes estímulos de su entorno como ruidos, conversaciones, gestos de sus padres o tutores, o algunas noticias que ven en la televisión. La diferencia con un adulto es que, un niño menor de siete años, no tiene la capacidad de expresar los sentimientos que está experimentando cuando presencia o ve situaciones amenazantes. Las emociones están desde el primer momento de su vida, pero el lenguaje no.
Según Elizabeth Linares Pardo, psicóloga clínica, docente de Psicología de la Fundación Universitaria Sanitas (Unisanitas), la sensación de amenaza o miedo es coherente con la situación que se está viviendo, y la forma como el niño transite esas emociones durante situaciones de tensión dependerá de su desarrollo emocional: las experiencias, el entorno donde está creciendo y la red de apoyo con la que cuenta.
¿Cómo identificar si las emociones los están afectando?
Como no las verbalizan, los niños manifiestan las emociones con su comportamiento o algunas repercusiones en su salud; en el caso del miedo, la angustia o la inseguridad, pueden presentar:
- Irritabilidad.
- Terrores nocturnos o pesadillas.
- Aislamiento.
- Afectación en el rendimiento académico.
- Desinterés por algo que antes disfrutaba.
La forma como el niño transite esas emociones durante situaciones de tensión dependerá de su desarrollo emocional.
¿Qué hacer?
La psicóloga Manuela Molina, magíster en psicología infantil, especializada en terapia de juego, ofrece a los padres y tutores diferentes explicaciones y herramientas para acompañar a los niños, por medio de su cuenta de Instagram @Mindheart. Molina explica que el adulto debe garantizar, en la medida de lo posible, que el niño esté al margen de imágenes, conversaciones o videos violentos. “Cuando los niños ven a través de la pantalla escenarios violentos, ellos lo viven como si estuviera sucediendo en su propia casa; ellos no pueden poner esas imágenes en contexto y tampoco saben cómo regularse”.
Cuando es inevitable que el niño esté expuesto a imágenes violentas, Molina coincide con Linares en que la clave está en convertirse en el traductor emocional del niño, ver desde su perspectiva para prestarle las palabras correctas. Y pone tres ejemplos de frases que pueden usar los padres para ayudar a los niños a transitar su emoción:
1. Cuando escuchaste esas sirenas y esos sonidos fuertes tu cuerpo se estremeció, estás sintiendo miedo porque no sabes qué es lo que está pasando allá afuera. Tranquilo, estás seguro.
2. Lo que te pasa es que no puedes dormir, estás preocupado porque hay muchos ruidos afuera, tienes miedo, pero yo estoy acompañándote.
3. Estás asustado porque estás escuchando que mamá está llorando en el baño; lo que le pasa a mamá es que está asustada, pero ella está segura. Vamos a mandar buenos deseos a mamá.
Por su parte, Linares explica que el adulto debe identificar las situaciones complejas o los comportamientos inusuales y aplicar alguna o varias de las siguientes estrategias para mitigarlas:
El contacto físico es primordial. Los niños son esencialmente sensoriales. El abrazo, las manifestaciones físicas de afecto son fundamentales para generar seguridad y confianza.
La serenidad del adulto transmite serenidad al niño. La manera de transitar las emociones del adulto son el modelo para transitar las emociones del niño. En la medida en la que el adulto puede hablar de lo que siente con tranquilidad, el niño aprenderá que se puede controlar y llegar a la calma.
Jugar para expresar. Los niños no responden con mayor profundidad a preguntas como: “¿estás bien?”, “¿cómo te sientes?”. Por eso, es fundamental proponer actividades como recortar, colorear, armar figuras o jugar con plastilina para que puedan expresar palabras relacionadas con sus emociones.
Preguntar antes de afirmar. “A veces, cuando los adultos explican mucho, silencian la conversación del niño”, comenta la doctora Linares. Cuando un niño dice algo, el adulto debe preguntar: “¿Por qué dices eso? explícame lo que quisiste decir”.
Excluirlos no es la solución. “No son cosas de niños”, “estas son conversaciones de adultos”, no son respuestas constructivas, pues no es bueno tener temas tabú en casa; silenciarlos no quita el miedo ni elimina el problema. Linares explica que lo que debe estar claro para los padres es la capacidad de comprensión que tiene un niño dependiendo de su edad.
Ser honestos, no fingir. Los niños sienten cuando algo no está bien, por lo tanto “fingir” que no está pasando nada invalida sus emociones. Es positivo nombrar lo que el adulto está sintiendo y generar seguridad en el niño. Pueden regularse juntos: conversar, respirar, abrazarse.
Las rutinas son importantes. Linares señala que las rutinas son de gran ayuda: Además de no poner noticias a todo volumen en la casa, regular los espacios y la manera como conversamos sobre situaciones estresantes como la pandemia o la crisis social; es clave regular el tiempo que los niños le dedican a cada actividad y que vean a sus padres siguiendo rutinas de cuidado personal, estudio o trabajo, alimentación y ocio.
Identificar las emociones. Es normal que un niño sienta estrés, el problema es cuando no se resuelve la situación que percibe amenazante. Los adultos tenemos el deber de ayudarles a identificar esas emociones y encontrar maneras de transitarlas o resolverlas para que hagan el menor daño posible.
Los niños pueden ayudar. El autocuidado frente a la pandemia; la solidaridad, el respeto y la empatía frente a la crisis social; son formas de acercar los grandes problemas al mundo de los niños y permitirles participar de la solución. Además, Molina asegura que uno de los factores que permiten que un niño no desarrolle estrés postraumático “es tener sentido de agencia”. Cada ritual depende de la cosmovisión y creencia del niño y su familia, por eso no hay una única forma de hacer las cosas. Estas son algunas posibilidades que proponen las psicólogas:
- Escribir una carta, ponerla en un globo y mandarla al cielo.
- Escribir en una hoja de papel grande o un tablero los buenos deseos que el niño le envía a las personas afectadas.
- Escribir canciones o cantar algunas conocidas que hablen de la esperanza y la paz.
- Orar.
Dejar un comentario