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Bienestar Colsanitas

Colombia envejece

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La Organización Mundial de la Salud ha dicho que entre 2002 y 2050 la población mayor de sesenta años en el mundo se va a duplicar. ¿Qué estamos haciendo en el país para adaptarnos a este cambio?

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s un hecho: desde la mitad del siglo pasado las familias colombianas tienen menos hijos y las personas viven más tiempo. La ecuación es sencilla: bajas tasas de fecundidad, sumadas a la disminución de la tasa de mortalidad y aumento de la expectativa de vida dan como resultado una estructura poblacional que ya no se parece tanto a una pirámide, donde la ancha base representa a los niños y jóvenes. El nuevo mapa social, no solo en Colombia sino en todo el mundo, se parece más a un jarrón, donde todos los grupos etarios empiezan a tener una representación más o menos pareja.

En los países europeos este proceso —la “transición demográfica”— tomó unos 150 años, mientras que en América Latina se está configurando mucho más rápido. Tanto, que puede decirse que nos está tomando por sorpresa.

Que las personas vivan 80 o 90 años es un fenómeno bastante reciente para la humanidad. En 1955 una persona mayor de 60 años era considerada una anciana, y era mucho menos frecuente que hoy llegar a los 70 u 80 años. La vejez pasó de ser la etapa más corta de la vida a ser la más larga, y eso en un período de tiempo considerablemente breve: en apenas 50 años la expectativa de vida en Colombia aumentó casi 30 años.

El envejecimiento es un éxito de la salud pública, de los avances de la medicina y, en definitiva, un logro de la humanidad. Pero como todo éxito, hay que saber administrarlo. Responder estas preguntas es un buen comienzo:

¿Podremos garantizarles el bienestar y la atención en salud a esa creciente población mayor de 60 años?

¿Estamos preparados para cuidarlos?

¿Tenemos ciudades amigables para ellos?

¿Estamos pensando en incluirlos y darles cabida en todos los ámbitos?

¿Cómo podemos darles el valor que merecen?

¿Qué están haciendo los jóvenes y adultos de hoy para tener una vejez saludable y activa?

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La vejez: deseada y odiada al mismo tiempo

—Tenemos un problema cultural y es que no nos enseñaron a pensar en la vejez, porque antiguamente no existía, es decir, era el periodo más corto del curso de la vida —reflexiona el geriatra Robinson Cuadros, presidente de la Asociación Colombiana de Gerontología y Geriatría.

Culturalmente, dice el doctor Cuadros, es común asociar la vejez con enfermedad, deterioro, desuso. Cerca de la mitad de los adultos mayores estudiados en la Encuesta de Salud, Bienestar y Envejecimiento, SABE, realizada por el Ministerio de Salud y Protección Social entre 2014 y 2015, tenían una percepción negativa del envejecimiento: lo relacionaban con fragilidad, dependencia o discriminación. No es muy distinto a lo que encontró el estudio Misión Colombia Envejece, que emprendieron en 2014 la Fundación Saldarriaga Concha y Fedesarrollo: allí se relaciona la vejez con “pérdidas, deficiencias, enfermedades e incluso la exclusión y la soledad”.

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Un lugar en la sociedad

No nos hemos preparado para envejecer. Eso piensa Héctor Mauricio Cárdenas, internista y geriatra de Colsanitas. Para él, todos deberíamos pensar en la vejez. Pero no sólo en nuestra propia vejez: el arquitecto, el ingeniero, el diseñador, el educador, el celador deben de pensar en los viejos. Desde cada ámbito todos deberíamos preocuparnos por las personas de esa edad.

Las casas o apartamentos no contemplan el proceso de envejecimiento. De hacerlo, tendrían puertas anchas por donde pueda pasar una silla de ruedas, por ejemplo, o sanitarios de una altura cómoda para personas a quienes le cuesta agacharse. Tampoco se está pensando en los accesos del transporte público, la formación en las universidades y colegios para cuidar y educar adultos mayores, la creación de programas de turismo o instituciones de educación especialmente diseñadas para esa población. Y hay que hacerlo pronto, porque la pirámide poblacional no volverá a ser como era 30 años atrás.

No es de extrañar que dos terceras partes de los adultos mayores encuestados en SABE consideren que no ocupan el lugar que les corresponde en la sociedad. Los viejos están en la última escala de las prioridades. Pensar en la vejez también pasa por el reto de integrar a los mayores para que enseñen lo que saben:

—¡Estamos desaprovechando esa sabiduría! —se lamenta el doctor Cárdenas.

El cambio de mentalidad implica también reconocer las ventajas de envejecer, como individuos y como sociedad.

—Estamos frente a una nueva generación de viejos que son activos y que están rompiendo estereotipos —dice el doctor Robinson Cuadros—, pero al mismo tiempo nos quedamos culturalmente con el pensamiento de los viejos de hace 30 años; por eso estamos inutilizando a las personas mayores, estamos desaprovechando todo un potencial cultural, laboral, de desarrollo. Si queremos prosperar como sociedad, debemos incluirlos.

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Abriga el pellejo si quieres llegar a viejo

Llegar a una edad avanzada puede ser una mala noticia para algunos. Al menos eso es lo que percibe el doctor Cuadros cuando habla con los hijos de sus pacientes ancianos y les dice que, según las estadísticas, vamos a vivir diez años más que nuestros padres y treinta años más que nuestros abuelos. “No nos dé esa mala noticia, doctor”, le dicen.

—Envejecer sigue siendo una circunstancia que no se recibe bien, y más en un país tan vanidoso como el nuestro, donde la cirugía plástica y muchos productos venden el envejecimiento como algo negativo, como si fuera una enfermedad.

Son las dos caras de la moneda: por un lado no queremos morir jóvenes y por el otro persiste el temor a la vejez. En parte, porque con la edad llegan las enfermedades y con éstas, las altas probabilidades de no poder valernos por nosotros mismos. En Bogotá, cerca del 53% de los ancianos tiene algún tipo de discapacidad; las más frecuentes son la pérdida de movimiento, de la visión y de la audición, según un estudio del Instituto de Envejecimiento de la Universidad Javeriana.

"La ciencia no busca frenar el envejecimiento, sino que la persona sea funcional no obstante el desgaste normal de los órganos y las enfermedades crónicas que van llegando con la edad".

Después de la hipertensión arterial, la segunda patología más frecuente en Colombia dentro de la llamada tercera edad es la depresión. A ellas se suman enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, accidentes cerebrovasculares y los trastornos neurocognitivos como el Alzheimer.

—Los adultos mayores están llegando mal a la vejez porque las campañas de promoción y prevención no llevan tanto tiempo en circulación. Cuando haya más educación y prevención tendremos adultos mayores menos frágiles —reconoce Cárdenas—. Lo que busca la ciencia no es frenar el envejecimiento, sino que la persona sea funcional no obstante el desgaste normal de los órganos y las enfermedades crónicas que van llegando con la edad.

El Estado, a través de sus políticas sanitarias, debe implementar un modelo que se enfoque en ese creciente grupo etario. Es necesario promover hábitos saludables: dieta, ejercicios, manejo del estrés, porque está comprobado que disminuyen los riesgos de padecer las enfermedades que llegan con la edad, o reducen sus efectos adversos. Una población mayor sana causará menos costos que una población enferma.

También desde la ciudadanía hay que empezar a construir una red de apoyo y formación para los cuidadores y sus familias, para que cuidar a un adulto mayor sea una tarea más y no una pesada carga.

La geriatría, una especialidad en demanda

En medicina también falta mucho por hacer. Así lo cree el doctor Cárdenas, quien durante su residencia de medicina interna, en la década del noventa, se dio cuenta de que el trato hacia el adulto mayor no era el adecuado. De ahí surgió su curiosidad por estudiar geriatría, una especialidad con pocos profesionales: en Colombia hay menos de cien geriatras en ejercicio, según un informe de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Sabana y la Asociación Colombiana de Gerontología y Geriatría.

—Ser internista para atender a adultos mayores no es suficiente. Como geriatra involucro el área biomédica, psicomental, el área social y el área funcional. Voy más allá de la racionalidad técnico-científica. No se trata solo de controlar la patología sino de saber cómo está caminando la persona, si está comiendo bien, si duerme, si está triste o si se siente sola.

Esta atención integral que brinda el geriatra permite detectar tempranamente fragilidad, riesgo de caídas, demencia, depresión, e incluso la llamada polifarmacia, es decir, tomar más de cuatro medicamentos a la vez, según la Organización Mundial de la Salud.

Tanto Cárdenas como Cuadros tratan pacientes mayores que toman una cantidad excesiva de medicamentos, y no solo los que le ordenaron los médicos, sino la pastilla que le recomendó la vecina, la dieta que le dijo la comadre y el suplemento que le recetó la nieta que está estudiando nutrición. El problema es, para Cuadros, que estos excesos pueden generar hipotensión, caídas, estreñimiento, trastornos del sueño, cambios en la memoria.

La solución es educar al personal de salud: empezar por los estudiantes de medicina que durante su formación no estudian nada de geriatría; y lo mismo ocurre con las carreras de enfermería y terapias, que trabajan con el adulto mayor muy superficialmente.

El que no oye consejo, no llega a viejo

Cuadros trabajó como evaluador de la Encuesta SABE Colombia 2015. El doctor recuerda que le llamó la atención cuando preguntaban a los mayores qué soportes recibían por parte de sus hijos: si les daban dinero, ropa, alimentos, o si recibían una llamada telefónica de vez en cuando. El 30% respondió que no recibe ni siquiera la llamada.

Los indicadores de depresión, suicidio, maltrato y abandono hablan por sí solos. Según un estudio realizado en 2015 por el Instituto de Envejecimiento de la Universidad Javeriana y Colciencias, en Bogotá, 12,6% de los adultos mayores viven solos (la tasa nacional es inferior a 10%), y 17% sufrió una agresión física en el último año. La tasa de abandono también es alarmante en la capital: cada año, 400 personas mayores son abandonadas en hospitales, parques o calles de Bogotá.

La depresión tiene muchas causas. Una es el maltrato, y hay de diferentes tipos: físico, económico, psicológico. Pero hay una categoría mucho más sutil de maltrato del que no somos conscientes. El doctor Cárdenas asegura que hacerles todo sin dejarles la opción de valerse por sí mismos es también una forma de menosprecio. Hay que darles espacios para que ellos hagan sus cosas y se sientan útiles, autosuficientes.

La vejez es una oportunidad

A diario, Cuadros y Cárdenas ven todo tipo de pacientes: personas de 60 años que parecen de 80 y viceversa. Esta diferencia tiene una explicación. La vejez es muy distinta en cada persona, es un período donde las diferencias entre pares es más marcada. ¿Por qué?

—Porque en la vejez estamos recogiendo todo lo que hicimos en el transcurso de vida —explica Cuadros.

Y añade que una vez atendió a un hombre de 85 años. Se veía fuerte y muy bronceado. Cuando le preguntó a qué se dedicaba, el hombre respondió: “soy instructor de buceo”. El chequeo que necesitaba era porque días después viajaría a Sudáfrica a nadar con tiburones.

Cada vez es más frecuente ver a esos viejos que están muy activos en edades avanzadas. Para esos pacientes, la vejez es una etapa en la que se pueden empezar nuevos proyectos y aventuras, disfrutar del tiempo libre, enriquecer la vida con gustos y hobbies. Eso, siempre y cuando no tengan que trabajar para sobrevivir y estén saludables.

A juventud ociosa, vejez trabajosa

¿Qué puede considerarse una buena vejez? Cárdenas cree que envejecer saludablemente no significa no tener enfermedades, sino estar activo, valerse por sí mismo, estar bien incluso teniendo un problema renal o cardíaco. También incluye en ese bienestar algo tan importante como las relaciones familiares y la vida emocional.

Para tener una buena vejez hay que llevar una vida saludable, hacer ejercicio, comer bien, mantener buenas relaciones familiares y de amigos, cultivar la espiritualidad y, obviamente, contar con ahorros. Pero no para mantener a la familia o para dejar herencia, sino para vivir tranquilo y no ser dependiente de los hijos, para salir de viaje o incluso para poder sufragar los gastos en caso de enfermedad.

Actualmente solo 23% de los mayores de 60 años recibe una pensión en Colombia. No porque no trabajó, sino porque no está suficientemente arraigada la cultura de asegurarse en pensión. También porque no tuvieron suficientes ingresos y porque, además, hay mucha informalidad.

—Creo que el primer llamado es a replantear la visión de nuestro propio envejecimiento; perderle el miedo a la vejez es un primer paso para empezar a invertir hoy en algo que voy a cosechar mañana —concluye el doctor Cuadros.

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María Gabriela Méndez

Periodista. Editora de Bienestar Colsanitas.