Alrededor de 800 millones de aves llegan a Colombia o pasan por el país en cada ciclo de migración. Sin embargo, esta población se reduce cada año, debido a la deforestación y a los cambios en las prácticas de cultivo, entre otros factores.
a reinita rayada (Setophaga striata) es un ave migratoria sorprendente: hace el vuelo sobre agua sin escalas más largo registrado en un ave cantora. La reinita es pequeña y liviana: mide trece centímetros y pesa once gramos, algo así como dos sobres de azúcar. Para hacer esos largos trayectos, estas aves comen hasta engordar casi el doble de su peso. Esa reserva energética les permite volar durante días sin parar: viajan desde los bosques boreales de Canadá hasta Colombia y Venezuela. Luego, la misma estrategia les sirve para emprender el camino de regreso.
En Colombia hay registradas 275 aves migratorias: eso incluye especies que migran dentro del territorio y las que viajan desde el norte o desde el sur del continente, siempre huyendo del invierno y sus condiciones extremas.
Es porque, como nos han dicho desde el colegio, vivimos en un país privilegiado, no solo por la variedad de ecosistemas sino por la estratégica ubicación geográfica. Las tres rutas de aves migratorias que se han identificado convergen en nuestro país. Se calcula que 800 millones de individuos llegan o pasan por Colombia en cada migración.
La gran mayoría de especies que vienen del norte empiezan a llegar en septiembre y octubre. Este último es el mes más movido: llega el 75 % de las aves. Se quedan hasta marzo-abril. Su regreso hacia el norte coincide con la llegada de las que vienen del sur, también huyendo del invierno. Los ornitólogos y observadoresde aves aficionados se dan su festín durante estos meses, en los cuales coincide la partida de unas con la llegada de otras.
Los descubrimientos sobre los largos vuelos de las aves migratorias son relativamente recientes, y se deben a la tecnología de los radiotransmisores. En el pasado, los investigadores debían perseguir a las aves con receptores manuales, por lo que las distancias a las cuales eran detectadas raramente excedían los 100 kilómetros.
Amenazas
Para que estos viajes asombrosos ocurran sin contratiempos todo debe funcionar con la precisión de la naturaleza y sus ciclos. Las aves no paran en cualquier lugar, lo hacen solo en sitios estratégicos: donde hay una sobreabundancia de comida. Pero si los árboles que proveen esos alimentos han sido talados, si las lluvias se retrasan y los frutos no maduran, o si el cambio de temperatura les hace emprender el vuelo con retraso, se generará una reacción en cadena que afectará los ciclos reproductivos y al final, incluso, la supervivencia de las especies.
Para entender mejor cómo es esa reacción en cadena, Nick Bayly, ornitólogo de la Universidad de Oxford y coordinador de Especies Migratorias de la ONG Selva, explica: “Si el alimento no está disponible tienen dos opciones: esperar (y esto significa llegar más tarde y perder las condiciones óptimas para la reproducción), o salir en malas condiciones, emprender el vuelo sin suficiente combustible para el viaje que ya implica muchos riesgos. Para algunos, esto puede representar una muerte segura”.
El éxito reproductivo está asociado con un momento específico, con la disponibilidad del alimento, la ocupación del territorio y la disponibilidad de las parejas. Tener menos polluelos o no poder sacarlos adelante, a la larga, influye en el declive delas poblaciones.
La principal amenaza que enfrentan las aves migratorias es la destrucción de sus diferentes hábitat. Hay alrededor de 70 especies que dependen del hábitat boscoso, es decir, necesitan árboles: no les sirven potreros, arrozales, maizales, ni plantaciones de palma africana. Por eso, en número de especies afectadas quizás la deforestación es el perjuicio más grave para las aves que migran.
Bayly señala que en el caso de Colombia la deforestación tiene otra cara: en los últimos 20 años el país convirtió sus cultivos de café bajo sombra en café expuesto al sol, porque son más productivos. “A finales de la década del noventa, el 80 % de los cultivos estaba convertido a café expuesto al sol, y la pérdida de árboles fue grande. Fue un desastre para las especies, y el impacto en las aves ya hoy es evidente”.
El experto dice que la mayoría de aves que vienen a Suramérica están experimentando declives: poblaciones que se han reducido de 30 a 80 % en los últimos 40, 50 años. Un periodo de tiempo muy corto para eventos de extinción.
"La disminución de las poblaciones de aves migratorias puede afectar procesos ecológicos en los cuales ellas intervienen, como son el control de especies plaga y la regulación de otras poblaciones, tanto residentes como migratorias".
En el caso de Colombia, la deforestación es una amenaza que está lejos de reducirse: el Instituto de Hidrología, Metereología y Estudios Ambientales (Ideam) calcula que de 2015 a 2018 se deforestaron aproximadamente 260.000 hectáreas por año. La meta, según el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2014-2018, era reducir la tasa a 90.000 hectáreas por año. En el PND 2018-2022 la cifra de deforestación es de 252.000 hectáreas por año. Al final de este cuatrienio habrá más de un millón de hectáreas menos de bosques nativos.
Claudia Rodríguez, bióloga de la Dirección de Bosques, Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos del Ministerio de Ambiente, reconoce que la deforestación y la destrucción de muchos hábitat “es grave”, y que muchas aves no van a tener un refugio en nuestro territorio. Sin embargo, asegura: “Tenemos una responsabilidad histórica con los otros países, con el planeta, porque son especies del mundo. El Chocó, por ejemplo, recibe las aves que viajan por la ruta del Pacífico, y ese departamento tiene la mayor tasa de deforestación del país. Así que es prioridad detenerla”.
Aunque el país tiene 59 parques nacionales y zonas protegidas, eso no garantiza que las aves prefieran llegar ahí. Muchas veces llegan a zonas cercanas o incluso áreas que antes eran bosque y fueron urbanizadas. Pero la disminución de las fuentes de alimento como consecuencia de la deforestación es solo uno de los enemigos de las aves migratorias. También están la contaminación de los ríos, la cacería, la contaminación acústica y lumínica y los obstáculos físicos con los que colisionan las aves durante sus recorridos.
Las aves migratorias marinas tampoco escapan de los riesgos. Las gaviotas y gaviotines que pasan temporadas en Colombia batallan con la basura de las playas: terminan comiendo plástico o cualquier otro desecho. Además, los desarrollos turísticos, los muelles y hoteles transforman la playa y afectan el ecosistema marino.
Qué se ha hecho
En 2009 el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible, en cooperación con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y en alianza con 40 organizaciones, se propuso hacer un diagnóstico de las aves migratorias e identificar algunas acciones para preservarlas. El resultado fue el Plan Nacional para la Conservación de Especies Migratorias, concebido como una batería de medidas que debían ser adoptadas por múltiples actores.
Luis Germán Naranjo, director de Conservación y Gobernanza de WWF y que participó en la elaboración de esta guía, reconoce que se avanzó mucho en el conocimiento y los planes de manejo para algunas especies; también en la concienciación colectiva gracias al crecimiento acelerado de la afición por la observación de aves silvestres. Sin embargo, asegura que el Plan es solo referencial, porque no se ha podido ejecutar. Claudia Rodríguez, quien también participó en la elaboración de este Plan, asegura que en el Ministerio de Ambiente están trabajando en una normativa muy específica que esperan tener lista en 2020.
Para qué sirven las aves migratorias
Para Bayly, la gran movilidad inherente a todas las especies migratorias es uno de los factores que limita la capacidad para protegerlas. Por el contrario, otras especies migratorias, como las ballenas o las tortugas, no enfrentan este problema porque están en lugares específicos, fáciles de abarcar. Quizás por eso reciben más atención y recursos.
Las aves migratorias son importantes porque mantienen el equilibrio de los ecosistemas. Naranjo explica la importancia de conservar estas especies: “La disminución de las poblaciones de aves migratorias puede afectar procesos ecológicos en los cuales ellas intervienen, como son el control de especies plaga y la regulación de otras poblaciones, tanto residentes como migratorias”.
Además de controlar los insectos, las aves migratorias polinizan y distribuyen semillas donde quiera que van. “Son, hasta cierto punto, artífices de la composición de los ecosistemas que ocupan a lo largo del ciclo anual. Al trasladar semillas de un hábitat a otro, han contribuido a establecer poblaciones de plantas en sitios distantes de su origen biogeográfico”, remata Naranjo.
Los ornitólogos suelen decir que las aves migratorias son como centinelas: al viajar por tantos lugares pueden calibrar el estado ambiental de muchos territorios. Si logramos reducir las amenazas, estas aves seguirán siendo las guardianas de numerosos ecosistemas de nuestro aporreado planeta.
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