La leche materna es el mejor alimento para los recién nacidos. Con el ánimo de fomentar su consumo, el gobierno nacional está comprometido con una política de creación de bancos de leche. Visitamos uno y conversamos con enfermeras y donantes.
Da tanto como recibes y te sentirás muy feliz. Proverbio maorí tomado de Ensayo sobre el don, Marcel Mauss.
La loba alimentando a Rómulo y Remo es quizás la imagen más universal de la solidaridad entre especies y del poder que tiene una madre para salvar la vida de un ser humano desvalido. Algunos dicen que en realidad no fue una loba la que rescató a Rómulo y Remo, sino Aca Larentia, conocida como “loba” por su mala conducta. Un antiguo antecedente de niños amamantados por una nodriza, como mucho después se acostumbró.
Los bancos de leche humana (BLH) son la loba que alimenta hoy a decenas de Rómulos y Remos recién nacidos; unas naves nodrizas para bebés prematuros, enfermos, que no pueden mamar de sus propias madres o para hijos de madres que no pueden amamantarlos, bien sea porque no producen leche o porque sus condiciones médicas o psicosociales no se lo permiten.
A partir de la firma de la Carta de Brasilia en 2005, Colombia, en cooperación con el Ministerio de Salud de Brasil, se propuso crear bancos de leche humana para contribuir en la disminución de la mortalidad infantil y promover la lactancia materna. Las acciones implementadas se inscriben en la política de Primera Infancia y en el Plan Decenal de Lactancia Materna (2010-2020).
Los primeros BLH del país se inauguraron en noviembre de 2011, en los hospitales Federico Lleras Acosta de Ibagué y San Rafael de Fusagasugá. En mayo de 2014 abrieron bancos de leche materna el Hospital Universitario Departamental de Nariño, el Rosario Pumarejo de López de Valledupar, el General de Medellín, Maternidad Rafael Calvo de Cartagena y el Hospital San Rafael de Facatativá.
La labor desarrollada por los bancos durante el año pasado benefició a 1.592 recién nacidos, que recibieron 1.666 litros de leche humana donada por 978 mujeres. En la actualidad, nueve instituciones más trabajan para implementar nuevos bancos. En 2016, el Ministerio de Salud y Protección Social espera constituir la Red Colombiana de Bancos de Leche Humana, conformada por 18 instituciones.
El Banco de Leche Humana del Hospital General de Medellín (HGM) cumplió dos años de funcionamiento en mayo de 2016. Nelly Castillejo, nutricionista y coordinadora del banco, explica su doble misión:
-Proteger la lactancia materna del propio hijo en el caso de las donantes exclusivas y garantizar leche materna a niños que no tengan la de su propia madre.
Además del laboratorio de pasteurización de leche humana, el banco cuenta con una sala de lactancia a la que acuden las madres de neonatos hospitalizados y que no pueden estar todo el tiempo con ellos.
Además del laboratorio de pasteurización de leche humana, el banco cuenta con una sala de lactancia a la que acuden las madres de neonatos hospitalizados y que no pueden estar todo el tiempo con ellos (llamadas donantes exclusivas, pues la leche que se extraen se usa sólo con sus propios hijos). Johana Granada, de 20 años, estudiante de Licenciatura en Educación Preescolar, dio a luz a su primer hijo después de una gestación de 28 semanas y dos días, 12 semanas menos que un parto a término. Akemy, como se llama su bebita, pesó 1.040 gramos, menos de la mitad del promedio, y por eso se encuentra hospitalizada en una incubadora en la UCI neonatal. Allí permanecerá hasta que cumpla las 40 semanas correspondientes a un embarazo normal y haya alcanzado al menos 2.500 gramos de peso.
Dos veces al día, al final de la mañana y a mitad de la tarde, Johana va a la sala de lactancia del HGM para extraerse la leche que su hija necesita para sobrevivir. En la sala cuenta con el acompañamiento de una enfermera, que le brinda asesoría y garantiza que la extracción se realice en condiciones higiénicas.
-El personal del banco les ayuda a quitar el miedo, les muestra cómo baja la leche, y las mamás salen felices y agradecidas porque a veces piensan que no van a ser capaces -dice Nelly-. El banco garantiza la cadena de frío de la leche para írsela proporcionando al recién nacido de acuerdo con las indicaciones médicas. El grupo de nutricionistas, con el grupo de pediatras, define cuánta leche necesita el niño, y si no hay de la mamá se utiliza del banco. Así protegemos la lactancia hasta que empieza a mejorar y se puede pegar a su madre.
Johana se lava las manos, se pone una bata, un gorro y un tapabocas y se sienta en una esquina de la sala a masajearse los senos y a ponerse el extractor. En unos 30 minutos se extrae entre 4,5 y 5 onzas de leche. A la sala van llegando otras mujeres, las hay muy jóvenes y más maduras, primerizas y quienes ya han parido dos y tres veces. Flacas y robustas, morenas y blancas. Al mediodía hay una conmovedora reunión humanitaria de siete madres que tienen en su pecho la supervivencia de la especie.
Todas coinciden en que el servicio es de gran ayuda, y ya son conscientes de los beneficios de la lactancia.
-Evita la mastitis y mi hijo recibe el alimento que requiere -dice Johana.
Además, disminuye las hemorragias posparto y la incidencia de cáncer de mama y ovarios, ayuda a espaciar el tiempo entre un embarazo y otro y a prevenir la osteoporosis y la obesidad.
-El principal objetivo de la sala es favorecer y proteger la lactancia del “binomio madre-hijo” -dice Nelly-. Adicionalmente, algunas de estas madres se convierten en donantes externas después de que sus hijos son dados de alta.
Una práctica tan ancestral como la que salvó a Rómulo y Remo, y que hoy se puede hacer bajo las mejores condiciones técnicas y de higiene.
En la UCI neonatal del HGM, además de Akemy, hay otros siete niños hospitalizados, todos sin excepción alimentados con leche materna, exclusiva de sus madres o del banco.
-La leche del banco es considerada aquí un tratamiento farmacológico -dice el pediatra encargado-. En la cama 37 hay un bebé de horas de nacido, hijo de una madre de 16 años con retardo mental, nacido pretérmino, de 36 semanas y 2.250 gramos de peso. Su madre no puede amamantarlo y por eso el niño recibe 20 mililitros de leche del banco cada tres horas, dosis que irá aumentando de acuerdo con su tolerancia.
Los lactantes pueden consumir aproximadamente el 70% de lo que la madre produce. Así la especie garantiza un principio de solidaridad instintiva: leche sobrante para los individuos más desvalidos.
Por su parte, Nelly afirma:
-La principal ganancia en el primer mes es ayudarles a madurar el tracto digestivo, además de mejorarles el sistema inmune y el coeficiente intelectual, protegerlos de alergias e infecciones respiratorias, prevenir diarreas y otras enfermedades.
-El banco cuenta ya con un indicador de beneficio medido científicamente. Antes de su existencia la incidencia de enterocolitis (gastroenteritis) en neonatos en el Hospital General era del 3,3%; con el banco funcionando esta infección ha bajado drásticamente a 0,22%, es casi inexistente.
Una de las donantes externas del HGM es Diana Carolina Graciano, de 26 años, habitante del barrio Campo Valdez. Las donantes externas no tienen que desplazarse hasta el hospital para entregar su leche, se las recogen en la casa cuando ellas quieran. Una vez a la semana, Gloria recibe la visita de un en - cargado del HGM que recoge los tres litros de leche que en promedio ella es capaz de donar.
Sin saberlo, como ocurre en muchos lugares del país en los que la solidaridad entre madres permite alimentar a niños necesitados de leche materna, Diana Carolina se convirtió en donante de leche humana después de tener su primer hijo a los 19 años. Era 2009 y no existían los BLH en el país. Con pocas horas de nacido, al hijo de Diana le diagnosticaron neumonía y lo dejaron hospitalizado.
-Iba todos los días a visitarlo por las mañanas y en la clínica me extraía la leche y se la dejaba para que tomara el resto del día -dice Diana-. Pero llegaba a la casa y me seguía saliendo. Me daba mucho pesar ver a los bebés en cuidados intensivos sin mamás que los pudieran alimentar y yo con leche de sobra.
Por esos días nació el hijo de su prima Jasmín Muñoz, quien desde los primeros días tuvo problemas para amamantar. Apenas le alcanzaba para darle una vez al día a su bebé. Por la acumulación de leche, a Diana le dio mastitis. Se le inflamaron los senos y le dolía amamantar. En una cita de control, una doctora le dijo que se aplicara paños de agua con sal y le explicó cómo extraerse en casa la leche que le sobraba. Empezó a usar un extractor manual, pero luego no sabía qué hacer con los más de 200 mililitros de leche que llegaba a acumular durante el día. Tenía que botarla. Entonces se le ocurrió empacarla en bolsas pequeñas que guardaba en el congelador y regalársela a su prima.
-Cada dos o tres días venía a mi casa por las bolsitas de leche y yo le daba unas cinco o seis. A Jasmín le di alimento unos nueve meses y a mi hijo lo alimenté hasta los dos años y medio -dice con un niño regordete y fortachón de cuatro meses de edad sentado en sus piernas: su segundo hijo.
En octubre de 2015 Diana dio a luz a Nicolás. Nuevamente producía más leche de la que su hijo consumía. Esta vez, mucho más experimentada, no sufrió mastitis. Se sacaba a tiempo la leche que le sobraba y la guardaba en bolsas en el congelador, pero ahora no tenía a quién regalársela. Buscando en internet se enteró de la existencia del banco del HGM.
Metió en un bolso la leche que había recogido en las dos primeras semanas de lactancia y salió para el hospital. Norela Herrera, auxiliar de enfermería, la recibió e inició el proceso de admisión, que demanda el cumplimiento de varios requisitos: ser una mujer saludable, estar amamantando a su hijo, no ser fumadora, no consumir licor, presentar exámenes de laboratorio para descartar infecciones.
-Todo lo que se haga en la vida privada pasa por la leche materna, todo lo bueno y todo lo malo -dice Nelly, y por eso agrega que la donación solidaria sin intervención de un banco de leche, aunque salve vidas, no es recomendable.
En los años 80, por recomendación de la OMS, se cerraron los bancos existentes porque se descubrió que el VIH se podía transmitir vía leche materna; hoy en día está demostrado que el proceso de pasteurización mata el ciento por ciento de los virus. Se pierde también hasta un 20% de inmunoglobulina A, una de las proteínas más importantes de la leche, pero sigue siendo de muchísima mejor calidad que cualquier leche modificada o artificial.
La leche materna es el alimento de mejor digestión y absorción para los lactantes, la fuente natural de nutrientes más eficiente, pues aporta mecanismos de defensa que evitan infecciones e inflamaciones, y factores de crecimiento, enzimas y hormonas, que reducen el riesgo de enfermedades intestinales, intolerancias, problemas respiratorios, retardo de crecimiento y afecciones cognitivas.
Diana cumplía con todos los requisitos, por lo que se convirtió en una de las 206 donantes que ha tenido el HGM en sus dos años de funcionamiento, que han beneficiado a 505 recién nacidos. Actualmente, el banco tiene capacidad para almacenar 21 litros semanales, con un promedio de donación de 300 a 600 ml/día por cada donante. Se necesitan entre cinco y diez madres para producir un litro de leche materna pasteurizada, que puede alimentar entre ocho y diez recién nacidos.
-Ser donante tiene mucha responsabilidad -dice Diana-. Soy joven y en una salida me ofrecen una cervecita, un guarito, pero pienso en los bebés y me abstengo. Dicen que la producción de leche es psicológica, entonces uno viendo la donación se activa para producir más.
Una madre donante entre más se extrae, más produce, como una granja autosuficiente. Hay quienes afirman que una madre produce exclusivamente lo que su hijo necesita, pero los lactantes pueden consumir aproximadamente el 70% de lo que la madre produce. Así la especie garantiza un principio de solidaridad instintiva: leche sobrante para los individuos más desvalidos.
-Al principio es difícil, los pezones se ponen duros, se agrietan, duelen mientras el bebé aprende a mamar. Por eso muchas madres no lo hacen, por el dolor o por fastidio. Pero es hermoso ver que un niño se alimenta de uno -dice Diana mientras amamanta a Nicolás.
La responsabilidad y los sacrificios, sin embargo, vienen acompañados de una enorme satisfacción, aparte de numerosos beneficios.
-El papá de mis hijos me dice “usted tan vaca”, y yo le respondo: “bendiga esa leche porque si no tendría un hueco en el bolsillo”. Yo he donado sangre un par de veces, pero donar leche es más satisfactorio, porque es como una vacuna para los niños.
La leche materna es el alimento de mejor digestión y absorción para los lactantes, la fuente natural de nutrientes más eficiente, pues aporta mecanismos de defensa que evitan infecciones e inflamaciones, y factores de crecimiento, enzimas y hormonas, que reducen el riesgo de enfermedades.
Procesamiento y pasteurizacion de la leche
Los recolectores llevan la leche de las donantes externas al banco de leche en frascos congelados. El personal encargado del banco del HGM -que cuenta con dos auxiliares de enfermería, dos enfermeras, un médico y una nutricionista y coordinadora- los desinfecta y los clasifica por fecha y hora de recepción. Luego se prepara el lote de pasteurización en frascos de 300 ml. El banco tiene una capacidad de procesamiento de 3 litros/día (equivalente a diez frascos). La leche se pasa por un baño frío y luego se descongela al baño maría. Posteriormente se hace un análisis físico para detectar suciedades y empieza el primer descarte.
Sigue la prueba química de acidez para detectar bacterias. Se hace un segundo descarte y se repone la leche necesaria para completar los diez frascos. Luego se introducen los frascos en el pasteurizador durante 45 minutos a 62,5 grados centígrados. A la leche pasteurizada se le hace un control de calidad con una siembra en un caldo de cultivo durante 48 horas.
La leche que pasa el control de calidad se clasifica de acuerdo con el período de lactancia, acidez y contenido de calorías: leche pretérmino, calostro, leche de transición y leche madura. Finalmente, se refrigera y está lista para el consumo de los neonatos hospitalizados, a quienes se les suministra de acuerdo con la prescripción del médico o la nutricionista, teniendo en cuenta diagnóstico, edad gestacional, días de nacido y necesidad de calorías.
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