El dolor es una expresión física, una señal de que algo no está bien en nuestro organismo.
El umbral de dolor es un concepto con el que se busca expresar el nivel a partir del cual se siente dolor. Fisiológicamente es el punto en el que se genera una descarga eléctrica que desencadena la sensación de dolor. Como experiencia es distinta para cada persona, depende de la información genética, el ambiente cultural y la historia personal de dolor de cada individuo. Además, el umbral del dolor se transforma, cambia a lo largo de la vida y se puede modificar hacia arriba (mayor resistencia) o hacia abajo (menor resistencia).
Por ejemplo, quienes han tenido experiencias de dolores muy intensos que luego se resuelven, tienden a tener umbrales más altos de dolor, y quienes en su infancia estuvieron expuestos a dolor crónico (más de tres meses), tienen umbrales del dolor más bajos. También es posible que aumente o disminu- ya en diferentes momentos debido a estados emocionales, estrés, actividad física o el estado general de salud.
El umbral de dolor es un concepto con el que se busca expresar el nivel a partir del cual se siente dolor. Fisiológicamente es el punto en el que se genera una descarga eléctrica que desencadena la sensación de dolor. Como experiencia es distinta para cada persona, depende de la información genética, el ambiente cultural y la historia personal de dolor de cada individuo. Además, el umbral del dolor se transforma, cambia a lo largo de la vida y se puede modificar hacia arriba (mayor resistencia) o hacia abajo (menor resistencia).
Por ejemplo, quienes han tenido experiencias de dolores muy intensos que luego se resuelven, tienden a tener umbrales más altos de dolor, y quienes en su infancia estuvieron expuestos a dolor crónico (más de tres meses), tienen umbrales del dolor más bajos. También es posible que aumente o disminu- ya en diferentes momentos debido a estados emocionales, estrés, actividad física o el estado general de salud.
¿Puede cambiar con la edad?
Sí, a medida que envejecemos perdemos parte de la sensibilidad al dolor y nos hacemos un poco más tolerantes. Sin embargo, es común que en nuestra cultura pensemos que al envejecer todo nos va a doler, y esta idea crea un estigma sobre el dolor, lo que hace que muchos adultos mayores solo se expresan cuando tienen un dolor muy intenso. De modo que cuando una persona mayor se queja de dolor hay que prestarle atención, porque puede sentir mucho más de lo que percibimos o la misma persona manifiesta.
¿Es distinto entre hombres y mujeres?
Más que el género, lo que impacta es la cultura. En algunas culturas es muy común que los hombres no se quejen de dolor aunque lo sientan. En ciertos entornos culturales las mujeres tienden a tener umbrales de dolor más altos; en otras, son los hombres quienes muestran mayor resistencia al dolor.
¿Se puede “fortalecer” el umbral del dolor? ¿Es recomendable hacerlo?
Algunas condiciones que modifican la atención, como el juego, la oración o la meditación pueden aumentar el umbral doloroso, y para quienes tienen dolor crónico este tipo de actividades y terapias no farmacológicas resultan un alivio importante.
Sin embargo, quienes no tienen dolor todo el tiempo deben mantener su umbral sin tratar de modificarlo, para ser capaces de reconocer una lesión, por ejemplo, a través del dolor. El dolor es importante porque nos ayuda a identificar una anomalía en el cuerpo.
¿Existe alguna relación entre la salud mental y el umbral del dolor?
La salud mental determina la forma de afrontar los cuadros dolorosos y de percibir las molestias asociadas a ese evento. Tener mucho dolor genera depresión, pero la depresión por sí sola también está relacionada con reducciones del umbral del dolor.
* Con la asesoría de Alejandro Velásquez Torres, profesor asistente de la escuela de medicina de la Universidad del Rosario, y Maria Victoria Mera, médica especialista en medicina del dolor adscrita a Colsanitas.
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