Conozca las viviendas asistidas para adultos mayores, que combinan las ventajas de un apartamento con las comodidades de un hotel y los cuidados de un centro médico gerontológico.
El matrimonio Henao vive desde hace varios años en un lugar especial para personas mayores a las afueras de Medellín. Un espacio que combina las ventajas de la casa privada con las comodidades de un hotel. Su vivienda es un apartamento de dos alcobas amplio e iluminado. Además, tienen la posibilidad de disfrutar de espacios comunes con otros adultos mayores, como teatro, piscina, gimnasio y actividades compartidas de lectura o cine. Cuentan con servicio de enfermería las 24 horas, con conductores que los llevan a Medellín si desean, servicio de restaurante para todas sus comidas y servicio de aseo y de lavandería.
En este espacio han logrado conservar su independencia y a la vez contar con todo el apoyo logístico que necesitan para sentirse cómodos y seguros en su vida diaria, y con los achaques propios de los años.
Su hijo, que vive en Bogotá, se hospeda en el apartamento con sus padres cuando viaja a Medellín, pero el sitio también cuenta con habitaciones disponibles para los familiares de quienes viven allí y van a visitarlos un par de días. Un poco como un hotel. En este proyecto las viviendas no se venden, todas se arriendan. Y hay de diferentes tamaños y cantidad de alcobas.
El matrimonio Garzón vive en un sitio similar en Chía, con las mismas comodidades de los Henao, en un apartamento de dos espacios, arrendado, también con piscina, zonas verdes, gimnasio, zonas húmedas, teatro y oratorio. Todas las mañanas realizan actividades físicas, tienen clases de aeróbicos, yoga y acuaterapia, por ejemplo, y por las tardes tienen tertulias literarias o de actualidad, cine, clases de pintura, de música. Además, cuentan con biblioteca, billares y zona para juegos de mesa. Como dice Adriana, una de sus hijas, “desde que viven ahí uno los llama y siempre están ocupados”.
Ellos también cuentan con rutas de transporte que los llevan a Bogotá, a Chía o a centros comerciales cercanos, y pueden ser totalmente independientes.
Las dos construcciones están acondicionadas con los elementos de seguridad necesarios para las personas mayores, como barandas, ascensores, corredores amplios para sillas de ruedas o camillas, y personal pendiente de los habitantes las 24 horas del día, por si alguno se enferma o necesita una ayuda particular.
Estos son dos de los ejemplos del nuevo estilo de vivienda que se está imponiendo en el país, donde personas desde los 55 años de edad pueden vivir de forma independiente con las comodidades de un club o de un hotel, y los apoyos básicos necesarios para la llegada de los años.
Robinson Cuadros, médico geriatra presidente de la Asociación Colombiana de Gerontología y Geriatría, explica que durante los últimos diez años, tan solo en Bogotá y Medellín se ha triplicado el número de residencias especializadas en el adulto mayor, y que en 2019 comenzaron a operar varios proyectos nuevos en estas dos ciudades.
Dentro de las ventajas de estos lugares que los familiares mencionan como importantes está que las personas pueden socializar, estar activos, sentirse útiles y acompañados, a la vez que cuentan con las seguridades y las comodidades que requieren por sus años.
Estudios citados por el médico e investigador Rudi Westendorp en su libro Cumplir años sin hacerse viejo, revelan que los ancianos que suelen recibir visitas, tener contactos con amigos o con familiares tienen una mejor calidad de vida, se sienten más vitales y con una mayor sensación de bienestar.
Los Garzón son un buen ejemplo de ello. Sus hijos decidieron buscarles un sitio donde vivir porque en su apartamento de toda la vida no había ascensor, y ya no estaban en condiciones de subir y bajar tantas escaleras. Pero, sobre todo, porque ella se sentía muy sola y tenía depresión. Si bien los hijos y los nietos la visitaban, sus vecinas de toda la vida ya no estaban en el edificio, y ella tenía muy poca actividad. A diferencia de su esposo, que salía de la casa por diferentes razones.
Adriana, una de las hijas del matrimonio Garzón, cuenta que 15 días después de mudarse para ese lugar en Chía su madre era otra. Las actividades, la compañía, la socialización le devolvieron la alegría, y tanto ella como su esposo tienen mejor estado de salud y están muy contentos con su nueva vida. Los fines de semana reciben las visitas de sus hijos y de sus nietos, y en algunas ocasiones algunos de ellos pasan la noche con sus padres y abuelos.
Otras alternativas
También se están construyendo cada vez más edificios para la tercera edad en los que las personas tienen su propia habitación. No son apartamentos, y comparten lugares comunes con los demás inquilinos.
Estas instalaciones de vivienda asistida también ofrecen servicios de restaurante, cinco o seis comidas al día, biblioteca, salones de actividades y oratorio, y cuentan con geriatras, enfermeras y terapeutas de acuerdo con las necesidades de cada habitante. Allí suelen vivir personas más dependientes y con mayores complicaciones de salud, quienes reciben servicios y atenciones médicas especializadas.
Las familias explican que cuando llevan a sus padres a vivir a estos lugares, éstos manifiestan que están muy cómodos, seguros y bien atendidos, pues las instalaciones son como las de los hoteles, pero están combinadas con las de un centro médico.
Cuadros agrega que muchas personas encuentran allí un nuevo estilo de vida, conocen nuevas personas, socializan, varios se enamoran de nuevo y generan nuevos proyectos de vida.
El aumento en este tipo de viviendas se ha presentado por factores como el cambio en las familias, que cada vez son menos numerosas y por lo tanto no hay personas que puedan cuidar o por lo menos estar atentos a las necesidades de los ancianos.
El único inconveniente es que estas construcciones están limitadas a personas con cierta capacidad económica. Pueden costar entre cinco y nueve millones de pesos mensuales, dependiendo del tipo de cuidado que se necesite. Cuadros explica que el cuidado es costoso, incluso en hogares geriátricos públicos: el cuidado de cada adulto mayor en el circuito público de ayuda en Bogotá cuesta más de un millón y medio de pesos mensuales.
Sin embargo, los hijos y nietos de los matrimonios Garzón afirman con felicidad que agradecen que sus padres puedan vivir la vejez con estas comodidades y con buena salud mental, física y emocional. Es la mejor alternativa que encontraron para sus padres y abuelos.
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