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Todavía es pronto para medir el impacto real de la pandemia en términos de salud mental y muertes por suicidio. Pero sí es posible adelantar acciones preventivas.
n Tula, México, un hombre de 52 años se lanzó desde el tercer piso de un hospital tras ser diagnosticado con covid-19. La directora de la sala de urgencias de un hospital de Nueva York se quitó la vida luego de enfermar y superar el virus. Según sus familiares, el estrés emocional y la impotencia de ver morir a tantos pacientes la condujeron al callejón sin salida de la muerte voluntaria. En Alemania, apenas iniciada la pandemia, el ministro de Finanzas fue encontrado muerto al lado de una vía de tren en Frankfurt; aunque no se han revelado detalles, altos funcionarios del gobierno alemán declararon a medios de comunicación que el ministro se sentía “abrumado” ante la preocupación de que no pudieran cumplirse las enormes expectativas de la población en materia financiera durante la crisis sanitaria. A finales de junio, el jefe de enfermería de un centro médico de primer nivel en el municipio de Nariño, en Antioquia, acabó con su vida. Al parecer, la muerte de su madre y un estado depresivo agudizado por la pandemia lo llevaron a tomar la decisión.
Esos son tan solo algunos de los muchos casos que han circulado públicamente sobre los efectos mentales y emocionales que va dejando a su paso la coyuntura inédita que sacude al mundo desde enero de 2020.
Antes de la pandemia del coronavirus, en Colombia ya venía en aumento la tasa de suicidios. Los datos los proporciona Medicina Legal: entre 2014 y 2015 hubo un incremento del 10 % de las muertes autoinfligidas en el país. El 80 % de las víctimas fueron hombres, de los cuales casi el 60 % eran solteros. Por cada mujer que se suicidó, cuatro hombres lo hicieron. Entre los adultos mayores la diferencia es más grande aún: 33 suicidios de hombres por uno de mujer. Más de la mitad de las víctimas (56,21 %) solo cursaron educación preescolar y básica primaria.
En 2019, el suicidio fue la causa de muerte con mayor incremento en el país respecto a 2018, por encima del homicidio y los accidentes de tránsito. El aumento fue del 3,5 % de un año al otro.
Dichas estadísticas son preocupantes para los especialistas en salud mental. La psiquiatra Ana Millán, que trabaja con Colsanitas, considera que “es una necesidad diaria y cotidiana evaluar los estados emocionales para hacer diagnóstico precoz, consultar a tiempo a los profesionales y prevenir desenlaces irreversibles como el suicidio”.
Sin embargo, uno de los escollos que enfrenta la población en riesgo de suicidio es precisamente el acceso a los servicios clínicos de salud mental, ya que, por ejemplo, Colombia solo tiene 1.200 psiquiatras, de los cuales el 70 % trabaja en las grandes capitales.
¿Estamos en riesgo de tener un pico de suicidios?
Varios estudios llevados a cabo en Estados Unidos y Europa desde los años 50 del siglo XX indican que durante y después de las crisis los suicidios aumentan. Colombia, no obstante, podría ser una excepción a esa tendencia. Al menos en este primer semestre, los casos de suicidio en el país no han aumentado con respecto al año anterior, de acuerdo con una encuesta que el Colegio Colombiano de Psicología adelantó a lo largo de los últimos meses, y que no se ha divulgado todavía.
Frente a quienes han advertido de una ola de suicidios durante y después de la pandemia, Richard A. Friedman, director de Psicofarmacología en Weill Cornell Medical College, tiene sus reservas. En un artículo de The New York Times, el doctor Friedman escribió que considera prematuro pronosticar un aumento drástico de cuadros depresivos que desemboquen en suicidio. Básicamente porque, a su juicio, no hay que confundir depresión con aburrimiento: “muchos de mis pacientes que han batallado con depresión y ansiedad no han experimentado (sorpresivamente) ataques de sus enfermedades psiquiátricas en el transcurso de los últimos meses. No obstante, sí han manifestado sentirse frustrados y aburridos”.
"El país afronta un panorama complejo en materia de salud mental. No estamos en alerta roja, pero sí en amarilla".
Los que sí van en aumento y probablemente seguirán así durante un tiempo más son los potenciales disparadores de tentativas suicidas, como la ansiedad, la depresión, el estrés postraumático, el aislamiento, la soledad, la irritabilidad, los miedos, las relaciones conflictivas y el abuso de sustancias psicoactivas. Durante la emergencia sanitaria, asegura la psiquiatra Millán, se han incrementado las consultas a los servicios de salud mental, y los motivos de consulta más frecuentes son los trastornos de ansiedad y del sueño.
Con un dramático 20 % de desempleo, un 16 % de colombianos que según una encuesta del DANE dice no poder dormir por estos días, y un 12 % que admite sentirse solo, el país afronta un panorama complejo en materia de salud mental. No estamos en alerta roja, advierte la doctora Millán, pero sí en amarilla.
Prevención post-covid
El suicidio de un ser querido es una tragedia devastadora no solo por el vacío que deja su partida, sino por la culpabilidad que genera en su entorno. Guardando las proporciones entre la conmoción que causa su muerte en la familia y la tristeza que produce entre sus amigos cercanos, a unos y a otros asalta la duda de lo que habrían podido hacer y no hicieron para impedir la tragedia. “No estuvimos a la altura”, “No hicimos lo suficiente para impedirlo” son recriminaciones recurrentes durante el duelo tras una muerte autoinfligida.
Por mucho tiempo se creyó que el suicidio era una forma de muerte que no se podía evitar. Hoy los investigadores y los terapeutas están convencidos de lo contrario. Las estrategias públicas en algunos países, así como la información de calidad a través de los medios de comunicación, han contribuido a reducir la tasa de suicidios. Las acciones de prevención incluyen identificación temprana, tratamiento y atención de personas con problemas de salud mental y abuso de sustancias, dolores crónicos y trastorno emocional agudo. En medio de la propagación del virus, algunas de las medidas empleadas en atención han sido las líneas telefónicas de apoyo, cuya eficacia se venía demostrando desde antes de la pandemia.
Respecto a comunicar o mantener el bajo perfil alrededor de un tema que por tradición ha sido tabú, la doctora Ana Millán se inclina sin dudarlo por la primera opción. También esa es la postura de la Asociación Colombiana de Psiquiatria, que participa de manera regular en eventos públicos sobre el suicidio con el fin de educar a las personas.
“Es necesario hablar, educar y conocer acerca de los temas de salud mental: el suicidio, la psicosis, la depresión”, dice Millán. “Hablar de drogadicción no incrementa las cifras, en cambio sí puede ayudar a informar y educar a la población”. Lo mismo sucede con el suicidio.
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