Medicinas, reacciones alérgicas, traumatismos, epilepsia y otras enfermedades pueden causar convulsiones. Aprenda a identificarlas y actuar frente a ellas.
Los síntomas más conocidos de una convulsión son los temblores incontrolables, desvanecimientos, y espuma o baba que puede salir por la boca. Sin embargo, no todas las crisis convulsivas se manifiestan de la misma forma ni tienen el mismo origen, por eso, en ocasiones se realizan prácticas equivocadas que pueden poner en riesgo la vida de la persona.
Con el fin de despejar dudas sobre lo que se debe y lo no se debe hacer ante una crisis convulsiva, consultamos a Olga Casasbuenas, neuróloga adscrita a Colsanitas, y Benjamín Moreno, médico cirujano y líder de Gestión Integral de Salud de la Cruz Roja colombiana.
Una convulsión es una alteración en el funcionamiento del cerebro que se genera debido a una actividad eléctrica anormal. “Cuando una convulsión sucede”, dice Casasbuenas, “es porque la bomba sodio-potasio de las células cerebrales, que se encarga de nivelar estas dos sustancias químicas, deja de funcionar correctamente. Esto crea un desbalance de electrolitos que produce irritación a nivel cortical; en otras palabras, se habla de un cortocircuito en el sistema nervioso que anula la comunicación entre neuronas”.
En total existen dos clases de convulsiones, las focales y las generalizadas, las cuales se pueden diferenciar a través de los efectos que causa y de la cantidad de neuronas que se ven involucradas. De esta manera, mientras que las convulsiones focales afectan solo a un grupo específico de neuronas y puede manifestarse por ejemplo en un único movimiento involuntario de los músculos de la cara, en las convulsiones generalizadas hay un “apagón” y el paciente pierde el conocimiento; esto significa que no puede recordar el episodio. Los síntomas más comunes son:
- Sudoración excesiva
- Movimientos oculares rápidos
- Espasmos musculares generalizados
- Pérdida de control de esfínteres
- Gruñir y resoplar
- Salivación excesiva
Cuando se trata de una convulsión focal, los síntomas generalmente son menos alarmantes. Estos pueden ser desde sacudidas ligeras o espasmos focalizados y aturdimiento o confusión, hasta cambios de ánimo o percibir olores y sabores que no existen. Una convulsión focal puede convertirse en una generalizada y sirve de advertencia a esta.
¿Por qué suceden las crisis convulsivas?
Según la doctora Casasbuenas, es muy probable que una persona con buena salud pueda experimentar una convulsión alguna vez en su vida. “Cuando se trata de pacientes de entre seis meses y seis años, las convulsiones ocasionadas por fiebre, llamadas convulsiones febriles, son habituales incluso en niños neurológicamente sanos debido a su sensibilidad a los cambios de temperatura”, añade la neuróloga.
En el caso de los adultos, las crisis convulsivas tienen un fuerte componente genético, pero también pueden ser ocasionadas por contusiones o infecciones cerebrales como la meningitis o la encefalitis. “La deshidratación, la intoxicación, el consumo de drogas y algunos medicamentos también pueden inducir a las personas a sufrir un cortocircuito”, explica el doctor Moreno. No obstante, este desequilibrio químico puede ser idiopático, es decir, que se presente por causas aún desconocidas.
Por otra parte, cuando se trata de episodios que se repiten frecuentemente a lo largo del tiempo, es posible que se diagnostique como epilepsia o trastorno de convulsiones, enfermedades que se confirman a través de un electroencefalograma.
Cabe destacar que, dependiendo del origen de la convulsión, unas serán más riesgosas para el organismo que otras. “La convulsión por sí solo es inofensiva, pero como síntoma siempre será una señal de que algo anda mal en el cerebro y en el resto del cuerpo, por eso es necesario contactarse lo antes posible con los servicios de salud; incluso cuando se trata de una convulsión focalizada”, aclara el doctor Moreno. En general, una convulsión puede durar entre 40 segundos y un minuto, y el periodo de recuperación puede durar hasta una hora.
De acuerdo con Casasbuenas, “cuando una convulsión dura más de un minuto o suceden más de dos en menos de 24 horas, recibe el nombre de estatus convulsivo y resulta particularmente peligroso”. A diferencia de las convulsiones, los estatus convulsivos sí dejan secuelas neurológicas debido a que la presión arterial y la temperatura corporal se mantienen elevadas por mucho tiempo y el flujo de oxígeno disminuye, lo que significa la destrucción de neuronas. Esto puede alterar permanentemente la capacidad cognitiva y en últimas, provocar un coma o la muerte. Los estatus convulsivos son más frecuentes en pacientes con epilepsia que no han sido diagnosticados o han descuidado su tratamiento.
Aunque es poco usual, existen personas que padecen de un tipo de epilepsia llamada fotosensible, lo que quiere decir que ciertos estímulos lumínicos estáticos o en movimiento (como los que pueden ser observados en los videojuegos, series, películas y luces de discoteca) pueden desencadenar una crisis, que varía en cada persona. “Existen pacientes que tienen neuronas más sensibles a los estímulos que otras, y esta es la razón por la que incluso algunos sonidos repetitivos podrían originar una convulsión a alguien que no tiene antecedentes familiares ni otras causas probables”, señala el doctor Moreno.
¿Qué hacer?
Aunque muchas veces estar en presencia de alguien que sufre de una crisis convulsiva puede parecer una situación compleja, lo último que se debe hacer es perder la calma. Al contrario, la acción inmediata y eficaz por parte de las personas a su alrededor puede ser de mucha ayuda cuando se trata de evitar que el afectado se lastime.
Inmediatamente después del inicio de la convulsión es posible que el paciente se encuentre en el piso agitándose bruscamente, y lo primero que se debe hacer es buscar su protección. Esto se logra apartando los objetos con los que pueda chocar y poniendo su cabeza sobre una superficie plana o sobre su mismo brazo doblado. Esta posición evita que la saliva o la sangre que podría brotar al morderse la lengua obstruya su vía aérea y se ahogue.
Es importante resaltar que por ningún motivo se debe intentar introducir objetos en la boca que pueda aspirar y asfixiarlo. Tampoco se recomienda mantener la boca abierta con las manos, puesto que la fuerza de la mordida podría resultar en heridas a los socorristas. “No intente evitar que se muerda la lengua, de cualquier manera, el paciente solo se herirá los extremos. Es un mito que las personas que sufren una convulsión son capaces de comerse su propia lengua”, aclara la doctora Casasbuenas.
Por último, dice el doctor Moreno, “hay que dejar al paciente convulsionar, y si es posible animar la tranquilidad entre los demás involucrados”. Con tal de recibir el mejor diagnóstico posible posterior al episodio, puede ser de gran utilidad contabilizar los minutos que dura y grabar al paciente en video. Esta información registrada será de gran importancia para los médicos que lo atiendan después.
“Ya cuando termine de convulsionar, el paciente estará desorientado mientras se recupera. En ese caso, lo mejor es dejarlo tranquilo. Dejarlo dormir si lo desea y dejarlo vomitar si lo necesita. Cuidar sus objetos personales es algo que él o ella agradecerán”, comenta el doctor Moreno.
Es posible que durante o después del episodio se entre en contacto con diferentes fluidos corporales del paciente, por lo que usar guantes para manejarlo podría hacer más fácil el proceso.
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