Con un diagnóstico y tratamiento temprano recomendado por un alergólogo puede mejorar la calidad de vida del niño, su familia y el pronóstico de la enfermedad con el paso de los años.
Actualmente comemos cada vez más procesados, ha aumentado el sedentarismo y también los efectos del cambio climático, y son más comunes los hábitos que requieren menos esfuerzo para sobrevivir.
Con estas nuevas formas de vida se están olvidando etapas clave para la salud de los niños, una población que según la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP) tiene un aumento de casos con reacciones alérgicas cada año en un 2 % como respuesta a la falta de bacterias que se obtienen del parto natural, la lactancia materna, y una alimentación complementaria que pueda suministrar anticuerpos que actúen ante virus y enfermedades.
El dato
El primer proceso alérgico consignado fue aproximadamente en el año 3000 a.C., cuando el faraón Menes murió por una picadura de avispa con un cuadro clínico que hoy sería de anafilaxis.
Para la mayoría de diagnósticos de una enfermedad crónica se conocen las rutas de tratamiento y las implicaciones o condiciones que deben tener la personas diagnosticadas y sus cuidadores. Sin embargo, poco se conoce sobre la edad en la que debe prestarse atención a las alergias, las especialidades, tratamientos médicos y los procedimientos adecuados para una afección de este tipo.
La alergia es una enfermedad crónica que no necesariamente dura toda la vida, pero sí un tiempo considerable. Es tan variable como la cantidad de personas que la padecen, pues puede tener como causa un solo alérgeno o varios, y así mismo, distintos síntomas y duración.
Según la alergóloga Carolina Bustos, médica adscrita a Colsanitas, la alergia es una sensibilidad a uno o más alérgenos que generan una o varias consecuencias clínicas. “Se nace con la susceptibilidad por componentes genéticos que generan predisposición, pero también puede desarrollarse, con menos frecuencia, durante las etapas de lactancia, infancia, adolescencia o edad adulta por factores como la contaminación, la higiene excesiva, la alimentación, el uso inadecuado de antibióticos, el desequilibrio de la microbiota, entre otros, que pueden modificar la gravedad de la enfermedad”, añade la especialista.
Tipos de alergias
Aunque pueden variar y presentarse al tiempo, principalmente se determinan tres tipos: alergia respiratoria, cuando los niños tienen rinitis o asma; alergia alimentaria, cuando los síntomas se presentan después de consumir algún alimento; y alergia cutánea, cuando la piel es el órgano afectado por alérgenos como fármacos o cosméticos, y se diagnostica o se confunde muchas veces de manera errónea con la dermatitis atópica.
Síntomas
De acuerdo con el reconocido portal de salud Nemours Children ''s Health, gran parte de los alérgenos provocan estornudos, moqueo nasal, picor en ojos y nariz, y dolor de garganta. Sin embargo, pueden existir variaciones si las alergias se expresan en uno o más tipos.
Los síntomas de la alergia a los alimentos pueden ser: erupciones cutáneas rojizas, inflamación abdominal, vómito o diarrea; y de no atenderse adecuadamente pueden empezar a notarse cambios en el sistema respiratorio del niño que pueden llegar a sibilancias e incluso asma. Hay otras clases de alérgenos que pueden generar pequeños cuadros alérgicos estacionales, y que de no tratarse pueden expandirse a ser constantes. Por esto es indispensable acudir con el pediatra de su hijo ante cualquier cambio.
¿Cómo se diagnóstica una alergia?
Lo primero es conocer la historia clínica del niño, pues así se determinará si puede tener uno o varios diagnósticos similares. Para tener un diagnóstico especializado existen pruebas complementarias para estudiar las patologías, “una herramienta está dada por las pruebas cutáneas, que son de gran utilidad. Se complementan con el estudio en sangre de laboratorios y según la o las enfermedades de base, se hacen estudios adicionales de ser necesario”, explica la alergóloga Bustos.
No es indispensable que todos los niños se sometan a estos exámenes, solo deben realizarse si hay una serie de síntomas que estén relacionados, y si es una recomendación del alergólogo.
Tratamiento
Depende de dos factores: el diagnóstico del paciente y su respuesta al tratamiento. En el caso de enfermedades alérgicas como la rinitis y el asma, existen tratamientos farmacológicos acompañados de inmunoterapias (vacunas para la alergia) que hasta el momento han demostrado cambiar la gravedad y duración de la enfermedad alérgica. Para otros tipos de alergias se puede trabajar en un cambio de hábitos alimenticios y de vida, en los que por un tiempo se dejan de lado los alérgenos, y luego se evalúa su exposición a ellos.
Recomendaciones
Los consejos que resalta la alergóloga van dirigidos principalmente hacia las futuras madres y padres. Si las condiciones son favorables, lo ideal es que traten de llevar los primeros años de vida de la manera más natural posible. Los partos vaginales son de gran ayuda para evitar las alergias, una opción que muchas veces se desestima por los avances tecnológicos que ofrecen partos quirúrgicos, pero que no le proporcionan numerosos nutrientes y barreras al bebé. Además, alimentar con leche materna exclusiva hasta el inicio de la alimentación complementaria y mantener la lactancia el tiempo que le sea posible a la mamá; para la doctora Bustos es recomendable hacerlo hasta los dos años de vida del bebé.
No olvide implementar la alimentación complementaria de los cuatro a los seis meses de vida, incluyendo alimentos alergénicos como el huevo; no abuse del uso de antibióticos, menos cuando no hay un acompañamiento médico. No exponga a los bebés y niños al humo del cigarrillo, y humecte la piel diariamente.
“Es bueno que los niños frecuenten ambientes rurales y tengan contacto con el mundo sin crearles un estilo de vida ‘burbuja’ o lleno de miedo, así generarán defensas”, explica la alergóloga Bustos. Los cuidados excesivos incrementan el riesgo de desarrollar esta clase de afecciones, pues se altera la microbiota al entrar en un desequilibrio que termina expresándose en alergia.
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