Prohibir o restringir las visitas a los bebés no es un capricho de las madres primerizas o de médicos demasiado prevenidos. Hay razones de sobra para extremar los cuidados en esta etapa, antes de que hayan recibido las primeras dosis de vacunas.
i algo, infortunadamente, ha puesto de presente el covid-19, es el riesgo que significan las enfermedades respiratorias. Debido a ello, las familias de bebés nacidos en medio de la pandemia lograron poner un freno a las visitas de sus hijos.
Jacobo Cerón Duarte y Facundo Piñeiro Oquendo son dos de los más de 500.000 bebés que nacieron en Colombia en el año de pandemia, según cifras preliminares del Dane. Por eso sus padres extremaron medidas y, ante todo, decidieron ser claros y sinceros: no hay visitas. Los abuelos, primos, tíos o amigos deben esperar y la única opción es la “presentación” a través de videollamadas.
Sin embargo, antes de la pandemia, no había conciencia sobre el riesgo de transmitir una enfermedad respiratoria como la gripa a un recién nacido.
Juana Estrada vivió la tragedia de perder a Salomé, su hija de 30 días de nacida, quien murió luego de que un familiar le contagiara lo que aparentemente era una gripa, pero que ocasionó dificultad respiratoria severa y más adelante causó la muerte de la bebé. Luego se supo que había sido tosferina, una enfermedad prevenible con una vacuna que Salomé no tenía porque el esquema de vacunación inicia a los dos meses de vida. Los adultos que la visitaron tampoco estaban vacunados contra esta enfermedad.
Luego de su experiencia, Estrada creó todo un movimiento sobre el riesgo de las visitas a los recién nacidos y la obligatoriedad de la vacuna contra la tosferina para la familia y los cuidadores; se convirtió en una líder que pregona su historia, a través de su fundación Salomé Salva una Vida, para que nadie pase por una experiencia como la suya.
“Un recién nacido es una vida que hay que mantener en una burbuja”, dice Estrada, las familias o los amigos deben entender que es nuestra responsabilidad cuidar a los bebés. Por eso, “las visitas no son negociables, no se deben dar antes de los esquemas de vacunación y punto, es una regla, no una recomendación”, dice.
Por lo general las familias desestiman estas recomendaciones pues consideran que siempre se ha visitado a los recién nacidos y no pasa nada. “Siempre ha habido visitas a los recién nacidos, el asunto es que no se sabía que podía ser riesgoso, por eso decidí hacerlo evidente a través de la fundación”, cuenta.
Una visita, un riesgo
“Con pandemia o sin ella, se debe evitar el contacto estrecho con los recién nacidos, a menos de dos metros, cargar, tocar, acariciar al bebé los primeros cuatro meses de vida, pues es cuando el sistema inmune de los niños es mucho más débil, sobre todo cuando no tienen las vacunas que los protegen de un gran número de enfermedades inmunoprevenibles: el neumococo, la tosferina, incluso otros como la influenza o ahora el coronavirus, de tal manera que hay que evitar ese contacto, salvo las personas necesarias o más cercanas a la familia”, explica el doctor Iván Felipe Gutiérrez, pediatra infectólogo de Colsanitas.
Y agrega el doctor Gutiérrez: “Los adultos podemos portar algunas bacterias o virus y ser asintomáticos y ese tipo de contactos con niños con un sistema inmune inmaduro aumenta el riesgo. Las personas que van a tener un contacto cercano deben tener su esquema de vacunación completo (idealmente tosferina, influenza, meningococo). Definitivamente nadie debe hacer una visita si tiene gripa, mocos, congestión, diarrea o cualquier síntoma que sugiera una enfermedad infecciosa”.
“Una visita siempre ha representado un riesgo para un recién nacido”, dice el doctor Darío Botero, pediatra puericultor de Colsanitas, pues hasta los seis meses el bebé tiene el esquema contra difteria, tétanos y tosferina, esta última una enfermedad respiratoria muy grave.
Por eso, padres bien informados como Juan Carlos Cerón y Leidy Duarte (médicos ambos), decidieron tomar todas las precauciones con su pequeño y risueño Jacobo. “Consideramos que solo las personas más cercanas nos podían visitar, como los abuelos y los tíos, con la condición de la vacuna y acuerdos previos; también nos vacunamos nosotros y la niñera. Fuimos muy estrictos con las visitas los dos primeros meses”, cuenta el papá.
“Cuando Jacobo tuvo su primera dosis de vacunas ya estábamos en pandemia, así que nadie pidió visitarlo, esa fue una ventaja, pero cuando las medidas fueron menos severas, decidimos llevar al niño en el carro, en su silla, con todas las medidas de bioseguridad para que otros familiares lo conocieran, sin contacto. Lo vieron por la ventana, con tapabocas y sin cargarlo. Eso funcionó muy bien, la familia fue receptiva con esta opción, así que les dimos gusto y todos tranquilos”.
Por su parte, Catalina Oquendo, periodista y madre de Facundo, tenía claras las mismas medidas, pues en medio de su embarazo se documentó sobre el riesgo de las visitas a los recién nacidos. “Nosotros lo trabajamos desde antes del parto, porque mis papás viajaban desde Medellín a Bogotá para acompañarnos, pero con la claridad de que tenían que aplicarse la vacuna contra la tosferina, porque iban a ser cuidadores cercanos. Así lo hicieron. Sin embargo, hubo presión de otros familiares para viajar a conocerlo. Sé que pasé por melindrosa y complicada por mi exigencia; al final, solo una persona, muy cercana, comprendió el tema y se vacunó para viajar”.
Facundo ya tiene la primera dosis del esquema de vacunación, pero se han mantenido las medidas de protección. Muy pocas personas los han visitado y todas, sin excepción, vacunados contra la tosferina. “Poco a poco iremos abriendo esa posibilidad, en la medida en que el bebé crezca, siga con su esquema de vacunación y el riesgo disminuya, por eso ya hemos programado visitas acordadas con anterioridad”, cuenta Catalina.
No es negociable
“De alguna manera la pandemia me salvó de que me visitaran en el hospital o en la casa”, dice Catalina, sin embargo, la presión familiar a veces se torna difícil en estas situaciones.
Como lo dice Juana Estrada, con base en su experiencia, “no debemos convencer a nadie, es un asunto de conciencia, las familias deben saber que visitar a un niño recién nacido, incluso antes de los seis meses, es un riesgo innecesario. Por eso, insiste, desde el embarazo la pareja debe ser clara con respecto a su privacidad y las visitas por el riesgo de infecciones respiratorias”.
Por otra parte, menos grave pero incómoda, es la necesidad de descanso para la mamá, quien puede haber salido de una cirugía. El pediatra y puericultor Darío Botero lo explica: “Después de una cesárea o de un parto natural, la madre necesita reposo y la pareja necesita acoplarse a esa nueva vida al lado de su bebé, es el momento de crear rutinas y hábitos en casa, a solas”.
Ahora, concluye, las visitas pueden ser mucho más peligrosas si se tiene en cuenta que una persona puede ser portadora de covid-19, asintomática, lo que puede poner en riesgo a todo el entorno familiar. Y la mejor forma de prevenir es evitando el contacto.
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