Un libro es un regalo fantástico porque se puede abrir muchas veces, no sólo cuando lo recibimos. Algunas recomendaciones a la hora de elegir el mejor regalo para los más pequeños en esta Navidad (y durante todo el año).
n esta época, la mayor parte de los niños colombianos está pensando en qué le va a pedir al Niño Dios. La oferta de juguetes es infinita y los comerciales de TV bombardean por horas a los pequeños con objetos de moda. Los adultos sabemos que, pasados unos meses o unas semanas, esos mismos juguetes quedarán olvidados en el estante o en una caja. No pasa lo mismo con los libros, aquellas piezas entrañables que, llenas de ilustraciones, susurran historias secretas para los pequeños, códigos que solo ellos pueden entender, mensajes que responden a sus preguntas y sus miedos, por los que muchas veces piden que les leamos la misma historia una y otra vez.
Un libro genera la posibilidad de compartir tiempo de calidad con ese pequeño, ayuda a estrechar vínculos y a asociar la lectura con algo familiar y positivo, especialmente para aquellos que aún no saben leer o están aprendiendo a hacerlo. Como dice Anne Lise Hering citando a Diatkine: “al leer con ellos [los adultos] entran en el ritmo del niño, toman su tiempo, concuerdan con él... El niño es feliz de ser el centro de nuestra discreta atención, que lo reconforta. [...] Son experiencias interiores que son como pequeñas semillas que germinarán y se desarrollarán en su espíritu, como una savia que sube y que puede alimentar toda una vida espiritual, intelectual y cultural…”.
Las virtudes de regalar un libro son muchas, y casi que parece innecesario mencionarlas. Sin embargo, no sobra recordar que la literatura y los libros informativos para niños no solo amplían su universo simbólico, sino que les permiten tener un panorama más amplio del mundo, acercarse a un tema desde distintas miradas, hacerse preguntas y reflexionar. Algunos temas merecen ser conversados en familia, otros son compartidos por su humor o por las contrariedades que genera. También es importante mencionar que un libro fomenta la posibilidad de inventar imágenes mentales, de concentrarse en una sola tarea, de ser creativos. Lucía Sepúlveda, mamá y docente, dice: “el libro desafía este sistema horroroso de acumulación loca. El libro no caduca, no se daña porque su contenido queda y queda por generaciones”.
Ahora bien, ¿cómo elegir el libro adecuado para un niño? Esa es una pregunta difícil porque no hay libros infalibles. Sin embargo, como dice Lucas Insignares, de la librería Mr. Fox, “en lo primero que debe fijarse un adulto a la hora de elegir un libro para un niño no es justamente en el libro, sino en el niño. Qué rasgos tiene ese chico, qué capacidad lectora tiene, cuáles son sus inquietudes, qué cosas lo conmueven, qué cosas lo aterran… Un libro para niños puede hacer clic con su lector a través del juego, de la musicalidad de las palabras, del tema, de su arquitectura narrativa, de la estética”.
Elvira Gómez, de la librería La Hora del Cuento, afirma que, además de la edad de los niños, lo principal es saber qué quiere transmitírsele al niño. “Para hacer un buen lector hay que escoger un libro de calidad”, es decir, un libro que respete la inteligencia de su lector, que no sea condescendiente, que tenga una propuesta estética original, bella (de imagen, texto y edición) y riqueza narrativa.
También es importante tener en cuenta la etapa de desarrollo motriz y cognitivo del niño: los libros para bebés no tienen historias, pero proponen figuras, colores, una experiencia táctil. Estos libros pueden ser en tela, cartón plastificado o plástico para que no se dañen si los muerden, pisan o babean. Para los más pequeños la poesía, las rimas, la música y los relatos cortos son ideales. Suelen gustarles las historias de animales y aquellas donde hay repeticiones y onomatopeyas.
A medida que los niños adquieren nuevas habilidades cognitivas, los libros se vuelven más complejos: hay más personajes y espacios, y las historias pueden tener puntos de giro o finales abiertos. Las historias que reflejan sus propias realidades también llaman la atención y, sin importar la edad, les encantan las ilustraciones en todas sus formas: caricaturas, realistas, incluso las imágenes abstractas.
Los libros informativos son otra opción: aquellos donde se abordan temas científicos de manera sencilla, utilizando fotografías, mapas, índices, recuadros, experimentos. Los hay de todos los temas, desde dinosaurios (que les encantan, y no sólo a los varones) hasta la reproducción humana, el divorcio de los padres, las corrientes artísticas, la historia o las expediciones espaciales, pasando por biografías de mujeres y hombres destacados y libros de recetas.
Las opciones son muchas. A continuación, algunas recomendaciones adicionales en el momento de elegir un libro para niños:
• Indague con el niño o niña qué tipo de historias o temas llaman su atención. Un monitoreo de esos intereses abrirá muchas puertas en el momento de elegir un libro adecuado. No se encasille en estigmas que dicen que a los niños les gustan los carros y a las niñas las princesas. Mantenga su mente abierta, escúchelos, pero también proponga.
• Supere sus propios prejuicios, recuerde que usted fue niño hace mucho tiempo y que, desde entonces, los productos para la infancia y los gustos de los pequeños han cambiado. Quizás esos temas que le parezcan asquerosos sean hoy motivo de risa para ellos.
• Evite enviar mensajes por medio de los libros. Si usted tiene algo que decirle a su hijo, hágalo de forma clara, respetuosa y directa. Él o ella va a entender. No piense en comprarle un libro sobre adopción si piensa decirle que es adoptado. Comuníquele lo que deba comunicarle y después, si le pide un libro sobre ese tema, permita que acceda a él.
• Tenga presente las habilidades y dificultades del niño como lector y, de acuerdo con eso, elija un libro. No se atenga únicamente a los rangos de edad que aparecen en la carátula. Cada niño tiene un desarrollo lector distinto y unas competencias diferentes, y estas no son definidas ni por la edad ni por el curso en el que esté, sino por sus propias habilidades.
• Es muy probable que los niños adoren a determinado personaje de la televisión, pero no se quede con esa información: cuando usted les muestra otro tipo de historias y de libros, amplía su universo y el de la familia. Busque otras opciones.
• Por último, recuerde que uno no puede obligar a alguien a que le guste algo, y menos con la lectura. Si en ese momento el pequeño no muestra ningún interés por los libros, respete ese momento y confíe en que quizás más adelante podrá interesarse por la lectura. No se desilusione si el día de Navidad el niño prefiere jugar con el balón de fútbol que le regaló el tío en lugar de leer. Los libros requieren de un espacio y un momento especiales, así que confíe en que ese momento llegará.
• Como dice el maestro Jorge Alexánder González: “Compre el libro, regáleselo al niño, déjelo que lo reciba, tal vez lo abandone pronto, no lo obligue. Recoja el libro y déjelo en algún lugar de la casa que no sea una biblioteca; un día, cercano o lejano, ambos se volverán a encontrar y como pasa entre las personas, puede que se enamoren de por vida”.
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