Frecuentemente pensamos en los volcanes solo cuando se presentan catástrofes, pero también son territorios fértiles.
Desde el 24 de marzo el volcán Nevado del Ruiz ha estado particularmente activo. Durante los primeros días de esa semana de 2023 aumentó su actividad sísmica hasta alcanzar, el 28 de marzo, el mayor número de sismos diarios registrados en ese volcán desde 2010: 6.500.
El 30 de marzo, el Servicio Geológico Colombiano (SGC), la entidad que se encarga de la evaluación de las amenazas de origen geológico, cambió el nivel de actividad del volcán: pasó de Amarillo —con un comportamiento inestable en el que se contemplan incrementos en la actividad sísmica más no una erupción mayor a las que ha hecho en la última década— a Naranja —es probable que, en días o semanas, haga una erupción mayor a las que ha hecho en la última década—.
Ricardo Méndez, ingeniero y geólogo del SGC señala que el cambio en los colores no significa una catástrofe, “la actividad puede llegar a nivel rojo de erupción inminente o en curso, o puede decrecer de manera que termine nuevamente en niveles considerados bajos”.
No es posible, sin embargo, predecir con total exactitud si la erupción ocurrirá y de qué magnitud será, pues la naturaleza es variable y el conocimiento sobre la actividad de los volcanes es relativamente reciente para el ser humano —de menos de 100 años.
Para poder desarrollar el conocimiento necesario para predecir con certeza una erupción se requerirían erupciones repetitivas y con las mismas características en el mismo volcán, algo que es imposible de obtener.
Con base en el monitoreo permanente, sin embargo, como el que mantiene el Servicio Geológico, es posible establecer la posibilidad de la ocurrencia de una erupción en días o semanas o que esta sea inminente o esté en curso.
La última erupción catastrófica que tuvo el Nevado del Ruiz sucedió el 13 de noviembre de 1985, cuando cuatro avalanchas sepultaron Armero —en el departamento del Tolima— y mataron a 25.000 personas. Ese fue el punto de inflexión en la gestión del riesgo, según cuenta Méndez; no solo para Colombia sino para el mundo. Desde entonces muchas cosas han cambiado.
En 1986 se fundó el primer observatorio vulcanológico de Manizales. En 1989 el de Pasto y en 1993, el de Popayán; sedes del SGC para tener cobertura nacional de cualquier actividad que se pueda presentar en los volcanes colombianos. En agosto de 1989 se aplicaron por primera vez los términos y niveles de actividad volcánica que conocemos hoy.
Un territorio volcánico
No hay forma de saber exactamente cuántos volcanes tiene el país. “Estamos en proceso de conocimiento del territorio”, señala Méndez, “pero en términos generales se conocen cerca de 40 y dentro de los segmentos que tenemos en monitoreo hay 25”. Es decir que desde los observatorios vulcanológicos 25 volcanes son monitoreados constantemente.
La mayoría de volcanes de Colombia se ubican en la cordillera central, aunque algunos están en zonas que se corresponden con la cordillera occidental y otros con la oriental. Los que han tenido alguna actividad, sin embargo, se han ubicado en la central.
Colombia está ubicada en el área que se ha denominado el Cinturón de fuego del Pacífico, una zona con alta actividad sísmica y volcánica que toma la parte occidental del continente americano y parte oriental de Asia.
Nevado del Ruiz.
Los volcanes, territorios fértiles
Dice Méndez que frecuentemente se ve a los volcanes solo desde las catástrofes. Pero la realidad es que en el territorio aledaño a estas estructuras geológicas están las tierras más fértiles del país. “Los productos originados de las erupciones volcánicas en el tiempo se convierten en territorios fértiles y eso es algo muy positivo”, agrega el geólogo.
“Los volcanes son capaces de crear montañas y modelar el paisaje; de proponer nuevas formas para que los ríos se desplacen; de aportar materiales ricos en los elementos químicos que en Colombia producen suelos fértiles. El café del país, por ejemplo, es producto de nuestros suelos volcánicos”, señala Natalia Pardo, vulcanóloga del SGC.
Además, gracias a estos nos hemos beneficiado también de las aguas termales y de los impresionantes paisajes que ofrecen cuando no están en erupción.
Glosario para entender el tema
Recientemente con las noticias del Nevado del Ruiz en medios y redes sociales han circulado términos científicos que pueden resultar confusos. Construimos este glosario a partir de la información compartida por el SGC.
- Volcán activo: Si el volcán ha tenido una erupción en los últimos 10.000 a 12.000 años.
- Volcán en erupción: Cuando un volcán empieza a incrementar su actividad sísmica, emite gases o empieza a presentar variaciones de deformación de estructura volcánica.
- Proyectiles balísticos: Fragmentos de roca de mayores a 64 milímetros que pueden ser altamente destructivos a causa de su tamaño, temperatura y velocidad que pueden tomar.
- Lahares: Comúnmente conocidas como “avalanchas” son flujos de lodo volcánico que se componen de una mezcla de roca, arena, arcilla, escombros y agua. Son altamente destructivos debido a su densidad y a la velocidad que pueden tomar.
- Flujos piroclásticos o “nubes ardientes”: Una mezcla de gases con materiales sólidos como ceniza y rocas de diverso tamaño que pueden movilizarse a grandes velocidades y a altas temperaturas desde el volcán.
- Fumarola: Punto de emisión o apertura en la superficie terrestre por donde salen vapor y otros gases.
*Bienestar Colsanitas.
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