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Bienestar Colsanitas

Yoga prenatal

Muchas mujeres en embarazo practican yoga prenatal para sobrellevar las molestias y cambios propios de su estado. Conversamos con algunas de ellas, con una instructora y con un gineco-obstetra.

S

er mamá es una experiencia sobrecogedora para cualquier mujer. El cuerpo se ensancha, los sentidos son más agudos, la piel se vuelve más gruesa y oscura, aumenta la elasticidad, el corazón late más rápido. Es una revolución de nueve meses altiempo bella y dolorosa. Ni qué decir del parto, que es cuando el valiente cuerpo femenino se abre por completo para darle paso a una nueva vida.

El viaje de la maternidad conviene hacerlo preparado, dicen los expertos, para tolerar mejor el dolor y la incomodidad. El yoga prenatal es una de varias prácticas alternativas que permiten hacer este recorrido más llevadero.

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¿Qué es?

Esta técnica entrena a la mujer embarazada para controlarlos dolores de espalda y pelvis y para reducir la fatiga, señala Diana González, profesora del centro Happy Yoga. Para ello se practican pranayanas (ejercicios de respiración), asanas (posturas), meditación y ejercicios de relajación. Igualmente, González dice que practicar yoga durante esta etapa ayuda a que la madre comprenda que el dolor, más que ser una carga, es una suerte de brújula que le indica qué está pasando con su cuerpo y cómo debe responder ante las circunstancias del embarazo.

Las posturas que realizan las maternas son las mismas que las del yoga convencional, pero con algunas modificaciones para evitar ejercer presión en la espalda y en la zona abdominal. Las posturas o asanas buscan además fortalecer las piernas y los brazos, abrir la pelvis, controlar la respiración y la circulación y crear conciencia sobre el piso pélvico.

Algunas practicantes señalan que el yoga prenatal les ha ayudado a manejar los cambios en el estado de ánimo propios del embarazo, y a aumentar el umbral del dolor. También dicen que les mejora el humor, alivia el cansancio y les aporta seguridad.

Camila López, de 29 años, tuvo a su primer hijo hace siete meses y conoce de primera mano las ventajas del yoga prenatal:

—Fue una experiencia muy positiva ya que me llevó a gozar mi embarazo de una manera tranquila. Solía tener muchas nauseas y se me redujeron gracias a que aprendí a respirar de manera adecuada. Mi hija es una niña muy tranquila y siento que es por de haber practicado yoga.

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Beneficios en el parto

Los efectos del yoga prenatal hacen más fácil y tranquilo el trabajo de parto, de acuerdo con Mario Galindo, gineco-obstetra de Colsanitas. El preparto, que incluye problemas para dormir y contracciones inconstantes, en algunos casos se acorta o se tolera más cuando se ha practicado yoga durante el embarazo.

En el trabajo de parto la respiración es fundamental para pujar, y si la mujer sabe de antemano cuál es la forma más adecuada de hacerlo el médico solo debe orientarla, mientras que una mujer que no sabe respirar o no se ha entrenado puede angustiarse y dejarse llevar por el dolor.

Otra ventaja, que es quizá la más significativa de todo el proceso del alumbramiento, es que algunos estudios han señalado que hacer yoga reduce el dolor y el uso de analgésicos durante esta etapa, situación que el doctor Galindo también dice haber visto en sus pacientes. Finalmente, al conocer mejor cómo reacciona su cuerpo, la mamá puede realizar algunas posturas de yoga durante la labor de parto que contribuyen a acelerar el proceso de dilatación.

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Precauciones

Sobre el momento ideal para iniciar esta práctica hay opiniones encontradas entre los expertos. Diana González dice que a sus clases de yoga prenatal suelen ir mujeres que están en el segundo o tercer trimestre de embarazo.

—Si la mujer ha practicado yoga antes puede empezar pronto, si no, es mejor que espere hasta después de la semana 12, porque durante el primer trimestre hay más riesgos de pérdida. Además las mamás están agotadas, tienen mucho sueño; es muy raro que una mujer en el primer trimestre venga a yoga y si viene le recomendamos que haga solo el 80% de la clase —señala González.

Para el doctor Galindo, entre más pronto se inicie la práctica, mejor:

—El embarazo es el que se encarga de poner las condiciones. La mayoría de diagnósticos suceden a las ocho o diez semanas y si no hay complicaciones, se puede empezar desde el primer trimestre, se pueden hacer ejercicios de respiración y meditación.

En lo que sí existe consenso es que las embarazadas no deben hacer posturas boca abajo o haciendo presión en el vientre o en la espalda, ni ejercicios de rotación del cuerpo. Las primeras sesiones de yoga prenatal podrían incluir pranayanas y meditación pero no asanas.

Lo mejor es consultar con el médico tratante y si él está de acuerdo, darse una pasada por un centro que ofrezca clases de yoga prenatal. Nada se pierde con curiosear, preguntar, quizá ensayar. Cada cuerpo es diferente y cada embarazo también.

 

Laura Natalia Cruz

Periodista independiente, frecuente colaboradora de Bienestar Colsanitas.