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Bienestar Colsanitas

La vocación de transformar, una conversación con Marcela Sánchez

Fotografía
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Luego de más de 5.000 cirugías de reconstrucción de seno, para la doctora Marcela Sánchez son tan importantes las técnicas y los recursos como la escucha empática y el acompañamiento emocional.

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Cae la noche mientras nos sentamos con un café en un sofá de su apartamento. No es fácil notar que hace apenas minutos la doctora Marcela Sánchez salió de su tercera cirugía del día, un procedimiento con un alargue inesperado y que salió bien. Su presencia es asombrosamente serena para la rutina que carga a cuestas desde hace más de dos décadas.

Marcela Sánchez Vargas tiene 48 años y es la jefa nacional del Servicio de Cirugía Plástica de Colsanitas. Médica cirujana especializada en cirugía plástica y plástica oncológica, su trayectoria académica y clínica la ha llevado de la Pontificia Universidad Javeriana a la Juan N. Corpas, de ahí al Instituto Nacional de Cancerología y finalmente a México, donde recibió un entrenamiento en microcirugía. 

Dentro del enorme espectro de la cirugía plástica, su experticia se enfoca en dos ejes: cirugía de reconstrucción de mama y cirugía compleja de seno. Ha hecho más de 5.000 reconstrucciones mamarias en los últimos 18 años. Enseña a residentes su oficio desde hace 16, “aunque con uno solo a la vez”, aclara. 

Mientras pasamos de los orígenes de la cirugía plástica en la India antigua a la diversidad de técnicas con que hoy cuenta la especialidad, se perfila una vocación que ella misma no logra explicar de dónde vino. “Una tía abuela mía fue la primera mujer que se graduó de médica de la Javeriana; hoy tiene ochenta años. Mi mamá también estudió medicina, aunque se retiró, pero no sé… No es como que nadie me lo haya inculcado. A mí de niña me parecía fascinante ir al médico, y cuando jugaba con muñecas, jugaba a operarlas”, cuenta entre risas.

Me dijo hace un momento que han sido muy retadores estos últimos años. ¿A qué se refería?

Para nosotros ha sido muy difícil la postpandemia. Nunca paramos, porque el cáncer siguió y porque afortunadamente tuvimos los recursos para atender a los pacientes que lo necesitaron en la pandemia. Pero muchos otros aplazaron sus cirugías o sus tratamientos por casi dos años. Y todo lo que se represó nos duplicó y a veces triplicó el trabajo durante el último año y medio. Ha sido agotador. Fue muy extremo y sí, todavía tenemos muchas angustias, ansiedades, depresiones por resolver. La verdad es que yo creo que no es solo el caso de los médicos, sino de la población en general. No hemos procesado lo suficiente todo lo que nos pasó.

Su labor está muy enfocada en practicar reconstrucciones. ¿Cómo es eso?

Utilizar el tejido autólogo –o sea, el tejido propio– permite que la reconstrucción de un paciente dure toda la vida. Si la paciente se engorda, el colgajo engorda. Si la paciente adelgaza, el colgajo se adelgaza. Es una parte de ti que queda siempre en ti. Hoy en día tenemos la tecnología y los equipos para lograr hacer un seno prácticamente perfecto. Tanto así que hay pacientes que quedan reconstruidas y van luego al médico, y quienes las atienden no se dan cuenta de que la paciente fue sometida a una mastectomía con reconstrucción. Y así con otras técnicas de reconstrucción, no sólo con colgajos microvasculares o con tejidos propios: se pueden practicar con mallas, matrices, implantes o expansores. Dependiendo de cada caso se escoge el camino.

¿Y cómo llegan a usted las pacientes?

Hay pacientes que llegan muy angustiadas cuando el diagnóstico es muy reciente y no han tenido tiempo de digerir todo lo que está pasando a su alrededor. Pero la mayoría ya ha pasado por el proceso de quimioterapia y han visto a otras pacientes, están en un proceso más avanzado. Lo ideal es que lleven seis meses en el tratamiento previo.

MARCELA SANCHEZ CUERPOTEXTO

¿Qué siente que les hace falta oír a esas pacientes?

Que les va a ir bien. Siempre se los digo y les pregunto muchas cosas de su vida. A diferencia de la consulta con el mastólogo, la mía es una consulta muy enfocada en ellas y no tanto en el tumor, porque me interesa saber qué hace cada una para saber cuál es la mejor técnica para operarlas. Yo no puedo sacrificar un músculo en una paciente que me diga que es una nadadora profesional o que hace yoga todo el tiempo o que tiene tres niños que alzar todos los días… O, por el contrario, no puedo pensar en hacer una reconstrucción muy compleja si la paciente no tiene un entorno que la vaya a ayudar en el postoperatorio. Y por darte otro ejemplo típico: no puedo hacer una reconstrucción con prótesis cuando la paciente tiene una enfermedad que contraindique poner una prótesis, como cuando tienen que seguir para radioterapia, que puede producir mucha incomodidad y dolor cuando tienes una prótesis. 

Otra de sus especialidades es la reconstrucción en cirugías plásticas que no han salido bien…

Así es, se llama seno complejo. Tengo muchas pacientes que van a hacerse una cirugía estética con toda su ilusión, y por cualquier motivo la cosa no funciona y comienzan los problemas… Se perdió el pezón o se complicó y no quedó como quería la paciente... Cuando llegan a mi consultorio, es muy frecuente que ya lleven dos y tres intentos previos de cirugía. No es fácil. A veces entro y me encuentro con sorpresas que ningún cirujano quiere encontrar.

¿Por ejemplo?

Normalmente encuentro muy transgredido el seno: los músculos rotos o las prótesis rotas, o encuentro que no están en el plano correcto. Entonces me toca empezar desde cero, limpiar todo y volver a reconstruir anatómica y funcionalmente ese seno para llegar hasta el mejor resultado para la paciente.

¿Tiene pacientes hombres? ¿Qué los lleva a su consultorio?

Son poquitos en realidad, porque estoy totalmente enfocada en el seno, y la inmensa mayoría de pacientes con patología mamaria son mujeres. Sin embargo, sí llegan hombres, principalmente por dos caminos. Por un lado, trabajo con pacientes transgénero, porque hago todo el procedimiento de feminización o masculinización del tórax. Por el otro, tengo pacientes que vienen a hacerse cirugía estética, de párpados o, por ejemplo, tienen ginecomastia y están incómodos con los senos…

Hablando de las transiciones de género que ha acompañado... ¿Estos pacientes le llegan directamente o qué camino recorren para llegar a su consultorio?

Trabajo con un grupo de médicos de distintas especialidades que tratan disforia de género, y en varias ocasiones me los remiten ellos, los ginecólogos, los urólogos o los psiquiatras. Aunque la mayoría llega porque ya operé a una amiga o amigo de ellos que está en el mismo proceso. Y siempre nos ha ido muy bien, me encanta ayudarlos y me siento muy compenetrada con ellos. Trato de que las familias entiendan, porque lo más difícil de todo esto es que los entiendan en su propio entorno social. A algunos pacientes les toca muy difícil. Por eso me enfoco mucho en ayudarlos a que los comprendan, no los juzguen y les permitan hacer esta transición de la mejor manera. En ocasiones casi que hablo más con los papás que con el paciente, porque ella o él ya lo tiene muy claro, pero su familia no.

¿Cuál suele ser el promedio de edad en el cual opera?

En cáncer de mama hemos tenido pacientes desde los 25 años, muy jovencitas, hasta los 80 años que estaban regias y súbitamente les diagnostican cáncer de seno y quieren seguir estando bien. En cuanto a las transiciones de género, me llegan muy jóvenes. Lo ideal es hacer la operación del tórax tan pronto el paciente sea mayor de edad y haya completado toda la parte inicial de la transición: que tenga todos los apoyos necesarios psicológicos y de su entorno, si ha decidido hormonarse, pues que lo haya hecho correctamente, que lleve más de un año, entre otros factores. 

MARCELA SANCHEZ2 CUERPOTEXTO

Ha practicado 5.000 reconstrucciones mamarias, enseña a residentes de cuarto año, ha sufrido el pico de trabajo después de la pandemia… ¿Cómo ha hecho para separar espacios entre su trabajo y su vida personal?

Es difícil. Tengo dos hijos, uno que ya está en la universidad, el otro está en el colegio y lo que yo trato de hacer es que el tiempo que paso con ellos sea tiempo de calidad. No es mucho, la verdad, pero sí es tiempo de calidad y como te conté, desde hace poco empecé a no trabajar los fines de semana. Trato de ser una mamá súper presente, a pesar de ser una mamá muy trabajadora.

Usted traza una distinción muy bella cuando insiste en que es más importante estar presente que estar todo el tiempo...

Así es. Al pensar en criar y tener familia, no entiendo por qué las mujeres tienen que limitar su felicidad… Porque para mí el trabajo es y ha sido felicidad. Yo voy todos los días a operar y me siento la más realizada del mundo. Por supuesto que ser mamá ha sido una parte increíble de mi vida, pero por mi trabajo he tratado siempre de que el tiempo que paso en mi casa, con mis hijos, sea un tiempo de verdad juntos y de calidad. Si estamos leyendo un libro, estamos leyendo un libro. Es más, me encanta la literatura infantil y desde que mis hijos estaban chiquitos íbamos a la Feria del Libro a buscarles libros para ellos, pero que leíamos juntos. Cuando salimos de paseo o a viajar, es a caminar juntos, conversar, compartir de verdad y aprovechar al máximo esos ratos. Por eso he tratado siempre de buscar actividades que me unan mucho a mis hijos. 

De hecho, a usted le encanta salir a caminatas. Usted y sus hijos son scouts. ¿Cómo llegaron allí?

La verdad nunca pensé o quise que mis hijos fueran scouts. Mi hijo mayor empezó, se unió a un grupo scout y a mí al principio me parecía terrible. El tema de acampar y todo eso no era lo que más me gustaba a mí en la vida. Al principio decía Dios mío, no soy capaz. Pero me comenzó a animar que cada vez que hacíamos un paseo los veía tan felices y conocíamos a gente tan increíble… Todo el tema de acampar, caminar, ensuciarse, ver paisajes hermosos como los de San Agustín y Tierradentro, los páramos, conocer gente nueva es hermoso. Es un momento en que nos desconectamos del tema médico y nos despejamos muchísimo. Además que en mis hijos eso también ha despertado un sentido social y de responsabilidad y servicio impresionante. 

Para cerrar, ¿qué técnicas le parece que son una promesa de cara al futuro del tratamiento del cáncer?

La microcirugía y la tecnología que la acompaña es la promesa, porque es lo que logra los mejores resultados con el menor daño. Por ejemplo, vamos a empezar a utilizar asistencia robótica para operar en sitios a donde no llega la mano humana, generando menos trauma, y en espacios donde tampoco podrías llegar con cirugías laparoscópicas o endoscópicas. También creo que la ingeniería de tejidos va a darle un giro completo a la humanidad. Y la genética, por supuesto, va a llevarnos a una cosa dramática: imagínate poder diagnosticar mucho antes de lo que lo hacemos hoy en día, antes incluso de que te ocurra la enfermedad... 

*Historiador y escritor. Colabora permanentemente en Bienestar y en Bacánika.

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Jorge Francisco Mestre

Escritor, periodista e historiador. Fanático de las historias contadas con calma, hondura y gracia. Escribe entrevistas, crónicas, ensayos y artículos de análisis para Bacánika y Bienestar Colsanitas. En 2022, publicó Música para aves artificiales, su primer poemario.