Pasar al contenido principal
Bienestar Colsanitas

Vacunación en adultos

La vacunación es una medida de salud pública que salva la vida de niños y adultos por igual. Un experto nos cuenta cuáles son las vacunas que todo adulto debe tener y en qué momentos de la vida somos más vulnerables.

SEPARADOR

C

asi todo el mundo sabe que los niños menores de cinco años deben cumplir un esquema de vacunación como una estrategia efectiva para prevenir enfermedades graves, discapacitantes o mortales. Sin embargo, la vacunación no es una política de salud pública dirigida solo a la población infantil. Los adultos también pueden prevenir enfermedades con la vacunación. Existen virus que pueden comprometer la salud en cualquier momento de la vida debido a factores de riesgo profesionales o ambientales. Piense en virus como el AH1N1, que golpeó a miles de personas hace pocos años.

Fredy Guevara, jefe nacional del Departamento de Enfermedades Infecciosas de Colsanitas, detalla los aspectos más relevantes de la vacunación en adultos.

Entre los 20 y los 60 años

Los adultos, igual que los niños, deben tener a la mano siempre su carné de vacunas. El registro es importante porque con esa información cualquier médico puede determinar si hace falta aplicar o no la vacuna o el refuerzo.

Existen vacunas que se aplican una vez en la vida, como la de la fiebre amarilla (que ya no requiere inyectarse cada diez años), y existen otras que se deben reforzar anualmente, o cada determinado tiempo.

En general, un adulto sin ninguna enfermedad particular y que no desempeñe una profesión de riesgo médico, debe tener en su carné de vacunación todo el esquema infantil (puede consultarse en la página del Ministerio de Salud), la vacuna contra el virus de la influenza (cuyo refuerzo es anual), el VPH (solo necesario una vez en la vida) y contra la hepatitis A y hepatitis B (cuyo refuerzo lo determina el médico).

Mayores de 60 años

A medida que envejecemos el sistema inmunológico pierde capacidad de reacción ante ciertos virus. Entonces la vacunación vuelve a aparecer como el mecanismo estrella para la prevención. Los adultos mayores requieren dos tipos de vacunas: generales y específicas. Las primeras son casi obligatorias para todos, mientras que las segundas varían según la condición particular de cada persona. En este segundo caso se encuentran pacientes con diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), cirrosis hepática, enfermedad renal crónica, trasplantados o cualquier otra enfermedad que requiera vacunas propias.

Para el caso de las vacunas generales, son fundamentales cinco:

Neumococo

La neumonía es desencadenada principalmente por la infección bacteriana Streptococcus pneumoniae, un agente etiológico que puede ser mortal. Sin embargo, es prevenible con esta vacuna.

Influenza

Este virus es otro de los posibles causantes de la neumonía y, por tanto, puede ser mortal si no se previene. El refuerzo debe hacerse cada año, porque los agentes de la vacuna varían cada año.

Haemophilus influenzae

Un estornudo basta para contagiar esta bacteria. Cuando no está controlada mediante una vacuna, puede comprometer parte del sistema respiratorio y el sistema inmunológico.

Herpes Zoster

En términos generales, es la reactivación de la varicela en la edad adulta. En Colombia también se le conoce como culebrilla, y resulta ser una enfermedad muy dolorosa pero también prevenible con una vacuna.

Tosferina

La vacuna contra esta enfermedad se aplica en la infancia; sin embargo, en la vejez hace falta un refuerzo para evitar complicaciones. Al estar presente en adultos mayores y en niños, existe la posibilidad de que la transmitan unos a otros. Cuando un bebé viene en camino es importante que los abuelos adquieran el refuerzo de la vacuna.

VACUNACION ADULTOS 1

Grupos especiales

Además de los adultos con enfermedades particulares que requieren aplicarse determinadas vacunas, también existen algunos grupos poblacionales especiales.

Los pacientes sin bazo, normalmente porque les ha sido extirpado, sufren deterioro en el sistema inmunológico. Para compensar esta pérdida, hace falta aplicar vacunas contra Haemophilus influenzae, meningococo y neumococo, principalmente, pero podrían ser otras según criterio médico. Estas vacunas deben aplicarse antes de la cirugía de extirpación y, para el caso del neumococo, cada cinco años a partir del procedimiento quirúrgico. Sin la vacuna, algunos virus o bacterias pueden ser mortales para este grupo poblacional.

Los trabajadores en cualquier área de la salud deben estar vacunados contra la influenza virus, hepatitis A, hepatitis B (obligatoriamente) y cualquier otro virus o bacteria a los cuales pueda estar expuesto según la tarea que desempeñe. Cuando un trabajador de la salud no está vacunado, corre el riesgo de contagiarse y contagiar a su círculo familiar.

Las mujeres embarazadas requieren un esquema de vacunación que varía según las recomendaciones del médico tratante y según el carné de vacunas que ella misma lleva. Normalmente son algunas de las obligatorias para todo adulto, como la vacuna del virus de la influenza o la hepatitis, sea del tipo A o B. La recomendación es que las mujeres que planean el embarazo inicien el esquema de vacunación antes de quedar embarazadas. Es importante recordar que es el médico quien determina cuál vacuna aplicar para cada caso: no todas las mujeres necesitan las mismas vacunas.

Para viajeros

Para los viajeros existen vacunas generales y específicas. Las primeras son necesarias prácticamente en cualquier punto del globo. Sin embargo, la mayoría de ellas, si no todas, hacen parte del plan de vacunación infantil; es decir, a más tardar a los cinco años ya fueron aplicadas. Entre ellas resaltan la vacuna de la tosferina, difteria, influenza y tétanos.

Las vacunas específicas responden a las exigencias sociales y ambientales de cada país. Normalmente los países tropicales de Suramérica requieren de la vacuna contra la fiebre amarilla, que desde hace poco tiempo se aplica una sola vez en la vida. Y los países subsaharianos, en África, recomiendan la vacuna contra la meningitis meningocócica.

Otras recomendables son: fiebre tifoidea (en países tropicales), cólera (en zonas de difíciles condiciones sanitarias), rabia (en países con riesgo de la enfermedad), encefalitis centroeuropea (para algunas zonas de Europa del Este) y encefalitis japonesa (en algunas áreas de Asia).

Una nota sobre el VPH

Está comprobado científicamente que algunos tipos de virus del papiloma humano, VPH, están asociados al cáncer de cuello uterino. De ahí la importancia de prevenir el contagio de VPH en mujeres. Pero este virus no afecta solo a las mujeres, los hombres también son portadores del virus, y contraerlo puede llegar a desencadenar cáncer de pene.

La vacuna contra el VPH debería aplicarse en la infancia o la adolescencia, preferiblemente antes de iniciar la vida sexual. Sin embargo, puede aplicarse hasta los 36 años.

Dónde vacunarse

Los pacientes de medicina prepagada de Colsanitas tienen acceso a un esquema de vacunación completa. Basta solicitar una cita de vacunación con su médico y dirigirse a cualquiera de los centros disponibles. También las EPS —incluida por supuesto EPS Sanitas— organizan varias veces al año jornadas de vacunación. El Ministerio de Salud tiene a disposición varios puestos de vacunación en todo el país que pueden ser consultados.

Brian Lara

Periodista. Colaborador frecuente de Bienestar Colsanitas y de Bacánika.