Héroes o antihéroes, muchos personajes veteranos de la literatura universal nos invitan a repensar las relaciones humanas, el amor y las frustraciones.
En estos días en que Bogotá ha vivido su fiesta del libro vale la pena detenerse en algunas obras de la literatura cuyos protagonistas son habitantes del sexto piso o los pisos superiores del edificio de la vida. Obras en las que los viejos no necesariamente son los sabios bondadosos que tienen la respuesta adecuada para cada ocasión, sino más bien seres humanos con dudas, frustraciones, que cuestionan la vida y el mundo que los rodea.
A veces son héroes, otras veces antihéroes, en ocasiones nos ponen a pensar y casi siempre nos obligan a cuestionar el sentido de la vida, ya sea con su humor o su amargura. Gabriel García Márquez, en El coronel no tiene quien le escriba, muestra la injusticia y la frustración de un coronel veterano de una guerra civil que vive con su mujer enferma casi que en la miseria y que cada viernes espera en vano a que le respondan por su pensión.
La máquina de escribir de García Márquez también creó a Fermina Daza y a Florentino Ariza, protagonistas de El amor en los tiempos del cólera, dos personajes que logran consumar su amor después de 60 años de paciente espera de Florentino.
Otro personaje del Caribe que nació de la pluma de un escritor de Estados Unidos es Santiago, el viejo pescador cubano que protagoniza El viejo y el mar, de Ernest Hemingway. También está Gringo viejo, escrito por el gran novelista mexicano Carlos Fuentes.
Un personaje muy singular de la literatura lo creó Francis Scott Fitzgerald en su relato breve El curioso caso de Benjamin Button. Cuenta la vida de un hombre que nace viejo y a medida que pasan los años se vuelve cada vez más joven. Por lo tanto, su manera de enfrentar la vida y de ver el mundo es completamente diferente a la de una persona común y corriente. En el ámbito de los detectives y las novelas de misterio se encuentra una mujer maravillosa: Miss Jane Marple, una anciana solterona capaz de resolver los crímenes más entreverados.
Otra anciana muy llamativa de la literatura contemporánea es Elizabeth Costello, creación del novelista sudafricano John Maxwell Coetzee. Es una escritora australiana que tuvo un éxito mundial en el pasado y todavía goza de cierto reconocimiento. Aparece por primera vez en el libro de relatos Las vidas de los animales. Cuatro años más tarde, en 2003, reaparece en la novela que lleva su nombre, en la cual muestra su vida y su manera de ver y enfrentar al mundo a través de ocho conferencias que dicta en diversos lugares del planeta. Regresa dos años después en la novela Hombre lento, cuyo protagonista es el fotógrafo profesional Paul Rayment. En un accidente de bicicleta pierde una pierna y se niega a que le pongan una prótesis. Regresa a su apartamento en la ciudad de Adelaida (Australia) y entra en un estado de depresión y desesperanza propio de quienes llegan solos a la vejez, circunstancia que logra superar en parte al enamorarse de Mariajna, su enfermera de ascendencia croata. Entonces recibe la visita de Elizabeth Costello, quien lo anima a tomar de nuevo el control de su vida. Esta es una novela en la que Coetzee reflexiona sobre la vejez, el amor y la muerte.
Y ya que me engolosiné con Coetzee, recordemos también al señor C, protagonista de la novela Diario de un mal año. Él es un eminente escritor de 73 años de edad al que invitan a escribir un libro de ensayos sobre diversos temas. En su edificio vive Anya, una joven que busca trabajo y él le propone que pase a máquina sus manuscritos. De nuevo el tema de la atracción de un hombre muy mayor por una joven, pero también reflexiones de Coetzee sobre los múltiples temas que tratan los ensayos.
Estas narraciones, tan variadas en su estilo y sus intenciones literarias, son apenas algunos pocos ejemplos de grandes personajes literarios que ya llegaron o pasaron por el sexto piso.
- Este artículo hace parte de la edición 187 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa aquí.
*Periodista y escritor. Miembro del consejo editorial de Bienestar Colsanitas.
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