La obesidad es una enfermedad multifactorial en la que todos los órganos se ven afectados. Para reducir su incidencia en los niños, es necesario comer bien y hacer ejercicio.
La condición inflamatoria de la obesidad que se da por el aumento del tejido adiposo puede provocar enfermedades a futuro relacionadas con la tensión arterial alta, resistencia a la insulina, algunos tipos de cáncer como el de mama, páncreas, tiroides e hígado, y una tendencia a presentar lesiones musculares y articulares por el exceso de peso.
Para el pediatra Leonardo Díaz Palacios, adscrito a Colsanitas, lo más difícil es cambiar la idea socialmente aceptada de que el niño está sano mientras esté gordo:
—En muchos casos los cuidadores no son los papás sino los abuelos, y para ellos la comida es salud, no importa cuál comida. Las abuelitas son felices viendo masticar al nieto. Y siempre lo van a ver flaco aunque esté pasado de peso.
Díaz ve a diario en su consulta cada vez más casos de niños con hígado graso, colesterol y triglicéridos altos, enfermedades asociadas a la mala alimentación que antes no se veían en menores. Por eso tiene la idea de crear una clínica del niño obeso, para que el problema se trate a edad temprana y no cuando el adulto ya padezca complicaciones de otras enfermedades crónicas, como diabetes e hipertensión.
Recomendaciones
Según Gustavo Díaz, nutricionista e investigador del grupo de Nutrición y Genética de la Universidad El Bosque, es importante tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
Porciones adecuadas. Como los niños están en proceso de crecimiento, se desaconseja restringir el consumo de alimentos que les proporcionan nutrientes, la clave está en las porciones adecuadas para su edad.
Consumo de alimentos saludables. Los niños deben consumir frutas, verduras, papa, yuca, arroz, pasta, entre otros alimentos básicos; así como evitar el consumo excesivo o habitual de dulces, gaseosas, alimentos de paquete y fritos.
Actividad física. Es fundamental buscar actividades físicas y de recreación con el fin de evitar el sedentarismo. Se aconseja limitar el tiempo frente a los dispositivos electrónicos y disminuir el tiempo que permanecen acostados o sentados.
Enseñar buenos hábitos. Los responsables de los menores deben estar al tanto de las rutinas de los niños y de su comportamiento, pues la obesidad se puede generar por diferentes factores como el Bullying, maltrato, abuso infantil o trastornos hormonales.
Chequeos médicos. Es importante hacer un seguimiento a la salud de los niños para descartar cualquier problema hormonal que también puede manifestarse con exceso de peso en la infancia, como el hipotiroidismo u otros trastornos hormonales que pueden estar relacionados.
El deporte no es un lujo
Pediatras, deportólogos, endocrinos, todos coinciden en que el deporte es imprescindible no solo para crecer bien físicamente, sino para tener un adecuado desarrollo psicológico e intelectual.
Carolina Rojas, pediatra y especialista en endocrinología pediátrica, adscrita a Colsanitas, explica que, “un niño es una máquina de movimiento, no debería quedarse quieto nunca. Aparte del juego y de la educación física en el colegio, deben hacer una actividad diferente. Hay que garantizarles que puedan hacer una hora de ejercicio todos los días”.
Como la buena alimentación, la afición por la actividad física o el deporte se inculca en la niñez. Y es un hábito que permanecerá en la edad adulta.
Para que el ejercicio sea efectivo debe ser dirigido por un entrenador. Además debe ser divertido, que le guste al niño, para que no se convierta en una imposición de los padres o en una carga.
En conclusión, el tratamiento de los niños con obesidad debe combinar alimentación y ejercicio para tener resultados efectivos. Los cambios de hábitos no se dan solos en el niño: es una tarea que involucra a toda la familia (todos deben ajustarse a los cambios en la dieta), los cuidadores (deben ser estrictos y no complacer con golosinas) y el colegio. Si todos van en la misma dirección, el niño va a alcanzar un peso adecuado y a mantenerse en él.
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