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Prevenir el bullying es posible

Los niños que matonean a menudo reproducen patrones relacionales de sus padres. La prevención comienza en casa. 

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¿Qué es el bullying o matoneo?

En mi percepción, es un abuso continuado por un período de tiempo entre sujetos confinados en un mismo ambiente, en el que un individuo es atormentado por otro u otros que lo toman como una especie de proyecto; es un abuso íntimo y hecho a la medida contra uno. En los casos más dramáticos de bullying, si no en todos, el matoneo tiene un carácter íntimo. El bullying implica llegar hasta un aspecto propio de la víctima, mortificarla con un rasgo suyo. 

¿El abuso ocasional es bullying?

En primer lugar, un abuso ocasional o de una sola vez, aunque forme parte de un esquema de violencia escolar, no cuenta como bullying. Se requiere un abuso prolongado durante un tiempo. Dan Olweus, investigador sueco y quizá la máxima autoridad en el tema del matoneo, en su libro Bullying at School pone el énfasis en este punto. 

¿Violencia escolar y bullying son lo mismo?

Estas precisiones son importantes: no toda forma de violencia escolar se puede caracterizar como bullying. Cuando dos de igual fuerza —bien sean individuos o grupos— se enfrentan, podemos hablar de violencia pero no de bullying. Si bien antes se consideraba que era esencial un abuso entre pares —de la misma edad, rango o fuerza física—, lo que ha venido a descubrirse es que el fenómeno no tiene que darse entre iguales. De hecho, debe haber una desigualdad de poder entre la víctima y el victimario. 

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¿El bullying se circunscribe a un espacio físico?

El bullying también está ligado con el confinamiento en un ambiente. Cuando digo ambiente puede tratarse naturalmente de un espacio físico, como un colegio o un lugar de trabajo, pero no tiene que serlo. A menudo el ambiente consiste en una serie de reglas tácitas de las cuales escapar es visto como una deslealtad. 

¿Por qué los niños matonean?

Uno de los rasgos del matoneo y que se resalta en el medio colombiano es que no sólo está marcado por dinámicas escolares sino que tiene un fuerte ascendente en prácticas de todo el conjunto social, incluyendo la familia. Creo que quien mejor lo expresó fue Orlando Urroz, subdirector del Hospital Nacional de Niños en Costa Rica y uno de los mayores expertos mundiales en bullying: “El bullying no surge por generación espontánea, es un proceso de aprendizaje, de repetir los modelos de los padres”.

La Sociedad Americana de Psicología ha enfatizado también este punto, guiada por estudios que muestran que los niños que matonean a menudo reproducen patrones relacionales que sus padres establecen con sus compañeros de trabajo, sus socios comerciales y con los mismos miembros de su familia, incluyendo a sus hijos. ¿Cuáles son esos modelos que vienen del hogar? 

¿Se puede evitar? ¿Qué pueden hacer los padres o maestros?

No hay una forma mágica de evitar el bullying. Haremos bien en seguir recomendaciones sencillas y no hacer uso de las ideas que lo generan, algo que debe provenir del interior de la educación misma. Desestimar el uso de los términos ganador y perdedor es prioritario. Si al niño se le enseña que no hay triunfadores que van en una autopista ascendente y otros que tienen por profesión perder, se habrá dado un paso gigantesco. Es parte de una tarea más grande: la de crear un tejido emocional en el niño que disocie algo que el medio social ha fundido casi indisolublemente: el bajo estatus con falta de valor y el alto estatus con la excelencia. Son ideas que nosotros mismos debemos recordar; que no hay “ganadores”, sino que todos vivimos en ámbitos en los cuales a veces triunfamos y, más a menudo, somos derrotados.

 

*Tomado de un artículo del escritor y profesor universitario Roberto Palacio.

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