Han pasado nueve meses y ahora nada es igual. El cuerpo está muy cansado, las hormonas están en ebullición, el peso y la figura no son las de antes. Sin embargo, no es el momento de acelerarse y quizá hacer cosas que atentan contra la salud. Repasamos algunas.
1. Mientras más pronto comience la dieta, mejor.
Falso. En las primeras semanas las demandas del cuerpo aumentan en promedio unas 500 calorías diarias, para recuperarse y cicatrizar adecuadamente después de dar a luz. Además, requiere nutrientes y energía extra para poder amamantar, explica el doctor Joaquín Luna, jefe del Departamento de Ginecología y Obstetricia de Colsanitas. Por eso, hay que tener calma y no pretender volver a tener inmediatamente la figura que se tenía antes del embarazo.
Por lo general, después del nacimiento la mujer pierde entre seis y siete kilos. A medida que pasan las semanas el cuerpo se estabiliza y progresivamente desaparecerán los kilos de más sin necesidad de aguantar hambre, siempre y cuando se siga un plan de alimentación balanceado.
2. Debo comer más para poder amamantar.
Falso. La lactancia no se puede convertir en un pretexto para seguir con los antojos poco saludables que se tuvieron durante la gestación. Si bien el posparto es una etapa especial que exige tener buena alimentación, hay que tratar de hacer a un lado las golosinas, las comidas rápidas o abundantes que pudieron hacer parte del menú de embarazada.
El cuerpo estará más agradecido con frutas, verduras, queso bajo en grasa o frutos secos para picar entre las comidas, porque los tejidos cicatrizarán mejor y se sentirá con más vitalidad para mimar al bebé. Lo ideal es hacer cinco o seis comidas pequeñas en lugar de tres grandes. Comer de forma fraccionada, además, se ajusta mejor al nuevo horario impuesto por el recién nacido.
3. Es inconveniente retomar el ejercicio.
Falso. Aunque hay mamás que no quieren perder tiempo y retomar la actividad física, hay que respetar los ciclos del cuerpo: las primeras cuatro semanas serán prácticamente de recuperación, pero conviene caminar un poco todos los días e incrementar progresivamente sin forzar al cuerpo. Si el parto fue por cesárea es necesario esperar hasta que el médico autorice iniciar la actividad física.
El primer paso consiste en organizar una rutina para cuidar al bebé y dejar espacio para dar una caminata vigorosa de 30 minutos. Es bueno alternar con algunos ejercicios de estiramiento, fortalecimiento, abdominales o flexiones. Pero hay que hacerlo de forma progresiva y al propio ritmo. Durante el mes siguiente al parto los ligamentos en las articulaciones todavía están laxos por los cambios hormonales, así que es importante evitar los movimientos bruscos y los saltos fuertes, para no lesionarse. En caso de que ocurra un sangrado anormal, se debe suspender la actividad física y consultar con el ginecólogo de inmediato. Como siempre, lo mejor es escuchar al propio cuerpo y seguir las recomendaciones del médico.
4. El sexo ya no es importante.
Falso. Después del parto la vida cambia. Hay muchos factores físicos y emocionales en juego. Todo esto, sumado al declive de las hormonas femeninas (estrógenos y progesterona), puede reflejarse en pérdida del deseo sexual. Es probable que también disminuya la lubricación vaginal y que la región perineal esté más sensible. Dado que el sexo es mucho más que penetración, el posparto se convierte en una oportunidad para fortalecer la intimidad de otras formas. En cualquier caso, el control con el ginecólogo después del parto ayudará a comprobar que la recuperación física y emocional ha sido total y que no hay contraindicaciones para tener relaciones sexuales, siempre que las desee.
5. La lactancia es un buen método anticonceptivo.
Falso. El desorden hormonal que se experimenta después del alumbramiento o el hecho de estar lactando no son garantías de que no habrá ovulación. Así la mujer esté amamantando, existe la posibilidad de un embarazo. En consecuencia, la lactancia no puede considerarse un método anticonceptivo, aclara el doctor Luna. Tan pronto se retomen las relaciones sexuales, es conveniente usar el método anticonceptivo más adecuado según sus preferencias.
6. Cualquier faja me puede servir.
Falso. Antes de gastar dinero en este tipo de soportes elásticos, es importante pedir el concepto del ginecólogo, porque su uso está contraindicado en mujeres con problemas circulatorios y tampoco se recomiendan después de un parto por cesárea. Además, estas prendas vienen en diversos materiales y tienen diferentes grados de compresión, por lo que hay que saber elegir la más conveniente. Tenga en cuenta que las fajas pueden facilitar la retracción de la piel y sirven de soporte a los músculos, pero no desaparecen la flacidez si no se acompañan de ejercicio y de una dieta balanceada.
7. Las estrías se pueden eliminar con cremas.
Falso. Quienes acaban de ser madres son el blanco perfecto de comerciantes que prometen tener el producto mágico para borrar las estrías y moldear la figura. Hasta el momento no hay medicina, técnica, masaje ni crema que desaparezca una estría. Lo único que la ciencia ofrece es mejorar la apariencia de la piel y disimular esas cicatrices sin pigmentación que suelen aparecer en el abdomen, la cadera, los muslos, los senos, la parte baja de la espalda y, a veces, en la cara interna de los brazos.
Las estrías son consecuencia de la ruptura de las fibras elásticas por la tensión cuando la piel se estira más de lo que puede soportar. De ahí que son frecuentes después del embarazo o tras una pérdida considerable de peso. Aplicar aceites y cremas humectantes antes y durante la gestión puede ser útil en la medida en que favorecen la elasticidad de la piel, pero existe un factor genético en la aparición de estrías que no se puede modificar.
Hay algunos procedimientos como el láser y en casos extremos se retira la piel estriada con cirugía, aunque igual queda la marca del bisturí. Lo mejor es aceptar las cosas que no se pueden cambiar y cuidar la piel desde la juventud para evitar esas huellas imborrables del embarazo.
8. Es normal experimentar cambios de humor.
Cierto. Con todas las alteraciones físicas que implican traer a un ser humano al mundo y la agitación emocional de integrar al bebé a una familia, quizá aparezcan algunas lágrimas sin ninguna explicación que apaguen la felicidad del primer encuentro entre madre e hijo. Lo importante es ser paciente y considerada consigo misma. Eso implica pedir el apoyo de las personas cercanas. Es completamente normal experimentar cambios de ánimo temporales después del parto y hasta sentir confusión o tristeza. Cuente con su pareja o con familiares cercanos, háblele de sus sentimientos a la persona en quien más confíe.
Tenga en cuenta que la depresión posparto es otra cosa; es una enfermedad que afecta a una de cada diez mujeres que dan a luz y que precisa de manejo médico y psicológico. Siempre hay que consultar con el médico cuando la tristeza persista, se sienta incapaz de cuidar del bebé o falte el ánimo para llevar a cabo cosas tan sencillas como ducharse, comer o hablar con los seres queridos.
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