Aunque el virus puede contagiar perros de cualquier edad, los cachorros de seis meses o menos son los más afectados.
El moquillo canino o distemper es una enfermedad viral, altamente contagiosa que se transmite a través de secreciones, aerosoles (gotículas de saliva expulsadas por ladridos o estornudos), orina y heces. Así como sucede con otras enfermedades virales, la temporada de lluvias también incrementa la posibilidad de contagio y son los perros sin hogar los más afectados.
El virus ataca distintos órganos y se presenta de cuatro formas: respiratoria, digestiva, renal y neurológica. En la manifestación respiratoria, produce secreciones nasales, oculares acuosas o con pus, tos, fiebre y decaimiento. En la digestiva, se presentan vómito y diarrea, similar al parvovirus canino. En la renal, se presenta orina muy oscura. Y en la neurológica, que es la más grave, se puede presentar pérdida de equilibrio, movilidad, deficiencias en músculos, movimientos involuntarios y hasta convulsiones. Ante la presencia de cualquiera de estos síntomas, se debe acudir de inmediato al médico veterinario y evitar el contacto con otros perros.
Según el Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal, “es una enfermedad con tasas altas de morbilidad (animales enfermos) y de mortalidad (animales muertos) pues afecta varios sistemas. Los animales que sufran la enfermedad pueden terminar con daños irreparables y permanentes en el sistema nervioso del animal, y en muchos casos, la muerte”.
Tratamiento
Hasta ahora, no existe un tratamiento preciso ni cura para combatir la enfermedad, según explica Nataly Morales Torres, médica veterinaria. Existen algunas estrategias para tratar los síntomas que muchas veces no garantizan la recuperación adecuada y óptima del animal, ni tampoco la eliminación del virus.
Dependiendo de la cepa del virus que afecte al perro y de la sintomatología que presente, identificar la enfermedad tempranamente puede salvarlo. Pero si se presenta, por ejemplo, una cepa muy virulenta y el perro presenta manifestaciones neurológicas, difícilmente puede sobrevivir a la enfermedad.
Además, de acuerdo con la Secretaría de Salud, si no presenta mejoría y los síntomas empeoran después de dos semanas, se debe sacrificar al animal porque puede contagiar a otros, inclusive animales silvestres como osos, mapaches y zorros.
¿Cómo prevenirlo?
Aunque existe una vacuna para prevenir el moquillo, no es efectiva en un 100 %, por esto es posible que animales vacunados contraigan la enfermedad. Sin embargo, señala Ernesto Castro, médico veterinario, “es la mejor herramienta para prevenir el virus. La vacunación debe iniciarse a los 45 días de nacido el cachorro, repetirse con la segunda dosis a las tres semanas y la tercera, cuatro semanas más tarde. A partir de esta última dosis se debe reforzar anualmente”.
Otras recomendaciones del especialista son:
- Hasta que el cachorro no complete el ciclo de vacunación, evite que tenga contacto con otros perros.
- Si su cachorro es adulto, procure que no tenga contacto con perros que presenten síntomas.
- Al volver del parque, limpie las suelas de los zapatos y cambie su ropa, pues aunque no se transmite a los humanos, los cuidadores pueden ser transmisores indirectos. Limpie las patas y hocico de los perros con pañitos veterinarios o agua jabonosa.
- Ante la presencia de cualquiera de los síntomas, acuda al veterinario de confianza lo más pronto posible.
- Si tuvo un perro infectado de moquillo, desinfecte los ambientes del hogar y espere al menos cuatro meses para tener otro cachorro, pues el virus puede quedar en el ambiente.
- Mantenga los refuerzos de vacunas al día.
El brote actual
De acuerdo con Ernesto Castro, lastimosamente esta no es la primera vez que Colombia se enfrenta a un brote de moquillo, pues hay muchos perros callejeros que se reproducen sin ningún control, o perros con tutores que no procuran su salud y bienestar: no están muy pendientes de ellos, no los esterilizan y no los vacunan a tiempo.
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