Una buena alimentación mantiene la buena salud del animal, mejora su rendimiento y favorece su desarrollo. Aquí le contamos qué puede hacer para mejorar la dieta de sus mascotas.
uando buscamos que nuestra mascota sea saludable, la nutrición está por encima de la diversión. Antes de inscribir al perro en un colegio canino o conseguirle un entrenador, la responsabilidad consiste en informarse de manera adecuada y completa sobre sus necesidades nutricionales y suplirlas. Sin importar la raza, todos los animales deben estar bien alimentados, y para ello es clave contar con la supervisión de un veterinario.
“Obesidad, diabetes, hipertensión, complicaciones cardiacas, alteraciones hormonales, problemas de piel, hepatitis y pancreatitis, tanto en perros como gatos, son algunas de las enfermedades manifestadas por la mala alimentación”, explica la médica veterinaria Lina Marcela Rodríguez Jiménez, especialista en Nutrición y Dietética Veterinaria de Pequeños Animales.
Es cierto que los perros y gatos de raza presentan mayores predisposiciones a algunas enfermedades, y que los criollos tienen una resistencia superior, por su genética. Sin embargo, el tipo de nutrición de unos y otros se basa en su especificidad, por eso la alimentación de un chihuahua es distinta a la de un gran danés. Sus dientes no están preparados para lo mismo y sus actividades físicas y ciclos de sueño no son iguales.
Aunque el alimento bien preparado en casa es el ideal, el mercado ofrece concentrados en presentación seca y enlatados húmedos que facilitan la vida de los dueños de los animales, pero que tienen conservantes, saborizantes y otros ingredientes que pueden traer problemas de salud a largo plazo.
Todo propietario de mascota sabe que los precios de estos alimentos dependen de los ingredientes y especificaciones, y varían desde los más económicos hasta líneas medicadas que separan los grupos alimenticios por especialidades y que alcanzan precios muy altos. En el momento de comprar uno de estos productos es recomendable darle más importancia a la lista de ingredientes que a la de porcentajes y valores nutricionales.
En términos de proteína, algunos concentrados y enlatados incluyen subproductos animales como patas, cabezas, pezuñas, orejas y vísceras procesadas, mientras que los de precio más bajo mencionan ingredientes como “harina de pollo”. Las líneas con precios superiores contienen carne seleccionada, lo que supone masa muscular para la mascota, pero su precio no se ajusta a todos los bolsillos. El alimento húmedo, o “en salsa” como lo promocionan, se utiliza en animales inapetentes o para consentir a la mascota; tienen un alto porcentaje de grasa y su continuo uso puede conducir a problemas en el hígado del animal.
La naturaleza cazadora del gato, como felino y carnívoro, indica que debería comer carne y presas vivas a temperatura corporal (de 37 a 38 grados centígrados). Pero los gatos domésticos no pueden suplir esas necesidades, y en cambio ingieren cereales en exceso. El resultado se observa en esos kilos de más que llevan al deterioro del corazón, hígado y riñones.
Alimentación hogareña
“La comida casera no es mala, como se ha hecho creer. El problema es cómo se prepara”, indica la doctora Rodríguez. Aconseja no mezclarla con el concentrado porque se fermenta y genera gases, vómito y diarrea. El alimento concentrado tarda en el estómago hasta doce horas, mientras que la dieta natural se digiere en cuatro horas. En definitiva, ayuda a que se absorban mejor los nutrientes, y su efecto se manifestará en un pelo sano y un mejor olor del animal.
La cuestión es que el alimento hecho en casa requiere constancia y dedicación para distribuir las porciones, y mucho cuidado con los ingredientes, porque algunos alimentos que resultan benéficos para los humanos son un veneno para los animales.
Jamás le dé a un perro ni a un gato cebolla, ajo, tomate, col, coliflor, nuez, maní, uvas (pasas o frescas), remolacha, huevo crudo, lenteja, fríjol, garbanzo, aguacate, chocolate, café, ahuyama ni carne de cerdo cruda. Tampoco huesos que se astillen, porque lesionan el intestino. No crea todo lo que aparece en internet: evite darle a un perro pan, cámbielo por melón, mango, manzana, pera, papaya, espinaca, zanahoria, arveja y banano. El gato puede ingerir vegetales para aportarle fibra a su digestión, pero no necesita frutas ni cereales.
No se salte la cocción. Aunque usted no lo vea, en un pedazo de carne cruda hay bacterias, parásitos y huevos de parásitos que pueden transmitirse al ser humano y a los animales. Seleccione pescado sin espinas —por ser rico en omegas y ácidos grasos, ayuda al crecimiento del pelo y a la hidratación de la piel—, pechuga de pollo o cortes de res sin grasa, y prepárelos a término medio en agua. No le añada salsas ni aditivos. Busque siempre la asesoría de un profesional y recuerde: cuanto más simple, más saludable.
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