Laura Carolina Pava, más conocida como Una rola en bici, nos cuenta cuáles han sido los dilemas y retos que ha enfrentado al convertirse en una figura reconocida.
Los influenciadores o creadores de contenido se han convertido en medios de comunicación, líderes de opinión, embajadores de marcas, consejeros, guías de viajes y otra cantidad de roles que en ocasiones no tienen muy definidos. Y aunque algunos desconocen la responsabilidad de convertirse en referentes públicos de niños, jóvenes y adultos, hay numerosos creadores de contenido que se toman su rol en serio y reflexionan no sólo sobre esa posibilidad que tienen de llegar a otros, sino de su propia salud mental y los cuidados que debe tener una persona que expone su vida, sus pasiones y muchas veces su intimidad.
Este es el testimonio de Laura Carolina Pava quien nos deja unas claras advertencias sobre lo que puede suceder si no se hace un uso juicioso y balanceado de las redes sociales.
La bicicleta siempre ha sido mi medio de transporte favorito. Desde que estudiaba periodismo en la universidad la usaba para movilizarme por Bogotá, así que es una pasión que he sentido desde hace mucho tiempo. Cuando empecé a trabajar se presentó la oportunidad de crear un canal digital y nació el Rincón de la bici, con la casa Editorial El Tiempo. Fue una excelente oportunidad para mostrar el mundo de la bicicleta desde una mirada femenina.
En el Rincón de la bici tratábamos temas que sucedían en la calle con los ciclistas, no era algo impostado o premeditado y por eso tuvo muy buena acogida. Gracias a este proyecto empecé a recibir más herramientas para seguir comunicando el tema y pude inaugurar mi canal propio en YouTube en diciembre del 2019. Le aposté todo a las redes sociales, dejé de tener un trabajo formal para dedicarme a esto, pero llegó la pandemia y la situación se complicó.
Tuve que empezar a buscar un trabajo para tener ingresos fijos y las redes sociales empezaron a generarme una presión que, combinada con el encierro, detonó mi depresión. Sin embargo, seguí adelante y poco a poco empecé a recibir patrocinios, me contactaron marcas que me enviaban objetos, pero había un problema y es que yo no entendía muy bien qué debía hacer exactamente con lo que me enviaban porque no estaba acostumbrada a recibir regalos, entonces sentía que debía retribuir estos detalles con mucho contenido. Lo que en realidad habría preferido en ese entonces era más claridad sobre lo que esperaban de mí, porque mi inexperiencia en redes sociales hacía que publicara con intensidad y no había un equilibrio. Finalmente fui adquiriendo más habilidades y cuando empecé a trabajar con marcas más grandes ya tenía mayor experiencia.
Consecuencias de la visibilidad en redes
Algo muy impactante para mí fue pasar de ser una ciclista anónima a una que muchas personas reconocen y saludan. No siempre es cómodo. Hace poco tuve una experiencia en un café: un muchacho se acercó a hablarme como si fuéramos los mejores amigos y yo estaba muy ocupada. Se quería sentar en mi mesa y me tocó decirle que no podía atender la conversación en ese momento. Poner límites es todo un reto y como yo he sido tan abierta en mi discurso en las redes sociales la gente puede confundirse. Es difícil que las personas comprendan que tú también tienes días difíciles y que no siempre puedes responder como ellos esperan. No todos los días soy la persona que ven en redes.
Asimilar esto ha sido un reto y me empecé a cuestionar sobre la imagen que estaba mostrando en redes. A esto se sumó la muerte de mi abuela y de mi mascota, y claro, dejé de publicar mucho, decidí frenar todo porque ante más exposición más presión. Me sentía ahogada. Pero cuando empecé a contar esto que me sucedía me di cuenta de que muchas personas sentían lo mismo que yo.
Gracias a la terapia decidí empezar de cero y volver a mi propósito de ser un puente entre la información y las personas que no tienen acceso a ella, porque ahora cualquier persona puede ser un medio de comunicación. Quiero que muchas mujeres se monten en una bicicleta y cambien su vida, que sepan que pueden pasar de ser una persona sedentaria a cruzar todo un país en bicicleta, como yo lo he hecho. Mi compromiso sigue intacto pero ahora debo priorizar mi salud mental. Por eso estoy compartiendo historias principalmente, y creo contenido para Métele pedal ([email protected]), una iniciativa ciudadana que reúne colectivos de ciclistas para promover la movilidad sostenible.
Encontrar el balance es la meta
Equilibrar mi compromiso con los contenidos, lo que la gente opina sobre mí y el descanso es una de mis tareas primordiales. Afortunadamente ya dejé de compararme con otros influenciadores, que era un hábito muy violento que tenía interiorizado. Incluso dejé de seguir páginas idílicas que me mostraban el “deber ser” de una influenciadora. Y en este proceso he logrado encontrar algunas pautas que pueden funcionar para personas que quieran hacerse un camino en las redes sociales manteniendo su salud física y mental:
- No dejarse guiar por números, es decir no obsesionarse con una cifra. Todo el contenido que uno pueda publicar estará bien, siempre y cuando tenga unos estándares de calidad y una intención. No hay que subestimar a los que tienen pocas vistas.
- No compararse. Esto no significa que uno no pueda tener referentes, pero no hay que medirse por lo que hacen los demás.
- Priorizar la vida personal y compartir sinceridad en las redes. Está bien contar que hay días en los que uno no se siente bien y priorizar el bienestar propio por encima del proyecto. Yo por ejemplo ahora ya tengo mis horarios para ver redes sociales porque antes invertía tanto tiempo que hasta las revisaba montada en la bicicleta y eso es lo más peligroso.
- Poner límites a los seguidores. Yo he dicho que no me gusta que me sigan cuando estoy entrenando, ni que me interrumpan cuando estoy descansando; la honestidad me hace bien.
- Saber que tenemos derecho a parar y a retomar cuantas veces queramos y mostrar que también tenemos nuestro lado oscuro, reconocerlo, aceptarlo y abrazarlo.
Youtube: unarolaenbici
IG: @unarolaenbici_
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