Las enfermedades autoinmunes no son muy comunes, son de alto costo y tras ellas hay mucha desinformación. Dos especialistas de Colsanitas explican en qué consisten, cómo tratarlas y por qué hay que perderles el miedo.
ay enfermedades, accidentes y tratamientos que exigen una atención permanente, un cuidado minucioso que las personas afectadas, débiles y sometidas al dolor y la preocupación, no pueden darse a sí mismas. En estos casos, como los pacientes no pueden enfrentar solos su situación, requieren que otra persona los acompañe y cuide.
Estos cuidados pueden ir desde llevarlos a un examen de diagnóstico hasta acompañarlos en una cirugía o durante el postoperatorio, o estar con ellos en la quimioterapia o el tratamiento para otras enfermedades crónicas. En casos extremos, en enfermedades terminales y en aquellas de alta dependencia, es decir, cuando la autonomía física e intelectual de la persona desaparece por completo, es necesaria la asistencia de un tercero para poder llevar a cabo las actividades básicas de la vida cotidiana.
Con frecuencia la persona que asume esta responsabilidad, el cuidador, acaba con una fuerte carga emocional y de responsabilidades que puede terminar produciendo su propia enfermedad, cansancio extremo y depresión. Es necesario que las personas que en algún momento de la vida deciden cuidar a un ser querido tengan claro que lo más importante para brindar ayuda a otros es estar ellos mismos saludables y tranquilos.
Por lo general, para cada dolor o síntoma que tenemos hay una enfermedad que lo explica. También sucede que, cuando sobreviene un malestar, podemos achacarlo al ambiente, a lo que comemos o a lo que hacemos. Y casi siempre ante esas circunstancias las defensas del cuerpo hacen eso precisamente, defendernos. Pero ¿qué pasa cuando nuestro cuerpo no se defiende? O más insólito aún, ¿qué pasa cuando el sistema encargado de proteger al organismo no lo defiende sino que lo agrede?
Tratar de entender por qué de un momento a otro el cuerpo se ataca a sí mismo es complicado, pero María José Jannaut, reumatóloga de Colsanitas, usa una analogía poderosa y sencilla que no deja duda. Imaginemos que las células del sistema inmunológico de un feto deben ir al colegio para aprender a defenderse de virus y bacterias. Estas células, llamadas linfocitos T, deben ir al timo, una glándula localizada en el cuello, para estudiar una lección primordial: qué es propio del organismo para no atacarlo y qué es ajeno (como los virus, bacterias, parásitos o células cancerosas), para defenderse de ellos.
Como en todo salón de clase, siempre hay un alumno vago que, a pesar de todo, logra graduarse. Esos alumnos vagos son los que no aprendieron la lección cuando estudiaron en el timo. En general los seres humanos tenemos algunos de esos linfocitos T que no se saben defender, y ese fenómeno se conoce como autoinmunidad. Esta es más común en las mujeres y por sí misma no representa un problema, es decir, una persona puede tener autoinmunidad y no estar enferma. El problema viene cuando los alumnos vagos se vuelven mayoría o líderes dentro del sistema inmunológico, pues se multiplican y crean todo un ejército de vagos que puede atacar uno o varios órganos sanos.
Ese ejército de linfocitos T se puede ir contra cualquier órgano del cuerpo, de ahí que las enfermedades autoinmunes formen una lista larga y diversa de padecimientos. Por ejemplo, el sistema inmunológico puede atacar los ojos y producir epiescleritis. Si ataca a la piel puede causar vitiligo o psoriasis, o puede incluso dañar el núcleo de las células y producir lupus, que es la enfermedad autoinmune por excelencia.
Además de los linfocitos T que no saben defender el organismo, hay otras dos razones que desencadenan el desarrollo de las enfermedades autoinmunes: la primera es el factor genético que predispone a las personas a tener ciertos padecimientos, y el segundo es el estímulo del medio ambiente. El factor externo más dañino relacionado con las enfermedades autoinmunes es el tabaco, porque estimula la activación de los genes que producen artritis reumatoide, lupus y varios tipos de cáncer. Hay otros como las infecciones, la radiación ionizante y el estrés.
De acuerdo con un estudio clínico de cobertura nacional hecho por la Asociación Colombiana de Reumatología, la enfermedad autoinmune más común en el país es la artritis reumatoide, que afecta a cerca de 1,2% de la población, porcentaje que coincide con la incidencia de la enfermedad en el resto del mundo. La artritis reumatoide se caracteriza por la inflamación de las articulaciones de las manos y los pies; en algunos casos también puede afectar los ojos, el corazón, los pulmones y la piel. Esta enfermedad produce deformidad de las articulaciones e incapacidad funcional. Es progresiva y puede ser mortal si no se trata adecuadamente: los afectados tienen 1,5 veces más riesgo que el resto de la población de sufrir de un infarto, y 1,3 veces mayor riesgo de sufrir infecciones.
Además de los linfocitos T que no saben defender el organismo, hay otras dos razones que desencadenan el desarrollo de las enfermedades autoinmunes: el factor genético y el estímulo del medio ambiente. También influyen las infecciones, la radiación ionizante y el estrés.
De acuerdo con la doctora Jannaut, las señales de alerta más comunes para detectar la artritis reumatoide son dolor en las manos, especialmente en las muñecas y nudillos, dolor al apretar las manos o los pies temprano en la mañana o problemas para mover las manos luego de levantarse. Si usted tiene uno o varios de estos síntomas debería visitar a un reumatólogo.
Sin embargo, no todas las enfermedades autoinmunes pueden diagnosticarse tan fácilmente ni se desarrollan de la misma forma, porque los síntomas varían de acuerdo con los órganos afectados y con la severidad del ataque. Ese es el caso del lupus, pues es una enfermedad sistémica y heterogénea que puede afectar casi cualquier órgano del cuerpo y sus síntomas son muy variados. Las manifestaciones más leves son cuando los linfocitos T atacan la piel o las articulaciones; los casos más graves de lupus ocurren cuando la enfermedad afecta los riñones o el cerebro. En todo caso, ningún paciente es igual y el tratamiento debe diseñarse según las características de cada individuo.
A pesar de la variedad de enfermedades autoinmunes y sus síntomas, muchos pacientes que viven con alguna de ellas suelen quejarse de dolores musculares, fatiga y desaliento. Esto es producto de los procesos inflamatorios en los tejidos blandos, que son comunes en las enfermedades autoinmunes. También son frecuentes las infecciones en parte por los medicamentos que deben tomar. La medicación es fundamental pero tiene efectos secundarios que deben evaluarse, pues al tratar de frenar los linfocitos T el sistema inmune pierde la capacidad para responder a infecciones severas, y esa es una de las causas de muerte más comunes en estas enfermedades.
Detener el fuego
Es verdad que las enfermedades autoinmunes pueden causar mucho dolor, incapacidad y en algunos casos ser mortales, pero no se trata de asustarse o de creer que todo está perdido. Afortunadamente el tratamiento actual es efectivo y muchos pacientes llevan una vida normal gracias a una combinación de medicamentos y dos cosas que son fundamentales para la vida, no solo la de las personas con enfermedades autoinmunes: hábitos saludables y actitud. “Cuando la gente habla de esto se aterra y cree que se va a morir, pero todas estas enfermedades se pueden controlar, y hay estrategias complementarias para llevar una vida sana”, dice Nancy Yomayusa, Jefe del Departamento de Medicina Interna de la Organización Sanitas Internacional. Esos cambios en el estilo de vida los resume en tres la Guía Práctica para la Detección Temprana y Tratamiento de la Artritis Reumatoide: actividad física frecuente de acuerdo a las capacidades de cada paciente, alimentación balanceada y actitud positiva para enfrentar la enfermedad.
La doctora Yomayusa además añade: “en estos casos hay que hacer un cambio radical en la concepción de la enfermedad; uno ya no trata enfermedades, trata personas, y uno busca que sus pacientes puedan decir ‘me siento perfecto’, porque les brindamos otras posibilidades además de los medicamentos”. Otra recomendación fundamental que hace la reumatóloga María José Jannaut es atender la enfermedad apenas se conoce el diagnóstico, porque la atención temprana va tener un efecto mayor a largo plazo.
A la actitud positiva se debe agregar el acompañamiento familiar, pues los parientes cercanos son el apoyo principal, especialmente cuando el paciente tiene alguna discapacidad. La familia, de acuerdo con la doctora Jannaut, debe conocer de primera mano la información de la enfermedad para no llevar al paciente a extremos como no dejarlo hacer nada, o sobrecargarlo de actividades. No todos los enfermos tienen por qué ser una carga; en los últimos quince años las enfermedades autoinmunes se asumen de una forma diferente y los pacientes llevan una vida normal. Hay cosas importantes que pacientes y familia deben hacer como tener un esquema de vacunación para adultos completo, en tanto esto crea un efecto de torbellino en el que es menos probable que entre los parientes se contagien infecciones o virus.
Cualquier persona puede sufrir una enfermedad autoinmune. Sin embargo, es menos probable atraerlas, o al menos puede retrasarse su llegada o los efectos más graves, si se evitan hábitos nocivos como el tabaquismo, la exposición a la radiación solar o llevando un estilo de vida estresante. En el autocuidado está la clave.
Otras enfermedades autoinmunes
Tiroiditis autoinmune: También conocida como tiroiditis de Hashimoto, ocurre cuando los anticuerpos destruyen la glándula tiroides. Es la causa más común de hipotiroidismo.
Síndrome de Sjögren: Es una enfermedad en la que el sistema inmune ataca las glándulas exocrinas, encargadas de producir fluidos como saliva, lágrimas, mucosas de la laringe y tráquea.
Enfermedad de Crohn: Se caracteriza por la inflamación del tracto gastrointestinal, aunque también puede afectar la piel, las articulaciones y los ojos.
Psoriasis: Es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, que produce lesiones y descamaciones de tejido en las manos, rodillas, codos y el cuero cabelludo.
Vitiligo: Ocurre cuando el sistema inmune ataca las células que dan el pigmento a la piel y estas dejan de producir melanina.
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