La autora de estas líneas comparte las angustias propias de su embarazo a las que se han añadido otras preocupaciones. Pero también cuenta cómo ha podido lidiar con ellas y disfrutar la gestación de su segundo hijo.
l primer caso de COVID-19 en Colombia se anunció el 6 de marzo, dos semanas después de saber que estaba esperando un bebé. A partir de ese momento supe que este embarazo no lo viviría igual que en tiempos “normales”. Llegaría la cuarentena y, con ella, días muy buenos y otros muy regulares. Debería aprender a vivir cada día por separado, y a sortear la incertidumbre.
Por supuesto, ante esa noticia tuve sentimientos encontrados, la felicidad de la llegada de un nuevo hijo —un hermano o hermana para mi hija de casi cuatro años— se fundía con la de sentir que yo no sería capaz con lo que se venía en el futuro. La economía, las salidas y hasta los controles médicos para una embarazada serían diferentes. Sí, sentí mucha ambigüedad y miedo —sentimientos que creo estamos viviendo varios— ante la realidad de estar trayendo vida al mundo, cuando todo se mostraba al revés. Un cóctel de hormonas y emociones se mezclaba en mi interior y ante este nuevo estado de sensibilidad, fue difícil decir que estaba muy centrada en el primer trimestre de mi embarazo.
Pasé unas semanas en negación —quién no— luego en aceptación, con emociones confusas, mientras mi cuerpo asimilaba su nuevo estado: náuseas, vómitos y mareos. Como humanos nos cuesta aceptar nuestra vulnerabilidad, pero es tal vez lo que más nos acerca a los otros, nos retorna a la simple realidad de la vida y de tajo corta cualquier creencia de que la existencia consiste en un sueldo, un trabajo, un estatus, una consecución de bienes materiales o propósitos, y que hay algo más sencillo que nos sostiene.
Así que poco a poco, y aún con los temores y dudas que la mayoría compartimos, fui disfrutando de mi embarazo. Pedí dosis extra de paciencia y ayuda a mi pareja, con el que por suerte cuento, y al resto de mi familia. Mis hormonas no me hacían la más tranquila, pero esta vez la sensible no sería solo yo, así que bajé el consumo de noticias, trato de meditar (aunque no siempre sea fácil) y hago respiraciones a conciencia. Estas han sido medicinas ante la situación, porque no puedo dejar de pensar que el estado físico y mental de una mujer en embarazo es fundamental para ella y para el bebé en gestación.
Tengo varios mantras para no decaer: cada cosa a la vez, cada día a la vez, si hoy no ha sido un día bueno, mañana será otro día, si ha sido un día excelente, agradecer. Si te llega un placer insospechado lo disfrutas con el alma, y las pequeñas cosas se vuelven, simplemente, el mejor refugio.
Uno de los retos, además de la sensación que al comienzo me generó la ambigüedad ante una pandemia versus la esperanza de una nueva vida, es que el modelo en cómo se llevaban los embarazos cambió totalmente. Algunos controles ya no podían ser personalmente, no habría la misma cantidad de ecografías y la más temida por mí: ir a un centro médico a realizarme los exámenes de rigor.
El día del tamizaje genético de mi bebé, por ejemplo, recuerdo que llegué al consultorio de mi ginecóloga con tapabocas, saco, gorra, bufanda y hasta una careta que mi familia me pidió llevar. El protocolo de cuidado en el consultorio de mi médica había cambiado. Dos maternas más conservaban la distancia y cada espacio fue desinfectado. Ninguna llevaba acompañante, y todo pasaba de otra manera. Sin embargo, ver a ese bebé allí, en perfecto estado de salud, me dio ánimos y me confirmó que había valido la pena salir y tomar todas las precauciones —a pesar del temor al virus— por verlo allí flotando en su propio universo. Ese milagro de la vida, creciendo en tu barriga, desafía hasta tu propia lógica, y se vuelca en una sensación de asombro que llega a iluminar, incluso, las peores situaciones.
Nuevas formas de vivir el embarazo
El panorama de los embarazos cambia mientras nos adaptamos a esta pandemia. La doctora Lean Wen, médica de emergencias y presidenta de la organización Planned Parenthood, actualmente está embarazada, y fue consultada por la BBC para hablar del embarazo durante esta época. “El embarazo ya de por sí puede ser un tiempo estresante o retador. Hay grandes cambios de vida, cambios en el cuerpo y cambios emocionales y estar embarazada durante una pandemia trae nuevos retos y momentos estresantes también. Las embarazadas son médicamente vulnerables por su cambio en su sistema inmune, su fisiología, y deben tomar precauciones extras”, afirma Lean.
Ante este panorama, el doctor Daniel Londoño, médico de la Universidad del Rosario, y ginecobstetra adscrito a Colsanitas, explica que en esta época no tendrían que ser más complejos los embarazos, aunque sí se deben aplicar ciertos cuidados: “Los síntomas y la severidad de esta enfermedad afectan más seriamente a personas de edad avanzada, personas con sistema inmunológico deficiente o quienes sufren algunas enfermedades crónicas. De hecho, no hay evidencia de que si una mujer embarazada adquiere esta infección tenga un riesgo mayor de complicaciones serias en comparación con otra persona sana que no está embarazada. Hasta ahora, tampoco hay evidencia que sugiera que el virus se transmita de una madre a su bebé durante el embarazo o en el parto”.
"No hay evidencia de que si una mujer embarazada adquiere esta infección tenga un riesgo mayor de complicaciones serias en comparación con otra persona sana que no está embarazada".
Sin embargo, se deben tomar las precauciones adoptadas para prevenir el coronavirus y tratar de evitar transportes públicos, el trabajo fuera de casa y las reuniones sociales o familiares. Si durante esta pandemia la mujer tiene preocupaciones o dudas sobre su estado de salud, o sobre su embarazo, debe consultar con su médico tratante o con la unidad de control prenatal donde está asistiendo.
“Es muy deseable que se reduzca al mínimo el ingreso a clínicas, hospitales y centros médicos durante esta época; sin embargo, si la condición de salud empeora o aparecen signos de severidad tendría que revisar la conveniencia de asistir a un servicio de emergencias. En el control prenatal normal hay fechas en que es muy importante cumplir las citas personalmente para realizar ecografías y exámenes. Dejar pasar esas fechas podría ser contraproducente. En tal caso se debe consultar telefónicamente al profesional sobre lo más conveniente”, añade el especialista. Este hecho hace que salir en ciertas ocasiones sea inevitable.
Londoño afirma que, actualmente, las unidades de maternidad tienen en cuenta su obligación de minimizar la infección por COVID-19, tanto para madres como para sus bebés, que incluyen restricción del acceso a visitantes, el uso de equipos de protección apropiados y las medidas para el control de la infección. Se recomienda que la mujer en gestación asista sola a todas las citas, chequeos y valoraciones. Por el momento, en algunas clínicas está permitido que haya un acompañante durante el trabajo de parto, pero si es cesárea la mujer deberá ingresar sola a la sala de cirugía. Sin embargo, en algunos centros de salud públicos no se permite el ingreso a la sala de partos del padre o acompañante.
El reto: pensar en nuestro bienestar más que nunca
Como muchas madres embarazadas pensé en apuntarme en una clase para maternas, pero antes de que pudiera hacerlo comenzó la cuarentena. Hace años practico yoga y quería una clase prenatal. Una amiga me recomendó a Ana María Ramírez, una profesora de yoga que además es doula, asesora en lactancia y estudiante de psicología. Las doulas se encargan de dar herramientas, consejos e información a los padres para vivir el parto, el posparto y la lactancia de una forma más consciente y amorosa.
En su opinión, la pandemia ha llevado a las mamás y a su entorno inmediato a ser más conscientes de su estado y a tomar medidas adicionales de autocuidado, lo cual no es algo malo: “Esta situación ha generado un deseo de estar bien y de encontrar herramientas para que el embarazo, el parto y el posparto sean lo más seguros y amorosos posibles”.
Ante la pregunta de cómo la familia puede ser un soporte para las embarazadas, Ana recomienda que el entorno de la madre, ya sea familiar o laboral, debe entender que es un momento para ser empáticos con su condición, y no recargarla de trabajo o de estrés físico y emocional porque las mujeres embarazadas son más susceptibles a los cambios físico-emocionales, y las situaciones que generan ansiedad y angustia pueden influir directamente en su sistema inmunológico, y en el desarrollo del bebé. “Las endorfinas son muy importantes en las maternas para sentir felicidad y fortalecer el sistema inmunológico, por lo tanto; hay que realizar cualquier actividad física que nos guste y nos dé satisfacción”.
Trato de ocupar la mente en escoger qué ropa podría usar mientras la barriga crece, qué alimentos me vienen mejor, cómo descansar de manera adecuada y dedico buenos ratos a imaginar a ese bebé. También pienso en esos niños que llegarán. Si ganarán los utópicos, y tendremos una sociedad mejor, o si ganarán los que ven todo negro, y creen que será un mundo más controlado, difícil, y peor de consumista y contaminado. Tal vez haya un intermedio, tal vez algunos hayamos pensado en cambiar algunos aspectos, en dejar de planear tanto, y dedicarnos a vivir el presente. No podemos predecir el futuro, pero los padres, retados por las clases virtuales, el encierro de los niños, y la expectativa ante los hijos que llegarán, podríamos analizar lo que queremos seguirles ofreciendo.
Las embarazadas que van a parir pronto tendrán que sacar fuerza extra y recibir mucho apoyo, a las que esperan aún, probablemente necesitarán más dosis de autocuidado y compasión consigo mismas y los demás. A las madres, no importa la edad de sus niños, les vendrán retos dependiendo de la etapa de su hijo. Cada persona, sin importar su situación, estará en su propia proeza personal.
Ayer mi hija repetía algo que le oyó decir a mi madre: “Mamá, ¿el sol va a acabar con el virus?”. Quise decirle que sí, pero no sé qué pase en un día, en un mes o dos, y si pronto haya alguna vacuna… En este tiempo, he visto la capacidad de volver a lo básico y cómo ese sol, que a veces dábamos por sentado, se vuelve la mejor cura ante todo mal. Le sonreí y comprobé que los niños son los mejores maestros. Incluso, desde la barriga, allí donde se mueven tranquilos y a sus anchas, comienzan a enseñarnos que, sin importar las circunstancias, la vida sigue.
Recuadro:
Rituales para encontrar tranquilidad durante el embarazo (Recomendaciones de Ana Ramírez)
• Conectarse con el bebé por medio de la relajación o la meditación.
• Hacer baños con plantas relajantes (manzanilla, albahaca, caléndula).
• Comer bien y que este momento nos llene de placer. Recibir masajes para aliviar la tensión acumulada.
• Hacer el amor con la pareja, ya que libera muchas endorfinas.
• Dormir suficiente.
• Ejercitarse diariamente.
• Hablarle al bebé incluso de los miedos y las preocupaciones, pero también de los deseos y las alegrías.
*Periodista y escritora. Autora de la novela Elisa.
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