Una de las voces más reconocidas de la radio colombiana comparte su visión sobre el matrimonio, los nietos y las semejanzas entre el fútbol y la vida. Un hombre que encontró en el trabajo un refugio de bienestar.
¿Cómo le fue con el encierro en la pandemia?
No tuve problema con el encierro porque hace muchos años tuve mieloma múltiple y me tocó guardarme en la casa como siete meses. De manera que no me afectaba el encierro porque yo trabajaba desde la casa al igual que en la pandemia.
¿Cuál es su clave para enfrentar las complicaciones de salud?
Creo que eso va en la mente y en la ocupación. Si la persona no está ocupada se vuelve dramática, porque está todo el día pensando en su situación de salud. Yo no tengo tiempo para ponerme a pensar en la enfermedad. Lo voy viviendo y para adelante. Hasta donde me lleve el río.
¿Cómo es su rutina diaria?
Me levanto a las 4:30 o 5:00 a.m. y me pongo a trabajar, a funcionar. El trabajo mío es leer, escribir, hablar por teléfono. Preparo el programa de fútbol y el de tango. El trabajo me mantiene ocupado y evita que me mortifique. Y hago ejercicio casi todos los días, uso la caminadora del edificio. A la una de la tarde empieza el programa hasta las tres. Luego descanso un poco y retomo más tarde, reviso novedades. Y, eso sí, veo mucho fútbol.
¿Qué es para usted importante en un colega, en un compañero de trabajo?
Practico algo que me enseñó Yamid Amat, con quien trabajé muchos años. Él me decía: “A la gente hay que darle la oportunidad, si es buena le va bien”. Así lo apliqué cuando manejaba La Luciérnaga y tenía músicos a mi cargo. Ha sido muy satisfactorio verlos escalar. Me gusta ver que la gente sale adelante, que brilla.
¿Qué ha hecho para fortalecer esa memoria prodigiosa que tiene?
La memoria es como un músculo. Si usted no la trabaja, se muere. Todos los días estoy leyendo cosas, reteniendo datos, y además soy de una época en la que la memoria era vital para el colegio, para la vida, porque todo era memorizado. Las tablas de multiplicar, los pecados capitales, los ríos, los presidentes, la geografía, la poesía... No es que sea un don, es simplemente una manera de estudiar y de aprender.
Ya lleva más de 50 años casado. ¿Dónde está la fortaleza de su matrimonio?
En nuestro caso hemos tenido una libertad absoluta y mucho respeto por lo que hace el otro. Mi esposa no se mete en nada de lo mío, de mi fútbol, ni le interesa.
Y yo tampoco entro a los campos de ella, es economista y matemática. Respetamos profundamente lo que cada uno hace. Creo que esa es la clave. Respetar la individualidad.
¿Y qué tipo de abuelo es usted?
Tengo cinco nietos y con ellos me entiendo muy bien. No me dicen abuelo, me dicen Hernán. Yo los molesto, pelean conmigo y me llaman a molestarme. Ellos no son como los nietos de antes, primero que todo hablan varios idiomas, tienen el celular entonces viven súper informados, no es que uno les pueda decir “venga le enseño alguna cosa”. Ellos le enseñan a uno.
Cuando quiere descansar, ¿qué hace o dónde se refugia?
Para descansar me acuesto. Pero la verdad es que siempre estoy trabajando. Y a la hora de viajar prefiero sitios como Aruba, República Dominicana, algún lugar para no hacer nada.
¿Qué le ha enseñado a usted el mundo deportivo?
El deporte es un espejo de la vida. Hablo básicamente del fútbol, que es lo que yo jugué y lo que conozco. Es la vida misma en un campo de juego, y como en la vida, se gana y se pierde. Hay mucho drama por ejemplo cuando los jugadores se retiran, hay sufrimiento porque no saben qué hacer una vez se han retirado. Porque normalmente una persona se jubila después de los 60, pero un jugador de fútbol sabe que después de los 35 ya no tiene más carrera. Ese tipo queda con una jubilación interrumpida y pospuesta. Entonces se retiran jóvenes y al otro día están desocupados, pierden el contacto con la gente, pasan al anonimato y no están preparados para eso. Ahí llega el conflicto. Esa situación me mortifica mucho.
Entonces, ¿qué le sugeriría a estos jugadores que a los 35 ya tienen que retirarse?
La fortuna es que hoy en día los jugadores tienen otra idea de su retiro porque los equipos, así como tienen nutricionistas, preparadores, técnicos, han incorporado también psicólogos, y los futbolistas han entendido que tienen que prepararse en administración, por ejemplo, y en otras áreas que les interesen además del fútbol. Hay que prepararse como en la vida misma, y saber asesorarse.
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