Juanita Boada es autora del libro Separación por las buenas, donde ofrece herramientas a las familias que deciden transitar un divorcio y buscan resolverlo con paz y respeto, especialmente si hay hijos. Hablamos con ella.
El matrimonio puede acabarse; la parentalidad, no. Es un vínculo indisoluble. La responsabilidad de la crianza de un hijo no desaparecerá nunca de una pareja, aunque el sentimiento que los unió y que posiblemente dio origen a esa nueva vida esté roto.
Tener un hijo te inscribe en una negociación vitalicia. Tendrás que llegar a acuerdos en muchísimas decisiones sobre la crianza, así que más vale mantener una sana relación con el compañero de parentalidad. Esto, claro, resulta más fácil cuando se trata de un compañero sentimental con quien compartimos no solo el compromiso de educar a una persona, sino el sentimiento de amor de pareja. ¿Qué pasa con la crianza de los hijos si la pareja decide dividirse?
Esta pregunta se empezó a repetir con una notable frecuencia en las sesiones de la coach logoterapeuta Juanita Boada, particularmente durante la pandemia. No pocas parejas que antes llegaban a su consulta a trabajar en disciplina positiva y crianza consciente se empezaron a divorciar en el confinamiento, así que sus sesiones de terapia dieron un vuelco hacia la mejor manera de manejar una separación. También por la pandemia, algunos pacientes empezaron a faltar a sus sesiones presenciales, así que Juanita decidió escribir sus reflexiones sobre los pilares de un divorcio pacífico, y los compartió con las familias vía correo electrónico. Estos fueron los orígenes de su libro Separación por las buenas.
“Después de ver el dolor de los niños transitando la separación de sus padres y ver cómo desde esa rabia las parejas no podían manejar este proceso de manera más práctica y amorosa, entendí que gracias a la logoterapia podía ayudarlos para darle una mirada más esperanzadora al problema”, dice esta abogada de profesión quien atravesó un divorcio hace 22 años. En ese proceso experimentó diferentes sentimientos. La sensación de fracaso estuvo presente, así como el sufrimiento y el dolor. Pero al final encontró los regalos que puede entregar un duelo, y eso es justo lo que quiere ayudar a descubrir a las parejas que enfrentan ese difícil momento.
Antes de entender la habilidades necesarias para superar una separación y hacerlo de manera consciente y amable con todos los que sufren por esta decisión, Juanita recalca la importancia de identificar los retos que enfrenta la pareja a punto de separarse:
- El manejo del dolor y del miedo a la incertidumbre. Aquí es clave entender cómo aceptar y transitar las emociones, sin negarlas u ocultarlas.
- Las creencias que pueden jugar en contra de la pareja: “el divorcio es pecado”, “una separación es un fracaso”, “reconstruir la vida cada uno por su lado es imposible”, entre otros.
- La nueva economía de la familia. Es necesario hacer acuerdos justos que beneficien a todos.
- Aprender a sanar cuando las condiciones de la separación son más complicadas: infidelidad, terceros, hijos con dificultades o violencia intrafamiliar.
¿Qué habilidades necesita una pareja para lograr una separación amigable?
- Aceptación: es una actitud difícil de conseguir, pero es clave evitar las luchas contra la situación que atravesamos, porque a menor aceptación mayor sufrimiento. El sufrimiento es la distancia entre lo que quiero que pase y lo que está pasando.
- Autoconocimiento: hacernos la pregunta ¿cuál es mi lugar y mi responsabilidad en esta situación? Generalmente tendemos a victimizarnos, y la realidad es que ningún matrimonio se acaba por una sola persona. Debemos evitar el papel de la víctima porque esto nos inscribe en un bucle de dolor.
- Reconocimiento de emociones: lastimosamente a quienes somos adultos ahora no nos enseñaron a transitar el dolor, la rabia, la tristeza… nos enseñaron a sacudirnos estas emociones rápidamente como si fueran malas, o no fueran importantes. La mejor manera de atravesarlas es reconociendo que van a estar un tiempo con nosotros, que serán compañeras de viaje, no enemigas, y que está bien pasar por momentos de tristeza y dolor pues forma parte de la naturaleza de un duelo.
- Responsabilidad: asumir nuestro rol dentro de lo que sucedió. Y si tenemos hijos, entender que cada decisión los va a impactar.
- Comunicación eficaz: esto significa transmitir los mensajes de manera clara y pacífica, realmente decir lo que estoy pensando, sin ironías ni malos tonos, buscando solucionar los problemas y olvidarse de las competencias.
- Resiliencia: se trata de la capacidad de habitar el sufrimiento necesario y salir fortalecido. Ver que las situaciones difíciles son momentos para madurar. Usar el dolor para re-conocernos y construir nuevas habilidades.
¿Es posible mitigar el dolor de los hijos?
Si la familia se ha preocupado por la educación emocional de sus hijos el sufrimiento puede ser menor. Mitigar el dolor implica acompañarlos, contenerlos y darles respuesta según la edad o etapa del desarrollo que están transitando. Cada niño lo vive desde su temperamento y vivencia única, así que es importante tener mucha paciencia, pues un proceso de adaptación para cualquier cambio tarda aproximadamente seis meses. Y permitirles sentir: “Estoy aquí para acompañarte en tu dolor, quizás no lo puedo solucionar como tú quieres, pero nos vamos a organizar para que tu experiencia sea más llevadera”, es algo que le debe quedar claro al hijo o la hija.
Finalmente, un gran regalo que pueden hacer los padres a sus hijos tras un divorcio es lograr una relación de amistad. “Tengo en terapia adolescentes de padres separados y me doy cuenta de que no padecieron tanto la separación sino el odio que surgió entre su mamá y su papá. La enemistad entre ellos es lo que más sufrimiento causa”.
Juanita Boada afirma que el tipo de relación ideal que debería tener una expareja, especialmente si tienen hijos, debería ser la misma que se maneja en una sociedad. Es decir, tienen un proyecto juntos: la crianza de sus hijos, y deben acordar una misión, una visión y unos protocolos. La comunicación siempre debe ser respetuosa y solo la necesaria mientras se desarrolla todo el proceso. Se establecen unas reuniones donde se habla de temas particulares. Y lo ideal es que logren, en el futuro, perdonar y sanar. Este último proceso requiere ir al pasado y regresar ileso, recordar con amor lo que salió bien y reconocer el aprendizaje de todo lo vivido.
Buscar una red de apoyo: clave para el proceso de separación por las buenas
Un proceso tan complejo como un divorcio no debe afrontarse en soledad. Es necesario un apoyo terapéutico profesional, un abogado de familia (ojalá uno para ambos) que sea, principalmente, un buen ser humano. Que tenga la empatía de entender que se están haciendo acuerdos a largo plazo. Luego hay que rodearse de la familia y de amigos de verdad: aquellos que no van a despotricar de la expareja sino que pueden aconsejar desde el amor y el entendimiento de la situación. Se aconseja también un apoyo espiritual.
¿Qué hacer con la rabia y el dolor que padece una pareja a punto de divorciarse?
Juanita es una defensora de todas las emociones. No las clasifica como buenas y malas sino como fáciles y difíciles de transitar. “Invitamos a las emociones como vecinos malucos a los que se les ofrece café y se les pregunta: ¿qué vienes a decirme? Las emociones difíciles nos permiten conocernos, son faros, antenas parabólicas que captan lo valioso y me muestran lo que verdaderamente me importa, lo que puedo soportar y lo que no. Lo que para mí es innegociable. Entendemos que las emociones son transitorias y que duran un tiempo específico.
Este artículo hace parte de la edición 185 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa en este enlace: https://www.bienestarcolsanitas.com/images/PDF%20ED/Bienestar185.pdf
*Bienestar Colsanitas.
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