Los intereses de esta profesora, investigadora y eterna estudiante no se agotan en la academia ni en la sala de imágenes diagnósticas de una clínica. El buceo, los estímulos neuronales, la competición y hasta la astrología son parte del universo de este ser humano único.
Sentada en la sala de su casa, Kelly Anzola habla con aplomo y ríe con frecuencia. Salta fácilmente de la ciencia a la fotografía y del buceo a la medicina nuclear con la misma naturalidad con la que se quita la bata blanca para conversar con mayor comodidad. Detrás de ella hay pinturas y mucho espacio. Es un apartamento amplio e iluminado, con una magnífica vista a un conjunto de árboles. Detrás de esta mujer también hay treinta años de experiencia en diagnóstico con todo tipo de enfermedades, muchas horas de estudio y varias pasiones con las que ha llenado sus días.
Luz Kelly Anzola es médica especialista en medicina nuclear y directora de la Unidad de Medicina Nuclear en Colsanitas. Fue fellow de investigación en Epidemiología y Estadística en Harvard, y en 2020 terminó su doctorado en Medicina Nuclear en la Universidad de Groningen, en Holanda, durante el cual adelantó una investigación de la somatostatina, una molécula con gran potencial para el diagnóstico de enfermedades inmunológicas e inflamatorias. Su experticia se extiende desde el ámbito ortopédico hasta el de las enfermedades autoinmunes. Diseñó y está al frente de la Especialización en Medicina Nuclear de Unisanitas. Continúa investigando, escribiendo y leyendo ciencia todos los días, por cuenta propia y mientras acompaña a sus estudiantes.
A medida que hablamos se perfila también la mirada de una deportista consagrada, y la de una mujer que desde muy temprano ha conectado con la observación y la profundidad en ámbitos tan variados como el mar y las estrellas.
¿Cómo puede cambiar la medicina nuclear la idea de la salud y la enfermedad que hoy en día tenemos los seres humanos?
La medicina nuclear ve las enfermedades en un plano previo, porque uno no se enferma el día en que llega al médico. El día que tú vas al médico es porque tienes un síntoma, pero ese día no empezó la enfermedad en los niveles celular y molecular. Nosotros hoy tenemos formas de ver la enfermedad a ese nivel. Marcamos moléculas y las hacemos visibles. Vemos la enfermedad expresada a través de la actividad de esas partículas.
No parece un giro menor...
Los programas de salud se están encaminando a la prevención. Tanto para las personas como para los sistemas, es mucho más barato prevenir que curar. Si yo evito que te caiga una enfermedad con todo su peso, probablemente no terminas en diálisis, ni en cirugía, ni llegas a la discapacidad laboral. La medicina está corriendo su foco hacia intervenciones más tempranas. Y ahí tenemos mucho que aportar desde medicina nuclear.
Al parecer, la prevención está en la base de la buena salud, tanto del sistema como de las personas…
Mira, yo comencé a hacerme una mamografía anual mucho antes de lo que el sistema de salud dice que uno se la debería hacer: desde mis 39 años. Me la regalaba de cumpleaños. Y a mis 46 salió positiva. Como me la hacía cada año, supe que me lo había descubierto apenas comenzando: un cáncer in situ. Cuando tienes un cáncer in situ, con lo que te hagan, quedas curado. Y fíjate que sólo el 10 % de las personas que tienen cáncer de mama se lo diagnostican así de temprano. Sé que fui afortunada, no me tocó hacer mayor cosa: escoger entre las opciones terapéuticas. Y opté por la mastectomía radical, que fue la que más tranquila me hizo sentir. Pero igual fue una movida fuerte en varios sentidos. Creo que esas cosas a uno le tienen que servir para mejorar. Eso fue lo que yo hice: un cambio radical en muchos aspectos.
Fueron muchos cambios radicales. ¿Podría mencionar algunos?
Yo misma, Kelly, no era importante hasta ese momento. Pero cuando me enfrenté a la enfermedad me puse de primera, me retomé. Centré toda mi actividad en volver a nadar, empecé a tener mucha actividad investigativa, una comunicación estrecha con la comunidad científica europea, volví a escribir, me separé. Uno no se puede quedar quieto viendo cómo pasa la vida, esperando si algún día mejora... Bueno, y por otro lado, siento que me volví más sensible después de experimentar lo que significa sufrir por una enfermedad, por un resultado, por esa incertidumbre.
La mastectomía tiene un estigma enorme. ¿Qué piensa después de habérsela practicado?
En las mujeres los senos suelen ser una parte muy importante del esquema corporal, la imagen que creamos de nosotras a partir de nuestro cuerpo. Como la gran mayoría de mujeres no quieren perder su esquema corporal, las soluciones terapéuticas que priman se enfocan en conservarlo, como la quimio o la radioterapia. Pero para mí, como experta en radiación, eso nunca fue una opción. Y lo volvería a hacer. Sin dudar.
Usted tiene una actitud ante la vida que podríamos llamar arrolladora. No se queda quieta nunca. ¿De dónde viene ese carácter, esa forma de estar en el mundo?
De mi mamá. No lo dudo. Ella era una mujer muy activa y de mente desarrollada. Y para ella lo central no era ni lo material ni lo bonita que estás. En mi casa no se hablaba de eso. Lo importante era la posibilidad de conocer el mundo y relacionarte con él a través de tus capacidades mentales. Me inscribió en ballet, en clases de expresión artística y corporal. Yo también quise lo mismo para mi hijo: lo que se le ocurriera se lo promovía. Se ha tratado siempre de estimular sus neuronas. Y eso seguro me quedó de mi madre. Siempre me decía: estudia, estudia, estudia, que estudiando puedes llegar hasta donde tú quieras…
Era artista, ¿verdad?
Sí, era pintora y escultora, escribía una columna de crítica de arte en el periódico, también fue profesora. Se movía mucho… Imagínate, te estoy hablando de una mujer que a finales de los años sesenta del siglo pasado ya era profesora universitaria. Era la única señora que llegaba a las reuniones de padres de mi colegio en shorts y en bicicleta. Era genial…
Usted es una creyente total en la astrología. ¿Cómo llega ahí una mujer de ciencia?
Gracias a mi mamá, justamente. Ella me llevó un día a hacerme la carta astral con Mauricio Puerta. Yo no podía entender cómo un tipo que nunca en la vida me había visto, me dijera todo lo que me dijo de mí, de Kelly Anzola, no de todos los Virgo. Creo en la astrología por experiencia propia, aunque no entienda bien qué tengo que ver yo con los planetas. Tenemos la fortuna de no conocer el rumbo de nuestra vida, aunque creo que está marcado y que eventualmente te sales y entras, te distancias y vuelves a él, porque tienes libertad, pero la dirección ya está. Yo no sé qué es la carta astral, pero sé que no está equivocada. De hecho, espero algún día sentarme a estudiar todo esto muy bien, con calma, porque es algo que quiero entender.
¿Y qué piensa de su validez como científica?
Uno entre más conoce, más se da cuenta de lo mucho que desconoce. El método científico te lleva a darle validez a muchas observaciones y te da tranquilidad, porque dos más dos es cuatro, pero ¿todas esas cosas que no pueden entrar en el método científico entonces no existen?, ¿debo descalificarlas porque no caben en ese marco de referencia?
Hablando de investigación, ¿cuál cree que es en este momento lo más promisorio o más interesante que ha estudiado o visto de cerca, en su especialidad o en alguna otra?
El boom en este momento es cómo curar el cáncer y las enfermedades difíciles, las de origen inmunológico. A eso le están apuntando las farmacéuticas, los laboratorios, las líneas de investigación... Por ejemplo, se están creando anticuerpos que paralizan las células del cáncer. Por otro lado, se está trabajando en terapias personalizadas. En medicina nuclear hay una parte muy bella en ese sentido que se llama teranóstico: para cáncer de próstata, por ejemplo, se marca con una molécula una proteína que se expresa muy característicamente en esa enfermedad. Y lo que ves es una imagen exclusiva de ese paciente. Ya con eso le puedes decir al urólogo: la enfermedad no está solo en la próstata sino en el hígado, en los ganglios, en los pulmones, etc. Lo fascinante es que a esa misma molécula se le puede poner un marcador que emite rayos beta, que destruyen, con el ánimo de que se posen sobre el tumor y lo empiecen a quemar de manera específica…
Además de ser profesora e investigadora, nunca ha dejado de estudiar. Es más, hace poco estuvo en Suiza…
Así es. Me fui detrás del referente en rodilla en imágenes híbridas. Le escribí: “Doctor Hirschmann, soy Kelly Anzola, me gustaría ir y aprender con usted…”. Y el hombre me contestó: “Cuando quieras”. Casi me muero de alegría, porque mira: aunque yo este año cumplo sesenta, a mí aprender me emociona... Quisiera tener siempre actitud de estudiante, sin importar la edad que tenga.
¿Cuál es el potencial de esas imágenes híbridas?
Se va a poder mezclar la estructura de alta resolución del TAC con las imágenes de medicina nuclear. Y eso quiere decir que vamos a poder tener información más precisa. Eso produce mejores diagnósticos, tratamientos más eficaces y, por ende, mejores recuperaciones. No tienes que volver a consulta por lo mismo, no vuelves a gastarle más plata al sistema y te reintegras a tu actividad sin secuelas, gracias a la exactitud de tu diagnóstico.
Ha mencionado antes la resistencia que muchos de estos avances generan en otros especialistas. Pero ¿ha sentido una resistencia adicional por cuestión de género?
Claro... Cuando nos toca compartir reuniones científicas, hay muchos colegas hombres. Y eso que las cosas han cambiado. Pero a veces son mayoría y atacan duro. Creo que uno tiene que tener una personalidad recia para no dejarse apabullar, porque ese es el mundo que tenemos. Es un mundo que sigue mejorando y evolucionando. Pero la discriminación de género todavía existe, claro. Aún no se ha acabado.
Usted no se deja apabullar fácilmente…
Toda la vida me ha encantado competir. Para mí es vida, es adrenalina… Aún compito, soy parte de un equipo y nado en el Iron Man. Sigo entrenando cinco veces a la semana en la piscina, y salgo recargada de energía. Con la natación empecé chiquita. Hice clavados desde los ocho años hasta los catorce: el bus del colegio me dejaba todos los días en las piscinas. Y me iba bien, estuve en la Selección Colombia de Clavados. Pero fíjate, es un deporte de competencia contra uno mismo. Es un tema de cómo me sale mejor mi tiempo, como saco la mejor calificación. Porque soy incapaz de jugar un partido de tenis. Si tú me vas ganando, me desespero. No me gusta nada que implique contendor. No soporto perder.
Tengo entendido que también practica buceo…
El sueño de volar, el ser humano lo puede cumplir en el mar. Cuando estás buceando, la topografía es esta misma: montañas y valles, y tú pasas por allí sencillamente aleteando. Es una delicia. Nunca voy a olvidar Malpelo. Es lo más bello que haya visto en mi vida. Tiene un sitio que se llama La Puerta del Cielo. En la mitad del Pacífico hay muchos animales grandes y se ven cardúmenes enormes de peces pequeños, muchos, son nubes, y el sonido es impresionante porque tú te metes en la mitad de esos remolinos de peces. Es una hermosura. La otra cosa que es muy bella del buceo es a nivel personal: todos nos subimos en una lancha y estamos en vestido de baño y con un regulador. Tú no eres fotógrafo, tú no eres periodista, tú no eres médica, ni PhD, nada, nadie sabe nada de ti. Y luego de cada inmersión, el tema es cuál es la inmersión que sigue. Y a la hora de la comida, seguimos hablando de lo que vimos, de la noche, de lo que brilló. Y se acaba el paseo y somos buenos amigos, pero no sabemos qué hace cada uno… A mí eso me parece bonito.
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