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Bienestar Colsanitas

Cinco acciones para ser más ecológico

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 Este testimonio nos muestra cómo bastan pequeños gestos para hacerle frente a la crisis ambiental, incluso en un espacio reducido.

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e enseñaron que es mi responsabilidad dejar los lugares mejor que como los encontré, y como habitante de la Tierra, procuro que mi paso por aquí sea coherente con mi pensamiento. Por eso he decidido renunciar a algunas comodidades y empezar a asumir nuevos hábitos más cuidadosos con el entorno. Llevar mis convicciones a la práctica ha sido un proceso gradual.

No soy Zero Waste (basura cero), el término que define un estilo de vida sostenible cuyo objetivo es reducir al mínimo los residuos o incluso no producir ninguno. Pero sí soy consciente de que mis consumos inciden en la producción total de basura, y en función de eso procuro conconsumir lo menos posible y reciclar al máximo. Todo este proceso ha ocurrido sin una inversión significativa, pues la mayoría de objetos que hoy hacen de mi casa un lugar más sostenible, me han llegado a través del trueque y el regalo.

Es un sueño que la cuarentena ha ido ayudando a volver realidad: cada vez somos más los que hemos encontrado en estos hábitos el remedio para aliviar la carga de esta época. Así, fundamos relaciones basadas en el cuidado del otro y del territorio que compartimos. Empezó como semilla y la comunidad es la cosecha.

Aquí describo algunos de esos hábitos y lo mucho que ha significado cambiar mis prácticas de consumo.

1. Reducir y reciclar el plástico

Cada colombiano produce 24 kilos de desechos plásticos al año. La responsabilidad deja de ser de la empresa que los genera y pasa a quienes los utilizamos. Mientras esperamos a que el Estado se haga cargo, el 80 % del plástico que consumimos termina en los ríos, mares y rellenos sanitarios.

 Así que tomé la costumbre de darle una segunda vida a los plásticos que no podía evitar, incluso a recolectar entre vecinos y a disponer dentro de una botella aquellos con los que no sabía qué hacer. 

Cómo ser más ecológico

Las botellas plásticas rellenas de bolsas y empaques plásticos son recolectadas por fundaciones para procesarlas y convertirlas en bloques con los que se construyen parques o casas. Basta asegurarse de que una vez bien llenas y aglutinadas, lleguen a las manos correctas y no terminen mezcladas con todo en el camión.

En Bogotá, por ejemplo, botamos al relleno sanitario 20.000 millones de pesos diarios de material que podría ser aprovechado. Reciclar sería un buen negocio para todos, sobre todo para el planeta.

2. Buscar opciones al icopor y al tetra pak

Sobre el poliestireno expandido y el Tetra Pak lo ideal es consumir cero. Los sistemas de aprovechamiento en Colombia todavía son escasos y aunque en otros países hay métodos más ordenados de disposición de estos materiales, la realidad aquí es otra.

En todo caso, un poco de Icopor triturado puede reemplazar a la vermiculita (un mineral que ayuda a la absorción de agua) en una mezcla de sustratos para siembra. Sin embargo, sigue siendo poco para compensar el ritmo al que lo consumimos. Lo más recomendable es evitar comprar cualquier producto que use este tipo de material.

3. Procesar los residuos orgánicos 

Cuando empecé a separar los orgánicos y “lo demás”, noté que daba igual porque todo se estaba yendo en el camión de la basura. Confié en que al separar con bolsas de colores y pagar mensualmente por un servicio público, tendría la garantía de que se aprovecharía por lo menos lo reciclable. Con tantas bolsas de colores no solo estaba mandando al relleno más plástico sino que comprendí que estaba siendo irresponsable al delegar esa tarea. Para mi tranquilidad encontré los servicios de Más Compost Menos Basura. Aunque era un gasto adicional, por más de un año estuve tranquila con la disposición de mis residuos.

Pero este año y gracias a la cuarentena, decidí exigirme un poco más, pues el tiempo me lo permitió. En YouTube encontré videos de cómo hacer sistemas sencillos de lombricomposteras (básicamente un balde con tapa y orificios pequeños al fondo, con un contenedor debajo que recibe los líquidos) y compré un kilo y medio de lombrices californianas. Desde entonces las alimento con: las cáscaras blandas de fruta dulce, el ripio del café y las cáscaras de huevo. Y cada dos semanas me premian con humus de lombriz que separo con un colador y después uso en las plantas que están a mi cuidado.

Composta en casa

Pero hay una parte de los residuos como las cáscaras duras, los cítricos, la cebolla, el ajo, el polvo que resulta del barrido, el papel y el cartón usados o con restos de comida y los restos ya cocinados, que aún no han sido dispuestos en esta historia: ahí entra la paca.

La Paca Digestora es un sistema de aprovechamiento de residuos orgánicos inventada por el colombiano Guillermo Silva. Consiste en aglutinar los residuos en un nido de materia vegetal en el espacio público. El sistema, bien elaborado, no produce olores ni atrae animales, y pasados unos meses (dependiendo del clima) se convierte en compost. La paca reúne semanalmente a los vecinos en un parque público, con todas las medidas de seguridad y crea un ambiente de cooperación y un sentido de comunidad. Llevo doce años viviendo en el mismo apartamento, pero apenas hace cuatro meses empecé a conocer a mis vecinos. Esta es tal vez la mayor ganancia.

El aprovechamiento de los residuos requiere un poco de disciplina, pero cuando hay convicción es un proceso sencillo, enriquecedor y divertido.

4. Recoger agua para el riego

Cuando empecé a sembrar, mi consumo de agua aumentó por causa del riego. Vivo en un apartamento de 40 metros cuadrados, en un cuarto piso, entonces no tengo acceso directo al agua de la lluvia. Me las ingenié con los materiales que tenía en casa (una lámina reciclada, un tarro de plástico y unas lanas) para construir un embudo que en un día lluvioso puede recoger hasta 16 litros de agua. Lo suficiente para regar las plantas una semana. Otra práctica es recoger el agua de la ducha y usarla para soltar el agua del sanitario.

Cómo recolectar agua en casa

5. Sembrar algunos alimentos

Dar vida es lo que le da sentido a todo esto. Así que empecé con las semillas que venían en lo que iba comiendo y después fueron llegando a través de amigos. Tengo un pequeño huerto en mi balcón donde he sembrado albahaca, romero, caléndula, tabaco, kale, rúgula y rábano. Una vez las plantas crecen y el espacio se queda pequeño, las entrego en la huerta del barrio, que empezó a desarrollarse en paralelo a la paca.

Algún día, tal vez, entre vecinos recojamos los frutos de nuestras siembras personales. El propósito del buen vivir multiplica la abundancia.

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