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Apego seguro

Apego seguro, un vínculo sano que provee herramientas para la vida

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“El temperamento influye positiva o negativamente en la forma como nos relacionamos con los demás, cómo asumimos los retos que nos presenta el contexto, si nos recuperamos más o menos rápido de situaciones estresantes y, a largo plazo, también tiene incidencia en el desempeño académico, la estabilidad laboral y la calidad de las relaciones interpersonales que establecemos”, así lo explica la psicóloga chilena Andrea Cardemil Ricke, madre de tres hijos y autora del libro Apego Seguro que hoy tiene nueve ediciones. 

La experta dice que la crianza puede atenuar, fortalecer, canalizar e, incluso, modificar algún rasgo temperamental en los niños, y en eso los padres y cuidadores primarios tienen un papel determinante. Estos rasgos involucran, por ejemplo, la frecuencia e intensidad de la actividad motora, los ritmos en la alimentación, el sueño o las necesidades fisiológicas; también la intensidad en las emociones, la sensibilidad ante los estímulos, el estado de ánimo predominante, la reacción inicial ante lo novedoso, la adaptabilidad al cambio y la manera como se fija o no el foco de atención. 

“Los primeros seis años de un ser humano constituyen un período muy sensible. En ningún otro momento de la vida el cerebro estará tan abierto a la acción formativa. Por eso, si en esta etapa el niño o la niña tiene un apego seguro con sus cuidadores primarios, logrará un desarrollo emocional adecuado, y en la etapa madura será consciente de las ventajas y desventajas que representan sus rasgos temperamentales. Es eso tienen que ver los factores biológicos como la maduración del sistema nervioso y el temperamento; pero también los factores ambientales como la cultura, la crianza, las actividades estructuradas, el ejemplo y el manejo que le dan sus figuras de referencia a las situaciones de estrés”, dice Cardemil en una entrevista concedida en el marco de la gira promocional de su libro en Colombia.  

La psicóloga, quien también es docente universitaria, define el apego como la necesidad innata de buscar comodidad, consuelo o protección, especialmente en situaciones de estrés que alteran el equilibrio físico y mental de un niño. El apego seguro, entonces, se refiere al hecho de que los niños y niñas encuentren, como respuesta a esas necesidades, unos padres y madres atentos, observadores, considerados, respetuosos, cariñosos, capaces de poner límites racionales y de guiarlos para que sean cada vez más asertivos en sus reacciones, seguros e independientes. Por eso es un proceso dinámico que se construye entre todos, progresivamente.

Para lograrlo, la experta propone un diagrama de regulación que involucra varios pasos. Primero, regularse uno mismo para poder ayudar al niño a manejar el estrés. Luego, sintonizar con él, en el sentido de averiguar qué es lo que siente y la forma en la cual le podríamos apoyar. Enseguida, ofrecer validación al niño, explicarle que somos conscientes de lo que está sintiendo, y no condenarlo por eso. Después, ayudarle a expresar de manera adaptativa eso que siente, estipulando límites claros y razonables. Lo siguiente consiste en facilitar una reflexión guiada para encontrar juntos respuestas o soluciones y, finalmente, reforzar los aprendizajes que el episodio puede haber dejado. 

“Pensemos en una situación en la que una niña de cinco años siente frustración porque su padre, recién separado de su madre, tiene que dejarla al final de la visita en su casa e irse él a su nueva vivienda. La niña no sabe qué hacer con esa emoción, entonces llora, se aísla, insulta. Está en curso una situación de estrés que requiere una respuesta oportuna. Es cuando la madre debe validar la emoción, explicarle a la niña que es muy lógica la tristeza que siente pero que debe aprender a controlarse. Le pide que le cuente, en ese momento o cuando se recupere, qué es lo que más le molesta o le duele. Luego la madre puede proponer que la niña haga un dibujo dedicado al padre, expresándole que lo extraña. Y una vez que la niña recupere la calma, entonces reflexionar ambas sobre lo ocurrido”, propone la psicóloga experta en atención a niños y adolescentes. 

En el libro Apego Seguro, la autora define la regulación emocional como el proceso mediante el cual se modulan las emociones, con el objetivo de alcanzar una meta o responder de manera adaptativa ante una demanda específica. Y es de extrema importancia para el bienestar de un individuo a corto, mediano y largo plazo. 

“Si la mayoría de las veces el niño se siente asistido por sus padres o cuidadores, desarrolla tres seguridades: la seguridad de que puede expresarse sin que eso acarree consecuencias negativas, la tranquilidad de que el cuidador primario está ahí para él, atento a sus demandas, y la seguridad de que con su ayuda logrará recuperar el equilibrio de sus emociones”, explica la experta.

Estas son algunas de las preguntas frecuentes en su consulta:

¿La lactancia materna es indispensable para lograr el vínculo emocional con los hijos?

No. Lo más importante en la construcción de un vínculo de apego seguro es la regulación del estrés del bebé. Los bebés no tienen ni la madurez cerebral ni las habilidades para regularse cuando tienen sueño, hambre, rabia o frustración; por eso nacen biológicamente programados para expresar su estrés, y esperar ser asistidos y contenidos por su cuidador. Dependiendo de lo que mamá o papá hacen o no hacen en ese momento, se va a sentir más o menos seguro. Entonces, la lactancia materna facilita la conexión y la regulación, pero en ningún caso determina cuán seguro se siente un niño en momentos de estrés con su cuidador. Eso depende cien por ciento de las prácticas parentales.

¿Cómo evitar que los niños sientan emociones negativas? 

No hay emociones negativas, todas son necesarias para nuestra adaptabilidad y tienen un valor funcional. Lo que existe son emociones agradables y desagradables y no se puede evitar que los niños sientan ambas. Lo que ellos necesitan es que los acompañemos a transitarlas y los ayudemos a regularse, sentirse seguros y manejarlas.

¿Cómo manejar las pataletas?

La esencia de la contención es mantener la calma para no generar más estrés en el niño y conectar con lo que le pasa. Luego ponerlo en palabras para ayudarle a entender lo que le ocurre, acompañarlo y facilitar que vuelva a la calma. 

Yo recomiendo acercarse y estar atentos a sus señales verbales. Él nos va a decir qué necesita. Si la emoción es muy intensa, puede que no esté preparado para conectar con nosotros y solo necesita saber que estamos ahí disponibles. Esperamos que la intensidad baje. Y cuando logramos la conexión, recomiendo poner en palabras lo que le pasa para que se sienta comprendido y siga transitando hacia la calma. 

Lo ideal es dejar las explicaciones, opciones o soluciones para cuando esté lo suficientemente tranquilo para escucharnos. Cuando les hablamos y todavía están con la emoción en curso, no solamente no nos escuchan, sino por lo general aumenta su estrés.

¿De qué manera pueden los padres manejar su frustración ante las pataletas de sus hijos?

 Hay tres cosas que ayudan. La primera es comprender que es normal que los niños hagan pataletas, porque no cuentan con la madurez cerebral para regularse cuando sienten una frustración intensa. Nuestra percepción sobre el hecho determina nuestra respuesta. Entonces cuando creemos que los niños hacen pataletas para molestar o manipular, es difícil reaccionar bien y mantener la calma. Nos ponemos a la defensiva. Cuando comprendemos que están estresados y que necesitan de nuestra ayuda, es más fácil regular la frustración que podemos estar sintiendo.

La segunda es normalizar y aceptar que las pataletas de los niños nos pueden frustrar. Y lo tercero es trabajar el autocuidado y la habilidad de volver a la calma. Criar no es fácil, a ratos se puede volver muy agotador y desafiante. Y cuando estamos con nuestra ventana de tolerancia estrecha, tendemos a frustrarnos más, a tener menos paciencia y a ejercer prácticas menos respetuosas. Por esto es tan importante cuidarnos, y eso involucra aprender a respirar y volver a nuestro centro.

Finalmente, agrega Cardemil, la invitación es a reflexionar sobre la responsabilidad y el reto permanente que tienen los padres de fortalecer ese vínculo afectivo con los niños, especialmente hasta los seis años de edad, porque “todo lo que hacemos por nuestros hijos durante esta etapa de la infancia, influirá en lo que serán de adultos y en la forma cómo se comportarán el resto de sus vidas”. 

Karem Racines Arévalo

Es una periodista colombo-venezolana egresada de la Universidad Central de Venezuela. Llegó a Bogotá en 2011 para escapar de la confrontación política de su país. Después de vivir en la capital colombiana cinco años, decidió mudarse cerca del mar, que tanta falta le hacía, y desde hace dos años vive en Santa Marta. Es docente de periodismo en la Universidad del Magdalena y en la Sergio Arboleda. Es colaboradora frecuente de la revista Bienestar.