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Cada vez más investigaciones comprueban los beneficios que tiene el yoga en la salud humana. Un repaso a algunas conclusiones de estudios recientes.
l yoga forma parte de un conocimiento intelectual y empírico recopilado por más de 4.000 años en las antiguas escrituras védicas de la India. Los métodos de investigación expuestos en estos textos sagrados pueden resultar enigmáticos para nuestra cultura. Por eso, desde hace casi 50 años Occidente ha examinado desde la perspectiva científica el impacto de esta disciplina en nuestros cuerpos. Para el deportólogo Andrés Hernández, de la Clínica Universitaria Colombia de Colsanitas, la evidencia científica todavía está en construcción.
Por esta razón, algunos médicos son precavidos al recomendar la práctica como parte de sus tratamientos. Así mismo, la literatura de investigación en este campo presenta limitaciones: algunos estudios trabajan con muestras muy pequeñas, a veces falta seguimiento de los resultados a largo plazo, en otros casos no se define la “dosis” requerida para producir los beneficios, entre otros factores.
Sin embargo, desde la experiencia profesional del doctor Hernández, el yoga es un excelente complemento para deportes aeróbicos que demandan un alto gasto de calorías y tonificación muscular, como trotar, montar bicicleta y escalar. “Los ejercicios de alta intensidad producen cierto estrés físico y el yoga, sin duda, ayuda a soltar los músculos contraídos y aporta relajación mental. Es una mezcla muy conveniente”.
También afirma que el yoga está estrechamente relacionado con cambios de hábitos saludables, lo que significa que podría considerarse una especie de medicina preventiva.
Dos libros claves sobre yoga y medicina
William J. Broad, periodista senior de The New York Times, ganador de dos premios Pulitzer y yogui por décadas, recoge en su libro The Science of Yoga entrevistas a médicos y fisiatras que comprueban y también desmienten los beneficios y riesgos de la práctica publicados hasta 2011. Además, presenta una selección de casi mil estudios en PubMed, una gran base de datos online sobre literatura médica, libros y revistas especializadas.
The Science of Yoga arroja resultados interesantes de investigaciones llevadas a cabo por distintas universidades norteamericanas. Por ejemplo, cita un aumento considerable de neurotransmisores que funcionan como antidepresivos; el incremento de producción de telomerasa en un 30 % (enzima relacionada con la longevidad celular); la reducción de hipertensión y la activación del hemisferio derecho, responsable de la creatividad.
Broad verifica datos sobre el incremento de testosterona de los hombres, la reducción de la degeneración de los discos intervertebrales y un fortalecimiento en el sistema inmune. Pero también señala riesgos a considerar de ciertas posturas, como paradas de cabeza o el arco, asanas que sin una correcta guía pueden causar desde lesiones leves hasta incapacidad permanente (cabe aclarar que esto último en muy bajo porcentaje).
Otro libro emblemático sobre el tema es Yoga y medicina: Prescripción del yoga para la salud (Random House, 2007), escrito por el fisiatra, editor médico del Yoga Journal y practicante, Timothy McCall.
McCall sostiene que la ausencia de síntomas no es necesariamente sinónimo de salud. Propone al yoga como un método para optimizar la función de cada sistema del cuerpo y da detalles sobre cómo esta actividad física influye sobre cada uno de ellos.
Por ejemplo, explica que los movimientos que alcanzamos en ciertas posturas aumentan el rango articular y exigen alineaciones determinadas en el cuerpo que, por consecuencia, fortalecen las articulaciones. Mientras que el estiramiento extra de la columna crea espacio entre los discos intervertebrales descomprimiéndolos.
"Personas que practicaron yoga y meditación por tres meses mostraron un descenso significativo del cortisol (hormona del estrés) y de la depresión".
En cuanto al sistema circulatorio, Timothy McCall dice que las posturas invertidas facilitan una mayor irrigación sanguínea hacia las piernas y pelvis. Las torsiones masajean los órganos internos permitiendo que llegue más sangre oxigenada a ellos y bajando el riesgo de trombos e infartos por formación de coágulos. También estimulan la circulación del sistema linfático cuyo líquido (linfa) nos protege de infecciones.
La revista Psychosomatic Medicine reveló un estudio de la Universidad de Ohio en el cual se observó que practicar yoga de una a dos veces a la semana reduce la concentración sanguínea de interleucina-6, una molécula asociada con la respuesta inflamatoria del organismo y que probablemente esté vinculada con los infartos, diabetes tipo 2, artritis y otras patologías.
Además, según trabajos del Instituto de Yoga de Santacruz de la India, ciertas asanas practicadas con frecuencia pueden reducir en un 23 % los niveles de colesterol en sangre y disminuyen el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Así sucesivamente, Yoga y medicina: Prescripción del yoga para la salud recorre cada sistema y además sugiere usar la práctica como terapia complementaria a ciertas intervenciones quirúrgicas o como alternativa para reducir el consumo de algunos medicamentos.
Otro documento importante fue publicado en 2016 por la Escuela de Medicina de Harvard. En este Reporte Especial de Salud se recogen y analizan varios estudios alrededor del yoga y su incidencia en la salud humana.
Algunos de los resultados que vale la pena destacar son:
• Activa áreas del cerebro asociadas con la sensación de bienestar.
• Baja la necesidad de tomar medicamentos para la diabetes en por lo menos un 40 %.
• Aumenta la energía y reduce el insomnio.
• Alivia síntomas de migraña, osteoporosis, fibromialgia y esclerosis múltiple.
• Aumenta la flexibilidad de vasos sanguíneos en un 69 %, y en algunos casos ayuda a desbloquear obstrucciones arteriales sin ayuda de medicamentos
El dolor de espalda
La revista Complementary Therapies in Clinical Practice describe una investigación llevada a cabo en el Swami Vivekananda Yoga Research Foundation de la India, que contó con 80 pacientes con dolor crónico en la zona lumbar. Se demostró que el yoga era más efectivo que la fisioterapia convencional para reducir estos dolores, la depresión y la movilidad de la columna.
En 2013, la Escuela de Medicina de Harvard construyó un análisis con 10 estudios que muestran fuertes evidencias de que el yoga actúa en la disminución a corto plazo del dolor en la espalda baja, y moderada evidencia de que produce un alivio a largo plazo. El análisis resalta un estudio publicado en Annals of Internal Medicine, en el que 313 personas con dolor crónico en la espalda baja aumentaron la movilidad con yoga, más que al emplear terapia tradicional.
La migraña
El efecto positivo en el funcionamiento cardiovascular permite que el corazón trabaje de manera más eficiente proporcionando una mejor circulación al cerebro. Para algunos médicos, esto se vincula directamente con la prevención de la migraña.
Una de las investigaciones más destacadas fue dada a conocer en la revista Headache en 2007. Se observó a 72 personas por tres meses. Un grupo practicó distintas asanas y otro, en contraste, técnicas de autocuidado. Los que practicaron posturas padecieron menos dolores de cabeza o fueron más leves, y los puntajes de ansiedad y depresión también bajaron.
La artitris
En un estudio detallado en la publicación “Iyengar Yoga For Young Adults With Rheumatoid Arthritis: Results From A Mixed-Methods Pilot Study”, pacientes con artritis reumatoide que practicaron yoga iyengar durante seis meses presentaron mejoras notables en su bienestar emocional, estabilidad mental y los síntomas generales. En 2014, otra muestra de 36 mujeres con osteoartritis que practicaron un promedio de 112 minutos de yoga a la semana por dos meses arrojó un 38 % de reducción del dolor y 35 % menos de rigidez comparado con un grupo que no realizaba esta actividad física.
El asma
En pacientes asmáticos, un 72 % logró bajar la cantidad de cortisona que tomaban como medicación, según el estudio “Yoga for Bronchial Asthma: A Controlled Study”, publicado en el British Medical Journal Clinical Research en 1985. De estos pacientes, 53 que practicaron yoga 65 minutos diarios por dos semanas presentaron una importante reducción de síntomas. Sin embargo, se reportó que las bases fisiológicas de estos resultados necesitan seguir siendo examinadas.
"Se demostró que en ciertas condiciones, el yoga era más efectivo que la fisioterapia para reducir los dolores de espalda".
El yoga para fortalecer los huesos
En la Universidad de Columbia, 227 personas de 68 años en promedio practicaron 12 minutos de yoga diariamente durante 10 años. Al inicio, 83 % de ellos sufría de osteoporosis u osteopenia. Una década después, se tomaron las mismas muestras y los resultados evidenciaron una mayor densidad ósea en la columna y el fémur, y mejoría leve en la cadera.
El estrés
El estrés ha sido clínicamente asociado con envejecimiento prematuro, daño celular y genético, inflamaciones y dolores crónicos, entre otras consecuencias físicas y psicológicas. Se ha observado que el yoga podría reducir estas secuelas.
Por ejemplo, en la investigación titulada “Oxidative Medicine and Cellular Longevity” se monitoreó a 96 personas que practicaron 90 minutos de yoga por 12 semanas. El resultado mostró un descenso significativo del cortisol (hormona del estrés) y se hallaron niveles más altos de FNDC (Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro), lo que sugiere que el yoga tiene una influencia positiva en el cerebro humano.
En otro estudio publicado en Frontiers in Human Neuroscience, 38 hombres de mediana edad que hicieron yoga y meditación por tres meses mostraron menos estrés, un aumento de sustancias anti inflamatorias en el organismo y los niveles de FNDC se triplicaron. Además los participantes se declararon menos ansiosos, deprimidos y con menos molestias físicas.
Otra disminución considerable de los niveles de cortisol fue registrada en una investigación del Departamento de Psicología y Comportamiento de la Universidad de California, hecho público en 2014. Allí se examinaron 51 mujeres embarazadas que practicaron hatha yoga durante una temporada. Esto abre la posibilidad de que el yoga sea una alternativa para manejar la depresión postparto.
Desmentir los mitos y ser precavidos
Entre mitos, creencias, realidades por comprobar o hipótesis por verificar, nos queda buscar un punto medio donde la visión científica y la devoción que inspira esta disciplina se reconcilien. Es indispensable tomar precauciones médicas y escoger el tipo de yoga que más se adapte a nuestro perfil.
El deportólogo Andrés Hernández hace hincapié en que, sea cual sea el interés que nos acerque al tapete de yoga, una cosa debe quedar clara: “Uno de los principios del entrenamiento físico más importantes es empezar desde cero, de lo más bajito para ir progresando.
Si no se mejora habrá que revisar, porque lo lógico es que se avance. Otra cosa importantísima es que no tiene que producir ningún malestar, y si aparece hay que parar. Y, por supuesto, que la persona que esté dirigiendo la clase esté bien capacitada”.
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