Estamos tan familiarizados con los alimentos ultraprocesados, que hacen parte de nuestra canasta familiar. Aquí le contamos qué beneficios nos puede traer la disminución en su consumo y cómo hacerlo.
Los hábitos de alimentación que tenemos en nuestra cotidianidad influyen directamente en nuestro cuerpo y mente. Una sana alimentación permite que tengamos más energía, que estemos más concentrados, que podamos realizar las actividades del día sin pesadez. Esto solo por mencionar los beneficios inmediatos. Pero además, tener hábitos de alimentación saludable previene varias enfermedades.
Dentro de estos hábitos saludables de alimentación no entran los alimentos ultraprocesados. Sin embargo, en la actualidad se consumen comúnmente porque se han instalado en nuestra rutina, porque nos ahorran tiempo o simplemente porque nos parecen sabrosos. No se trata de satanizarlos, pero sí de aprender a elegir de manera consciente lo que comemos. Siempre serán más nutritivos los alimentos sin procesar, es decir: las frutas, las verduras, las proteínas que no han pasado por un proceso en el que se añaden sustancias para preservarlos, darles color, o transformar el sabor.
Acudimos a dos expertas para entender cómo mejorar nuestra relación con estos alimentos y priorizar los naturales. Para lograr este objetivo primero es necesario entender qué son alimentos ultraprocesados. Luz Adriana Cadena Cubides, nutricionista dietista de Clínica Colsanitas lo explica, “son productos industriales que contienen cinco o más ingredientes, entre esos se incluye alimentos procesados como el azúcar, el aceite, la sal, los antioxidantes, los estabilizantes, los conservantes, los tintes o colorantes y los saborizantes. Contienen una mínima cantidad de alimento natural y la mayor cantidad de componentes son adicionales”.
Estos alimentos ultraprocesados aparecieron en la segunda mitad del siglo XX por la industrialización de la comida, pues se intentaba llevar más alimento a una mayor cantidad de personas y conservar por más tiempo la comida a través de estos procesos. El problema con el procesamiento de los alimentos, explica Sandra Palencia líder territorial de salud y nutrición para UNICEF Colombia, es que “se les añaden ingredientes en grandes proporciones y resultan alimentos con muy poco aporte de proteína, fibra o vitaminas y minerales en comparación con las comidas o alimentos sin procesar o con mínimo procesamiento”.
Aprender a identificarlos es muy sencillo, basta con leer las etiquetas y reconocer si tiene más de cinco componentes diferentes a los alimentos naturales, por ejemplo grasa, azúcar, sal, sodio, colorantes, preservantes o saborizantes. Después de tenerlos identificado la recomendación de las expertas en buscarles un reemplazo por alimentos que no hayan sido procesados. Por ejemplo, elegir fruta o agua en lugar de jugos de caja o gaseosas. Cremas caseras o especias naturales, el lugar de las sopas de sobre o caja. La papa en su estado natural, en lugar de las que se compran listas para freír.
Realmente parece sencillo pero es claro que en ocasiones lo que queremos es ahorrar tiempo, comer rápido y es ahí cuando aparecen estos productos; pero si reconocemos los beneficios de disminuir su consumo entonces será más fácil optar por lo natural. Sandra Palencia confirma que disminuir el consumo de alimentos ultraprocesados “reduce el riesgo de sobrepeso o de obesidad y de presentar enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes y la hipertensión. Además de reducir el riesgo de presentar algunos tipos de cáncer gastrointestinales asociados al consumo de este tipo de alimentos”.
Por su parte, la doctora Adriana Cadena explica que, “al dejarlos se logra desintoxicar el organismo de muchas sustancias que no necesita como los aditivos y así logramos un mejor funcionamiento del sistema digestivo porque el alimento natural tiene más fibra, más vitaminas y minerales y el organismo los puede procesar, mejoramos la función digestiva. Además, se disminuye el consumo de calorías, que es excesiva en los ultraprocesados, comparado con el aporte nutricional que ofrecen, y esto también repercute en la salud de las personas”.
Una campaña de UNICEF alineada con la nutrición sana
La campaña Nutrir la vida, de UNICEF busca motivar a la sociedad colombiana para generar alternativas de prevención de sobrepeso y obesidad y transformar los entornos de los niños, niñas y adolescentes. El propósito es darles herramientas a padres, madres y cuidadores para que puedan convertir la alimentación sana y la actividad física en espacios de diversión, unión familiar y no en una obligación. Estas son algunas actividades familiares que pueden promover los hábitos alimenticios saludables:
- Hacer planes para cocinar en familia recetas saludables.
- Disminuir progresivamente el consumo de jugos y gaseosas. Cambiarlos por aguas o frutas de temporada.
- Llevar a los niños a las plazas de mercado donde se consigue una gran variedad de frutas y verduras locales.
- Desconectarse de las pantallas y realizar alguna actividad física al aire libre.
Conoce más en https://www.unicef.org/colombia/nutrir-la-vida
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