Se calcula que 80 % de la población ha tenido bruxismo en algún momento. Jaime Andrés Jiménez, cirujano maxilofacial, explica sus causas y consecuencias.
1. Es una de las más frecuentes alteraciones del sueño
El bruxismo es el hábito inconsciente de rechinar o apretar los dientes superiores contra los inferiores en un movimiento de atrás hacia adelante. Puede ocurrir durante el día, aunque lo más frecuente es que se manifieste durante la noche. Este hábito impide que quien bruxa entre en la fase de sueño profundo y pueda tener un descanso reparador. Según la Federación Odontológica Colombiana, el bruxismo es la tercera alteración del sueño más frecuente.
2. El estrés y la ansiedad son la principal causa
Aunque hay otras, el estrés y la ansiedad influyen en la ocurrencia de este hábito. Las demás son: las maloclusiones, es decir, las alteraciones en la forma de morder y la forma como engranan los dientes; los microtraumas, porque hacen que la mandíbula, en las noches principalmente, busque una posición pasiva cómoda para el maxilar.
3. No es fácil de detectar
Los síntomas pueden pasar desapercibidos. Normalmente el paciente no se da cuenta de este hábito hasta que siente dolor en la mandíbula, cabeza u oídos, molestia al masticar o al bostezar. Si la persona duerme acompañada, es probable que el acompañante sea quien se dé cuenta de que bruxa.
4. Parece inofensiva, pero puede tener efectos indeseables
Además de los dolores ya mencionados, el bruxismo produce desgaste de los dientes, lo que conlleva a la sensibilidad al consumir alimentos fríos o calientes y mayor propensión a la caries. Puede llegar a fisurar, fracturar, aplanar los bordes de los dientes, aflojarlos y, en casos extremos, moverlos. Otra consecuencia es la hipertrofia maceterina, esto es, recrecimiento del músculo macetero, que va por debajo del cachete hasta el borde de la mandíbula. El músculo crece porque se ha “ejercitado” como si estuviera levantando pesas. En casos más graves, se puede afectar la articulación temporomandibular y la “almohadilla” que se encuentra allí. En esos casos extremos se recomienda la cirugía para corregir desplazamiento, reconstruir o reemplazar el hueso en caso de que se haya fracturado.
Normalmente el paciente no se da cuenta de este hábito hasta que siente dolor en la mandíbula, cabeza y molestia al masticar y bostezar.
5. Los niños también bruxan
Afecta a personas de cualquier edad, incluso a niños. En el caso de los menores, puede ser un bruxismo funcional, porque están en el proceso de recambio dental, cuando todavía los dientes están en permanente acomodo. Jiménez asegura que ha crecido el número de adolescentes que consulta por dolor en la articulación temporomandibular, y el especialista cree que se debe a los altos niveles de frustración de los jóvenes de hoy, lo que hace que aumente la ansiedad y el estrés en ellos.
6. Las férulas protegen los dientes, pero no curan la dolencia
La férula (oclusal o de relajación) y las placas que normalmente se recomiendan protegen los dientes, carillas, coronas y puentes. Hay varios tipos y materiales, y el especialista recomendará la más adecuada para cada caso. Lo importante es tener claro que la férula protege los dientes del desgaste, pero no cura este hábito. Lo ideal es identificar la causa para poder atacar el problema de raíz. Si la causa es estrés, lo ideal es buscar la manera de relajarse y manejar mejor la tensión.
7. La fisioterapia ayuda
En caso de dolores severos, el especialista puede remitir a un fisioterapeuta. O se pueden poner en práctica algunas terapias en casa, cómodas y fáciles de hacer. Lo que se busca es proteger la articulación, aliviar el dolor o prevenirlo en el caso de que sea un bruxismo incipiente. Las técnicas de relajación, las pausas activas durante las horas laborales, el ejercicio frecuente, la alimentación saludable y los buenos hábitos del sueño pueden contribuir en la prevención del bruxismo.
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