La Fundación Keralty, de la mano de la comunidad guajira, realizó un vademécum de plantas medicinales en el que se rescatan sus saberes ancestrales para sanar y curar dolencias físicas y espirituales.
radicionalmente los wayuu han usado las plantas para curar dolencias físicas y espirituales. Pero en los últimos años habían estado en desuso, los nombres de plantas se habían olvidado y ya casi nadie sabía para qué eran útiles o qué curaban. La tradición, que se transmite oralmente, se estaba perdiendo. Eso fue parte de lo que identificó el equipo de Comunidades Rurales Saludables de la Fundación Keralty desde los primeros acercamientos en 2018 a las comunidades de la Alta Guajira.
Lo primero que se propusieron fue conocer cuáles eran los activos de salud de la comunidad wayuu: cómo viven, cómo entienden la salud y el bienestar, cómo enfrentan la enfermedad. En ese diálogo con los diferentes líderes se dieron cuenta de la importancia que tienen las plantas medicinales.
Leonidas Villegas, diseñador gráfico, ilustrador y fotógrafo, uno de los líderes del proyecto y su equipo pensaron que sería valioso ayudar a la comunidad a recuperar esas tradiciones, fortalecer esa oralidad a través de otras herramientas y poner a circular de nuevo esa información para sanar y curar dolencias. Así que la primera idea fue hacerlo a través de un libro, un vademécum de plantas medicinales, para compartirlo con la comunidad.
Después de muchos meses de trabajo conjunto, se editó el Vademécum de plantas medicinales wayuu: Activando la salud en la Alta Guajira, un manual de fácil consulta dirigido a los Gestores de Bienestar, quienes se forman en el rol de cuidar a la comunidad y son los encargados de distribuir esa información. “Recolectamos la información, la organizamos y la devolvimos a la comunidad para que ellos puedan reactivar el diálogo sobre cómo impactar la salud desde las plantas medicinales”, explica Villegas.
Los wayuu son uno de los pueblos indígenas más numerosos del continente americano y el más numeroso de Colombia.
Como parte del proyecto, los Gestores de Bienestar iniciaron un proceso formativo en atención primaria y alertas tempranas de una serie de enfermedades priorizadas por la comunidad. Este proceso ha sido acompañado por médicos de la Fundación Universitaria Sanitas. Empezaron 20 pero se corrió la voz y ahora son 30 estudiantes.
“El vademécum es una herramienta de consulta permanente para los Gestores de Bienestar. Además, está alineado con la formación que están teniendo en los diagnósticos priorizados. Así, están en la capacidad de juzgar si el tratamiento se puede hacer con plantas o si es necesario que la persona vaya a un centro asistencial o al hospital. Ellos recogen las dos visiones de salud: la tradicional y la occidental”, añade. Estos diagnósticos priorizados fueron el resultado de una encuesta realizada en marzo de 2020, en la que se investigó sobre las enfermedades que se presentan con mayor frecuencia: infecciones respiratorias, diarrea, desnutrición, problemas de la piel, salud materno infantil.
Se seleccionaron las 26 plantas más afines al territorio: albahaca, achiote, eucalipto, malambo, manzanilla, sábila, ortiga, totumo, entre otras.
El mayor reto
Uno de los mayores retos fue unificar los conocimientos, porque a veces encontraban varias versiones de los usos de una planta. También les preocupaba darle validez científica a las propiedades curativas de esas plantas y asegurarse de que no fueran dañinas o peligrosas. Para cumplir este objetivo, contactaron al profesor Jairo Rosado, biólogo de la Universidad de La Guajira, estudioso de las propiedades botánicas de las plantas. Gracias a ese respaldo se le dio vía libre a la continuidad del Vademécum.
“El profesor Rosado fue el tronco en medio de un mar de información”, acota Villegas, a quien le preocupaba que la comunidad sintiera que estaban rescatando una tradición de curar con plantas cuando ya existían medicamentos como el acetaminofén. “Temía que sintieran que hablar de plantas medicinales era un poco renunciar a la posibilidad de acceder a la salud desde el hospital. Porque esa tensión cultural sí existe de manera muy fuerte. Para muchas personas, hablar de ese conocimiento tradicional implica renunciar a la posibilidad de participar de este mundo occidental”.
Por fortuna, el trabajo siempre estuvo acompañado de la propia comunidad y la idea partió de la visión de cuidado de los wayuu: la comunidad cuidándose a sí misma. Desde el inicio del proyecto se reactivaron esos roles que ya existían y hacían parte de su cultura. “Esto da mucha confianza porque no hemos ido a imponer nada, sino que hemos implementado algunas herramientas que van a servir para que ellos puedan ejercer este rol de cuidado según las necesidades actuales”, explica Villegas y agrega: “Si hay algo que tenemos claro es que estas plantas medicinales son parte de una visión de salud, y no es simplemente una visión física, parte de lo que estamos buscando es poder profundizar en esa visión espiritual de la salud”.
El trabajo siempre estuvo acompañado de la propia comunidad y la idea partió de la visión de cuidado de los wayuu: la comunidad cuidándose a sí misma.
Una guía completa
Se seleccionaron las 26 plantas más afines al territorio. “Hay unas que son muy famosas: el malambo, el palito mágico. Otras son plantas muy populares, pero no se consiguen en la zona, hay que comprarlas en Uribia o Maicao. Algunas personas tienen sembradas en su casa, otras crecen como maleza; otras, hay que caminar una hora para conseguirlas. En todo caso, tienen mayor disponibilidad que cualquier medicamento que se venda en una droguería”, dice Villegas. La guía también incluye las formas de prepararlas: infusiones, jarabes, baños, pomadas, inhalaciones, cataplasmas. Y las formas como los ingredientes activos pueden conservarse mejor.
Cada planta está acompañada de una bella ilustración, cuyo autor es Leonidas Villegas. Algunas de las propiedades de las plantas son: analgésica, antibiótica, anticoagulante, antiespasmódico, antihiperglicémico, antidisminorréico, antiinflamatorio, antimicótico, descongestionante, digestivo, diurético, antiséptico, antivomitivo, entre otros.
Las enfermedades que tradicionalmente los wayuu tratan con plantas son: gripa, tos, amigdalitis, bronquitis, dolor de garganta, enfermedades respiratorias, diarrea, parásitos, dermatitis, quemaduras, infecciones capilares y dérmicas, escabiosis, entre otras.
a dieta basada en plantas es una decisión cada vez más popular entre jóvenes y adultos. Las razones son varias. Hay personas que necesitan aliviar alguna patología, otros simplemente quieren ser más saludables; algunos están en contra de la violencia animal y hay quienes deciden eliminar la carne y otros productos para combatir el cambio climático o por ser más ecológicos.
Antes de iniciar este camino es importante tener claro cuál es el propósito. Así lo afirma Ana Cecilia Pineda, internista adscrita a Colsanitas, especialista en nutrición basada en plantas del Centro de Estudios de Nutrición del T. Collin Campbell y Cornell. “Tener un objetivo hace posible la transición y que el cambio sea sostenible en el tiempo”, explica.
También es buena idea investigar mucho, tener clara la información, consultar con un especialista y buscar apoyo en la comunidad: “Cambiar la dieta no debería ocasionar ningún tipo de reacción adversa en el cuerpo, al contrario, muchos pacientes experimentan cambios positivos, como tener mayor energía”, añade.
* Periodista. Editora de Bienestar Colsanitas.
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