La práctica de esta disciplina reporta múltiples beneficios físicos y emocionales que van desde el alivio de ciertos dolores hasta la disminución de la ansiedad.
a práctica de yoga llegó a Occidente a principios del siglo XX, pero fue en los ochenta cuando se consolidó en buena parte del mundo. Durante estas décadas, poco a poco ha ido desapareciendo el velo de misticismo que le rodea. Y, en consecuencia, cada vez más gente se acerca a esta disciplina por distintas razones y necesidades. El yoga construye espacios de silencio y contemplación, momentos con uno mismo que son indispensables para la salud mental, sobre todo en estos tiempos. Es un hábito que sólo es posible desarrollar a través de la propia decisión, no puede ser impuesto. Para algunos parece un misterio que unos ejercicios de respiración acompañados con secuencias físicas y posturas extrañas generen una mejora integral en quien los practica. Para Laura Álvarez, directora y formadora de profesores en Happy Yoga, el yoga establece una relación con el cuerpo diferente a la que siempre tenemos: “Otros movimientos, otros tipos de esfuerzos y activaciones musculares. Eso despierta memorias y sensaciones que son elementos que vienen de otros cuerpos: el emocional, el espiritual y el cuerpo energético”. La práctica frecuente de yoga reporta muchos beneficios físicos que inevitablemente se entrelazan con el bienestar general y la capacidad de afrontar las dificultades de la vida. Aquí algunos de ellos.
Regula y estabiliza los sistemas nervioso y endocrino
Específicamente, hace mucho más rápida la respuesta del sistema parasimpático, cuya función es retornarnos a la calma después de una situación de peligro, amenaza o un momento que exige acciones concretas. Cuando esta respuesta es más rápida y controlada, adquirimos la habilidad de pensar con más claridad, ser menos reactivos e incluso resolver las cosas de una forma más creativa. Tener esta capacidad de regresar más efectivamente a un estado de reposo también influye en una mejor calidad del sueño y disminuye los estados de ansiedad. Estudios comprobaron que la práctica regular también reduce los niveles de cortisol en la sangre, producidos por estrés prolongado, ayuda a bajar el colesterol y, en consecuencia, regula la presión arterial y la acumulación de la grasa en las arterias, reduciendo las probabilidades de sufrir infartos cerebrales o coronarios.
Aumenta la tonicidad muscular y la flexibilidad
Es el beneficio más evidente de la práctica. Las secuencias de movimiento fueron diseñadas y desarrolladas para estimular de forma integral cada rincón de nuestro cuerpo. Dora Moreinis, directora de Yoga Studio, comenta: “Pareciera que necesitamos mucha flexibilidad para hacer yoga, pero esta se va alcanzando con la práctica frecuente. Es necesario activar nuestra masa muscular y fortalecernos para hacernos más flexibles gradualmente de una forma segura, evitar lesiones y tener un rango mucho más amplio de movilidad”.
Columna saludable
“Todas las posturas están diseñadas para mantener espacio entre las vértebras. Por ejemplo, la flexión hacia delante y la extensión hacia atrás. Luego las torsiones hacia un lado y el otro y las aperturas de cadera que trabajan coxis y sacro. Mantener la movilidad de esta zona influye en nuestra salud de manera integral, allí está el ‘cableado’ de todo el cuerpo”, explica Dora Moreinis. Para Laura Álvarez la poca capacidad para lidiar con el estrés y la manera desordenada de alimentarnos genera problemas digestivos que afectan directamente la tonicidad abdominal. Con el yoga podemos recuperar fuerza en esta área, el centro del cuerpo, factor fundamental para no sobreexigir a la columna y evitar dolores.
Es importante informar al instructor de cualquier condición médica o lesión antes de empezar la práctica.
Despierta la consciencia corporal y alivia dolores crónicos
“Cuando tenemos una actividad física regular es más fácil saber por qué duele en unas partes del cuerpo y cómo se puede liberar esa tensión”, comenta la instructora de Happy Yoga. “Es como desenredar un ovillo de lana, deshacer los nudos con movimientos variados. Pasar de una postura a otra hace que muscularmente se suelten las tensiones y, por lo tanto, la sangre, el oxígeno y la energía empiezan a circular mejor”. “Los movimientos del yoga pueden ser muy sofisticados, sin embargo, cuando no estás en práctica recuerdas cómo mover tu cuerpo... cómo levantarte de la cama, cómo agacharte, cómo alzar algo pesado. Aprendes a escuchar al cuerpo y te conectas con él en otros contextos. Por ejemplo: identificar que tienes hambre o sueño”, explica Dora Moreinis de Yoga Studio. Estudios científicos demostraron que el yoga alivia dolores crónicos específicos como el dolor de cuello, de rodillas, de espalda, la lumbalgia, o los generados por la artritis reumatoide, la fibromialgia, en el nervio ciático, entre otros.
El cuidado como filosofía de vida
En el yoga existen códigos de conducta personal y comunitaria: los Yamas y los Niyamas. Fueron recopilados en el año 200 a.C. por el maestro Patanjali para la liberación de la mente, y sus principios básicos son similares a los de las principales religiones que conocemos. Sin embargo, no hay que profundizar en la teoría para que la práctica influya positivamente en nuestro estilo de vida. Para Laura Álvarez, el principio más sencillo y fundamental que todo yogui asume casi sin querer es el cuidado. “Cuando nos cuidamos, también estamos cuidando al otro. Entonces empiezo a notar todos los aspectos en los que me estoy descuidando a mí y al otro. O cómo podría cuidarme más a mí y a los demás”, concluye Laura.
*Periodista, realizadora audiovisual, profesora certificada de yoga.
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