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Bienestar Colsanitas

Cómo superar la muerte de la pareja

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Expertos explican cómo asumir la viudez para aprender a dejar atrás lo que ya no volverá y vivir con una nueva identidad.

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ennys de Díaz quedó viuda hace dos años y tiene contado con exactitud el tiempo que duró su matrimonio: 38 años, dos meses y tres días. “Compartir tantos años con una persona y saber que ya no va a estar más es muy difícil”, afirma. Al primer mes de estar viuda consideró que necesitaba ayuda adicional para superar este cambio en su vida, así que comenzó a participar en grupos de apoyo para viudos en la Fundación Vida por Amor.

En las reuniones, dice, puede expresar todo lo que siente sin que la juzguen. Allí la entienden y puede llorar con tranquilidad.

En la Fundación ha conocido casos de personas viudas que se han quedado en cama durante un mes entero o más, y a quienes se les ha dificultado crear una rutina a partir de la muerte de la pareja. Mery Luz Bernal Izquierdo, psicóloga especializada en duelo y en cuidados paliativos, señala que el segundo duelo más difícil, después de la muerte de un hijo, es la muerte de la pareja. Esto se debe a que no existe una relación más íntima y, además, en muchos casos se crea una dependencia mutua.

La psiquiatra Ana Millán, adscrita a Colsanitas, explica que la característica central de este duelo es que el amor de pareja representa un esfuerzo emocional para estar con la otra persona; por esta razón la pérdida se siente de manera tan profunda. La situación puede incluso llegar a ser más dura emocionalmente si la relación fue problemática: “Si la relación ha sido conflictiva, el duelo se dificulta por los montos de agresividad y rabia acumulados. Aunque, independiente del tipo de relación, la pareja es la compañía para los buenos y malos ratos de la vida, y por eso su ausencia se siente tan fuerte”.

"Lo más difícil en la viudez, después de asumir la soledad, es la reorganización de las rutinas que se hacían con la pareja, y enfrentarlas solo".

Dennys cuenta que ella, desde el día siguiente a la muerte de su esposo, se obligó a levantarse y a arreglarse para “estar linda”, como le decía su pareja. “Hacía alguna actividad diaria así llorara todo el tiempo”, recuerda. Ahora está más tranquila con su nueva vida. Ha descubierto que puede vivir sin su esposo, que puede hacer cosas que nunca imaginó antes, como irse sola de paseo a la casa de recreo que disfrutaba con él. Aunque lo extraña, le gusta la vida que lleva ahora: sale con sus amigas y cuenta con el apoyo de sus dos hijos. Hace poco viajó a la costa colombiana con una de sus amigas, que también es viuda, y lo disfrutó. Antes se le hacía difícil pensar que podría disfrutar de alguna actividad sin la compañía de su esposo. 

La doctora Millán explica que lo más difícil en la viudez, después de asumir la soledad, es la reorganización de las rutinas que se hacían con la pareja, y enfrentarlas solo. “Es retomar el diálogo con uno mismo y divertirse solo sin desestructurarse por la ausencia del otro. Acá son importantes los amigos, los hijos y en general la familia, ya que ellos pueden dar soporte emocional sin que nunca se pueda llenar el vacío que deja la pareja. Lo más importante es pensar que antes de vivir en pareja la persona tenía una vida propia, con familia y con amigos pero sin pareja: a eso hay que volver”. Como dice Mery Luz Bernal, la vida ya nunca volverá a ser como antes, y la persona tiene que asumir su nueva identidad.

Expresar es clave

La psicóloga Bernal sostiene que para superar un duelo es muy importante no aislarse, estar en contacto con otras personas y contar con una red de apoyo como los amigos y la familia.

También es fundamental el autocuidado, que incluye alimentarse bien, no automedicarse y hacer actividad física todos los días, no usar alcohol o drogas. Y lo más importante, “asumir un tiempo de dolor, no hacerle el quite. Estamos en una cultura muy negadora de la muerte, inclusive de las expresiones de dolor y de tristeza, pero lo que no se asume no se supera. En mi práctica clínica no me preocupan las personas que lloran, me preocupan las que no expresan su dolor”, dice Bernal. La expresión de los sentimientos, fundamental durante el duelo, puede hacerse hablando, llorando, participando en grupos de apoyo o también escribiendo y pintando. Bernal explica que las manualidades pueden ser una herramienta para dejar que las emociones fluyan.

Los hombres suelen expresar menos sus emociones y pedir menos ayuda que las mujeres, situación que les puede hacer más difícil el duelo. Es un dato significativo que las viudas vivan más que los viudos. Ana Millán explica que esto sucede porque las mujeres tienen más ocupación con los temas del hogar y estar alrededor de los hijos y la familia. Los hombres tienden a depender más al final de la vida de la mujer y dejan sus actividades laborales, “por lo cual el mundo se les empequeñece y se les dificulta más la adaptación a la soledad”.

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Darse tiempo

El duelo no tiene un tiempo específico, cada persona vive su propio proceso. Y habrá superado esta etapa cuando pueda hablar de la persona muerta con alegría y ya no con el dolor de los primeros días de su ausencia, cuando pueda recordar con sonrisas y no tanto con llanto. Como afirma Bernal, “en el duelo hay que darse tiempo y permiso, tiempo para elaborarlo y permiso para vivir todo lo que tiene que vivir”.

La psicóloga recomienda no tomar decisiones definitivas en momentos de dolor, como vender la casa, irse de viaje por largo tiempo o cambiarse de ciudad. El dolor siempre irá adonde vaya la persona, y es preciso poder analizar las situaciones con calma antes de hacer cambios drásticos de vida.

Algo que ha cambiado en la sociedad es que hoy las personas están más abiertas a buscar nuevas parejas, y son muchas las que se abren a nuevas posibilidades. Además, la forma en que se asume la vejez ya no es la misma de hace quince o veinte años, y las personas mayores de 60 años hoy son más activas e independientes que antes. También son más frecuentes las relaciones de pareja en las que ambas personas no comparten un espacio de vivienda, pero sí mucho tiempo juntos.

Ayudar a las personas viudas

Uno de los errores más frecuentes que cometen los familiares de las personas viudas, sobre todo los hijos, es decidir por ellos u organizarles planes y actividades sin consultarles. Es importante que quienes rodean a la persona viuda le pregunten su opinión, sus necesidades y deseos, y la tengan en cuenta.

Lo otro que es definitivo es permitirles llorar y expresar los sentimientos. A veces los hijos creen que lo mejor es que su padre o su madre no lloren, y en eso están equivocados: llorar es fundamental para atravesar el dolor y superar el duelo. Y también es importante que los hijos no se hagan los fuertes, ellos también pueden –y deberían– llorar con el padre que quedó viudo. “Yo invito a las familias a que se abracen y lloren todos juntos, son lágrimas de amor por ellos. Cuando un hijo llora delante de su padre o madre viudos está validando la sana expresión emocional.

Perdámosles el miedo a las lágrimas; las lágrimas tienen una función sanadora: drenan el dolor del alma”, dice la doctora Bernal.

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Catalina Gallo

Periodista independiente colombiana. Autora del libro Mi bipolaridad y sus maremotos (Planeta).