Sus características lo han convertido en ave emblemática de Suramérica, pero su bajo índice reproductivo y algunas acciones del hombre actúan en contra de su supervivencia.
Es el ave voladora terrestre más grande del mundo, considerada patrimonio natural y cultural de Suramérica. Puede medir 1,45 metros de alto, y más de 3 metros de ancho con sus alas extendidas, y alcanzar un peso de 15 kilogramos. Su nombre deriva del quechua kúntur, y su imponente apariencia, combinada con su vuelo magistral, le hicieron ganarse el título de ave nacional, desde el siglo XIX, en cinco de los países en los que vive: Bolivia, Ecuador, Chile, Argentina y Colombia.
Habita en las cumbres de los Andes; puede volar a 10.000 metros sobre el nivel del mar y recorrer más de 300 kilómetros en un día con un mínimo esfuerzo en su aleteo. No está ni capacitado ni dotado para cazar animales vivos: se alimenta de carroñas y tiene un sentido del olfato muy desarrollado para localizar su alimento. Puede comer unos 5 kilos de carne en un día, pero también es capaz de sobrevivir cinco semanas sin alimento.
La cifra
5 kilos de carne puede comer en un día y es capaz de sobrevivir cinco semanas sin alimento.
De acuerdo con la clasificación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), el cóndor de los Andes está en condiciones de Casi Amenazado o Vulnerable en el mundo, pero en Colombia está en la categoría de Peligro Crítico de extinción.
Tiene muy bajo índice reproductivo. Alcanza su madurez sexual entre los siete y los ocho años. Es monógamo. Anida en las montañas, entre los 1.000 y los 5.000 metros sobre el nivel del mar. Pone uno o dos huevos cada dos o tres años, y custodia a sus crías hasta que son independientes.
Población
Se calcula que en nuestro país hay menos de 200 ejemplares, y desde Venezuela hasta Chile es posible que haya máximo 6.700 individuos maduros, según la IUCN. El 60 % de su población está ubicada en el extremo sur del continente americano, y disminuye considerablemente en la medida en que se aproxima al norte. De hecho, hay indicios científicos de que en Venezuela ya se extinguió, y sólo va de visita.
Peligro de extinción
Además de la baja tasa de reproducción del cóndor, las amenazas de extinción son principalmente causadas por tres razones: envenenamiento indirecto, al consumir cadáveres de animales que mueren intoxicados por pesticidas, plaguicidas o plomo; la cacería o envenenamiento directo, porque el hombre los mata para eliminarlos cuando los percibe como amenaza para el ganado o para usarlos en rituales tradicionales (demostrado únicamente en las Yáwar Fiestas del Perú), y por accidentes con edificaciones o instalaciones eléctricas.
Es el único buitre con dimorfismo sexual, o sea que sus características físicas permiten determinar con facilidad su sexo: los machos tienen una cresta (carúncula) muy visible y el iris de sus ojos es color café claro. Las hembras, en cambio, no tienen cresta, el iris es de color rojo y son más pequeñas que los machos.
¿Qué se puede hacer para protegerlo?
El cóndor es fundamental para el equilibrio de los ecosistemas, de tal manera que resulta prioritario trabajar en su conservación. La bióloga María Alejandra Parrado, investigadora de la Fundación Neotropical y una de las promotoras del Censo Nacional del Cóndor 2021, explica que el Programa Nacional de Conservación del Cóndor dejó de tener vigencia en el año 2016, y cada vez son más escasos los recursos financieros para proteger la especie.
“Por la importante mortalidad de los cóndores, cobran importancia los programas de educación ambiental, la investigación demográfica, genética y ecológica de la especie en el país, así como la investigación socio-ecológica, la actualización de políticas públicas que garanticen la supervivencia de la especie, los programas de manejo de eventos de mortalidad y rescate, la reproducción en cautiverio y el diseño de acciones a partir de información científica actualizada y aterrizada a la realidad nacional y regional. También es clave el trabajo en alianza con las comunidades indígenas y campesinas”, precisa Parrado.
Por otra parte, la Fundación Parque Jaime Duque adelanta un Programa de Conservación del Cóndor de los Andes, a través del cual, en el año 2015, lideró el cuidado de tres parejas de cóndores traídos de Chile para que se reprodujeran en cautiverio: una pareja se quedó en el Parque Jaime Duque de Bogotá, otra la llevaron al zoológico de Medellín y otra pareja al aviario de Cartagena, pero en ninguno de los casos las crías sobrevivieron. Entonces tuvieron que cambiar, temporalmente, la estrategia y en este momento están enfocados en la educación ambiental y el trabajo con las comunidades de los páramos donde habitan los cóndores.
- Este artículo hace parte de la edición 187 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa aquí.
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